LA NACION

Plaza Suite. Los galanes maduros, unidos por una trayectori­a en común

Arnaldo André, Osvaldo Laport y Raúl Taibo, juntos, hablan de los acosos en el mundo del show business, de cómo manejan la fama y las ganas de concretar trabajos diferentes de los que solían hacer

- María Silvina Ajmat

MAR DEL PLATA.– “¿Quién está ahí?”. La puerta de la sala se abre y se siente de inmediato el perfume de un hombre elegante, alto, de voz imponente, que se asoma y quiere saber quién llegó, por qué, cómo va a ser la nota, cuánto tiempo va a llevar porque hay que prepararse para la función, cuándo y dónde hacemos las fotos que, finalmente, nunca se harán porque entre sus compañeros no se ponen de acuerdo. También quiere cerrar la puerta rápido, porque el aire acondicion­ado se va. Es Arnaldo André, director de Plaza Suite, la obra que reunió en Mar del Plata a tres de los galanes más importante­s de la historia de la telenovela argentina: él mismo –que también actúa en la pieza–, Raúl Taibo y Osvaldo Laport.

Pronto se sumarán a la reunión los demás: Taibo, camisita y jean; Laport, chupines azules, remera apretada, mate uruguayo en una prolija matera de cuero negro. Toda la seriedad que a priori proponen tres hombres de más de 60 se desvanece cuando coinciden en un mismo espacio y se convierten en niños traviesos que se pelean por hacer el mejor chiste. También se tiran flores: “Todos quieren ver el torso de Osvaldo”, se ríe Taibo. “Los llevo a correr a la playa todas las mañanas y a trabajar los brazos con elásticos”, chicanea Laport, el único deportista del grupo y el gran solucionad­or de imprevisto­s: “Vos le pedís a Osvaldo algo y él lo tiene. Lo que sea. Uno le pregunta ‘¿tenés una tijerita?’, y la tiene. Me querría depilar una cosa acá... ‘sí tengo’. ¿Algo para la garganta? ‘Tengo whisky con jengibre’”, improvisa Arnaldo, e instala el juego de las imitacione­s de inmediato, juego que sin dudas les ha servido para montar la comedia de Neil Simon en el Teatro Santa Fe esta temporada. “Desde el momento en que empezamos los ensayos el clima ha sido siempre este. De mucha camaraderí­a, de pasarlo bien. Existe un objetivo en común, que es defender la obra. Lo disfrutamo­s”, dice el director, que toma el rol de la voz de mando en todo momento e interrumpi­rá varias veces la charla para señalar algo que hay que tener en cuenta de cara a la función que va a comenzar una hora más tarde. En sus compañeros provoca risas. Lo acusan de “el gran dictador”. “Es con lo primero que te recibe –cuenta Taibo–. Con la negativa y la imposición de algo. Si con Osvaldo estamos charlando en camarines impone el toque de queda. [Imitando su voz con tesitura militar] ‘No está permitido que dos personas se reúnan en un solo camarín’”.

Hablando en serio, Taibo y Laport solo tienen elogios y gratitud para con su director: “Tiene mucho afecto por la obra, por el autor, por nuestro trabajo, eso es lo que él todo el tiempo nos inculca, que trabajemos, que trabajemos la letra, las situacione­s”, comenta Taibo, mientras que Laport agrega la importanci­a de lo humano: “Ha sido

todo verdaderam­ente sensible, cordial y ameno en todo momento”.

Plaza Suite, obra escrita por Neil Simon en 1968, es una comedia de enredos clásica que en tres escenas cuenta los problemas de tres parejas bien estereotip­adas: el hombre que engaña a su mujer con una más joven, el seductor serial, el padre de familia estricto. “Soy muy respetuoso de la comedia, me encanta el humor sin golpe bajo, fino. Todos conocemos quién es Simon porque hemos visto sus comedias”. Por su parte, Laport también destaca lo inteligent­e y sutil del texto. “No hay obviedades. Mis comienzos fueron en teatro y fueron clásicos, y cuando me lo ofreció Arnaldo sentí que volví a las fuentes. Más allá de que es una pieza garantizad­a porque ha sido estrenada por muchos elencos, uno se siente privilegia­do al poder hacerlo”, concluye Laport.

Se reconocen parte de una generación que creció mirando a John Wayne o Clint Eastwood en clásicos westerns y admiten que eso moldeó una cosmovisió­n. Por eso quizá no adviertan que ciertos estereotip­os propuestos por la obra van a contracorr­iente de los movimiento­s de rechazo a la opresión femenina y a la violencia de género que se imponen en estos tiempos. La discusión se instala a raíz de una pregunta y surgen puntos de vista diferentes entre ellos acerca de las denuncias por abuso sexual que se están revelando en varios ámbitos, pero principalm­ente en el mundo del espectácul­o. –¿Qué reflexione­s les disparó como hombres y como actores la ola de denuncias en Hollywood y en menor medida en la Argentina por casos de abuso sexual?

Laport: –Una sociedad que juzga, confronta y divide. Una sociedad dividida no crece. Me parece que es un tema muy delicado. Lo que verdaderam­ente me duele y me preocupa es la facilidad de la sociedad para dividirse y confrontar, con el episodio de mis amigos Juancho y Calu [Darthés y Rivero], o por política o por el fútbol. Me cansa. Al mismo tiempo me parece curioso que este episodio viejo [por la denuncia de Calu de acoso por parte de Darthés] salga ahora. Es como querer replicar lo que pasa en Hollywood.

Taibo: –El discurso de Oprah fue contundent­e, fuertísimo, es evidente que es una mujer que va a expresar y va a llevar a exponer el conocimien­to de lo femenino en su máxima sensibilid­ad y con inteligenc­ia. Hemos sido criados viendo a John Wayne revoleando mujeres. Ahora hay una expresión de lo femenino que está en la cresta de la ola que se contrapone a tantos años de la mujer oprimida. Estamos dejando soltar a la mujer abusada, maltratada, menospreci­ada, y aparece un desequilib­rio: el hombre está en retirada ante esta exponencia­l muestra de lo que significa ser mujer. Estoy esperando que esto se equilibre. En este momento hay una prepondera­ncia de lo femenino en la sociedad occidental y todos lo apoyamos porque los hombres lo estamos descubrien­do.

Laport: –Yo he estado en el único hospital en donde la especialid­ad era la reconstruc­ción vaginal. Cada cama ocupada por dos mujeres. Una imagen que jamás me voy a borrar. Mujeres no solo violentada­s en sus derechos, violadas por batallones enteros, que les metían de todo en sus vaginas. Acá te dicen ¿por qué te vas tan lejos cuando acá también hay situacione­s? Es que no es acá ni allá, es de la humanidad. Está buenísimo ver de qué manera podemos acompañar. No es que la sociedad esté prostituid­a. No somos todos los hombres violentos ni todas las mujeres iguales. Pero siento que en busca de derechos se nos ha ido de la mano…

Taibo: –Estamos en pleno proceso. Es necesario tratarlo en plena era de

las comunicaci­ones. Estoy esperando que haya un equilibrio, porque tenemos que seguir conviviend­o hombres y mujeres. Si no encontramo­s paridad, se va a cambiar de polo, pero va a seguir esta historieta. Es necesario que se ventile ahora porque hace miles de años estaban así…

Laport: –Es un tema muy delicado y debe tratarse donde sean tratados los derechos de las personas. Estoy en contra de la opinión que solo logra la confrontac­ión y la separación. La violencia en las redes, entre colegas, las barbaridad­es que se dicen. ¿Qué nos está pasando? Es un tema delicado que se frivoliza.

Galanes sin tiempo

“No me he dejado sorprender por el paso del tiempo”, dice Arnaldo, quien a sus 74 años supo reinventar­se, probar la dirección, jugar a nuevos roles que no fueran el del conquistad­or. “Llegó un punto en que todo lo que hacía en televisión era una sucesión de personajes que ya había hecho. Yo pensaba: ‘Tengo que hacer algo diferente’. Y eso apareció con Valientes y Los únicos en televisión. Pero luego fui acercándom­e más al teatro, hice giras, vi lo que pasaba en el contacto con el público. Uno se va preparando para que no pase eso de que el teléfono no suene más. El público que nos ha visto en novelas se acuerda de los personajes, de los momentos que pasaba cuando nos vio, y eso lo capitaliza­mos al día de hoy”.

“Esta cosa del galán, de estos roles en donde nos involucran, nos meten, nos encasillan, no me lo creí nunca –dice Taibo–. Mi intención siempre fue trabajar como actor y salir de ese encasillam­iento porque te limita tu capacidad de expresión. Siempre intenté hacer de todo. En cuanto al tiempo y la edad, la piloteo como puedo. No tengo los mismos deseos de antes, me banco mucho menos el medio, lo social, quizá porque estoy muy metido para adentro en el núcleo familiar, de permanente intimidad, me cuesta salir, dar notas, ir a la playa, prefiero estar en el estado que yo le llamo de intimidad, con familia”.

Aunque todos ellos han sido parte de exitosas telenovela­s recientes, (Taibo en Los ricos no piden permiso, André en Valientes, Laport en Las estrellas), la preocupaci­ón por la situación de la ficción tras un año en el que no hubo fuertes propuestas aparece de inmediato: “El error de las ficciones es que no van al código de la telenovela. Por eso vienen las telenovela­s extranjera­s, que mantienen ese código. El fútbol tiene dos arcos, si no hay dos arcos para meter la pelota no existe el fútbol. En la telenovela lo mismo. Si no mantenés el amor imposible, el beso, algo que se interpone, un villano, un poco de humor… Eso han tenido las telenovela­s que hemos hecho cada uno de nosotros”, explica Arnaldo, quien asegura que solo vio dos telenovela­s completas, Valientes y Avenida Brasil, y ahora se entretiene con Netflix. Los demás tampoco miran televisión: para Taibo, la ficción está en los “noticieros” y Laport bromea con que busca Volver para ver sus telenovela­s.

El cuarto galán

Además de Taibo, Laport y André, en Mar del Plata está haciendo temporada Jorge Martínez, otro histórico galán de telenovela­s que llegó a la costa para protagoniz­ar junto a Adriana Salgueiro y Gynette Reynal ¿Qué le digo a mi mujer?, una comedia de enredos que sube a escena en el Teatriz. El protagonis­ta de La extraña dama completa así un cuarteto de galanes que hará las delicias de los nostálgico­s.

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Osvaldo Laport, Raúl Taibo, Ana María Picchio y Arnaldo André

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