LA NACION

Juan José Stagnaro.

El ojo artístico de un grande

- Pablo De Vita PARA LA NACION

Director de fotografía de grandes títulos y hombre de industria, el tesonero esfuerzo de Juan José Stagnaro por el desarrollo de la cinematogr­afía argentina fue constante y sin pausa hasta ayer, cuando su muerte luego de una larga enfermedad puso fin a más de cinco décadas en las cuales contribuyó al desarrollo de grandes clásicos del cine nacional, como Este es el romance del Aniceto y la Francisca…, Juan Lamaglia y Sra., Nazareno Cruz y el lobo, en las cuales fue el director de fotografía, e incluso en trabajos con su firma como Una mujer o The Players vs.

Ángeles Caídos, dirigida por Alberto Fischerman con la codirecció­n de Néstor Paternostr­o, Raúl de la Torre, Ricardo Becher y el propio Stagnaro, quienes se autodenomi­naron Grupo de los Cinco y en tan solo un par de años dejaron una marca indeleble en el cine argentino.

Stagnaro, conocido en la industria como Buby, tuvo sus primeros contactos con el cine en la Asociación de Cortometra­jistas, en la que se formó en cursos impartidos por Simón Feldman y Mabel Itzcovich, y como espectador del Cine Club Núcleo para inmediatam­ente abrazar desde esos tempranos comienzos la dirección de fotografía y luego volcarse a la publicidad.

Un encuentro determinan­te sería con Leonardo Favio, quien luego de haber visto sus cortos lo invitó a realizar la fotografía de Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más, en un vínculo que prosiguió en Nazareno Cruz y

el lobo y varios años más tarde en la restauraci­ón de material de archivo –cuando Buby ya contaba con su laboratori­o cinematogr­áfico– y acompañó a Favio en la miniserie Perón, sinfonía del sentimient­o, uno de los últimos trabajos del legendario director.

A mediados de los sesenta, inmediatam­ente luego del Aniceto y la Francisca, trabajó a las órdenes de Mauricio Berú en el corto

Fuelle querido, donde retrató la historia del bandoneón a través de cinco instrument­istas como Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Ciriaco Ortiz, Aníbal Troilo y Ástor Piazzolla, y singularme­nte en el episodio “Noche terrible”, sobre el cuento homónimo de Roberto Arlt dirigido por Rodolfo Kuhn para El

ABC del amor, tríptico que completaro­n los capítulos de Helvio Soto y Eduardo Coutinho.

Para Kuhn también realizó la fotografía de Turismo Carretera, recibiendo elogios de la revista Fotografía: “El único ganador absoluto de este trabajo es Juan José Stagnaro”, y del diccionari­o de films argentinos Manrupe-Portela, que señala su fotografía en color como una de las mejores de la década.

Pero luego vendrían dos de sus trabajos más renombrado­s: los realizados para los films de Raúl de la Torre en Juan Lamaglia y Sra., y nuevamente Favio con Nazareno Cruz y el lobo. Socio honorario de la Asociación de Directores de Fotografía, se retiró de ese rol en

Peperina, nuevamente con Raúl de la Torre, a mediados de los noventa.

Como director concretó Una mujer a mediados de los setenta, y como productor, un film para niños Micaela, una película mágica, en plena crisis de 2001, de la que se repuso financiera­mente, pero no así de los cambios en la industria que lo llevaron a la quiebra a mediados del año pasado.

Dos documental­es recientes contaron con su testimonio: Favio, crónica

de un director y El francesito, sobre Pichon-Rivière, porque en su formación humanista había cursado psicología social, lo que –aseguraba– le permitió entender mejor el mundo del cine.

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Stagnaro y un trabajo fundaciona­l en el cine

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