LA NACION

Los dreamers tienen ya su banda sonora

- Alejandro Lingenti

El año pasado Donald Trump anunció la cancelació­n definitiva del DACA, un programa implementa­do por el gobierno de Barack Obama, que protegía de la deportació­n a miles de jóvenes indocument­ados: los

dreamers. Se conoce como dreamers a los menores que ingresaron ilegalment­e a los EE.UU. en los últimos años y pudieron, ayudados por algún familiar ya instalado en el país, inscribirs­e en alguna escuela primaria o secundaria.

Joey Burns (guitarra, voz), uno de los dos socios mayoritari­os de Calexico, vive en Tucson, Arizona, y su hija está casada con un dreamer (en la actualidad, se calcula que los “soñadores” son unos 800 mil de los 11 millones de indocument­ados instalados en EE.UU.). Su compañero de aventuras musicales, John Convertino (batería), está afincado hace años en El Paso, Texas, muy cerquita de México. Los dos, por ende, conocen muy bien el espeso asunto de la inmigració­n y tienen plena conciencia de los cambios que se produjeron con la llegada de Trump al poder: “Vivimos en un país enorme y muy diverso. Pero Trump parece desconocer esa realidad. Que sea presidente es un enorme retroceso”, declaró hace poco Burns.

El noveno disco de estudio de Calexico, ahora afirmado como septeto, está cargado de historias fronteriza­s. Y también de advertenci­as sobre los desastres ambientale­s. Es cierto que ya había una pila de canciones de la banda dedicadas a los pesares de los trabajador­es transitori­os, pero

The Thread That Keeps Us es claramente su disco más orientado a ese tópico y por lejos el más explícitam­ente político.

Así como en 2010 escribiero­n una emotiva carta de amor a Nueva Orleans con

Algiers y cinco años más tarde plasmaron en Edge of the Sun las experienci­as de una breve pero sustancios­a estadía en Coyoacán, tradiciona­l sede de la bohemia en Ciudad de México, Burns y Convertino se enfocaron ahora en los sinsabores del desplazami­ento y en el tremendo impacto de los incendios forestales que asolaron en los últimos años tanto Arizona como California, donde fue grabado este disco.

Musicalmen­te, el disco mantiene muchos de los patrones del estilo de Calexico, plagado de una gran variedad de condimento­s (la tradición sureña norteameri­cana, el surf vintage, las bandas sonoras típicas del spaghetti western, el espíritu mariachi, el cool jazz, los ritmos latinos), pero también suma algunas novedades.

La más notoria quizás aparezca en los dosprimero­stracks–“EndoftheWo­rldWithYou”y“Voicesinth­eField”–,quedialoga­n de manera abierta con el sonido ácido que bandas como Grateful Dead y Quicksilve­r MessengerS­erviceprod­ujeronalca­lordela explosión hippie en la costa oeste. El filoso rizo de la guitarra de “Eyes Wide Awake” remite al que Joey Santiago inmortaliz­ó para “Where is My Mind?”, una cumbre de la épica tan cara a los Pixies. Y “Another Space” redecora el funk líquido de Talking Heads con unas trompetas sustraídas del universo ilimitado de Miles Davis.

Pero es sin dudas con “Flores y tamales” que el grupo refirma su vocación integrador­a: cruzando la cumbia festiva con la fanfarria de inspiració­n mariachi, un viejo compañero de ruta, el madrileño Jairo Zavala (más conocido como Depedro) cuenta en primera persona una de las tantas historias que vivió cuando recorrió en una fatigada furgoneta la Norteaméri­ca profunda, regada de mormones y rednecks. Una estación más en el vasto historial viajero de Calexico, que sigue sumando kilómetros de buena música.

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