La economía colaborativa llegó a las aulas
Ferias de usados, trueques, compras colectivas, grupos de Facebook y plataformas online: todo vale para hacer frente a los precios de la canasta escolar
Hace una semana, Soledad Fandiño (homónima de la conocida modelo y actriz) preguntó en Facebook por lugares para comprar útiles al por mayor. Enseguida, tenía el dato de dos o tres librerías, propuestas para intercambio de libros y hasta algunos tips adicionales de ahorro, como el dato de una emprendedora que hace uniformes y los vende más baratos que en las casas de venta al público. “Hice la publicación en un grupo de Facebook que se armó de colegios. Es la primera vez que lo hago, hasta el año pasado siempre fui a la librería más cercana a casa, o compraba el uniforme nuevo en el lugar donde la escuela recomendaba. Pero este año, no”, dice Soledad, mamá de un hijo que pasa a séptimo grado.
Con el dato de Casa ABE, un mayorista con sedes en Balvanera y Villa Crespo, Soledad junto con otras madres del colegio al que asiste su hijo en Caballito y una amiga, mamá de cuatro hijos, se juntaron porque así consiguen ahorrar en cuadernos, libros, carpetas, mochilas, cartucheras y útiles varios. La idea, claro, es abaratar costos. Lo mismo con los libros de texto. Si Soledad consigue que al menos 30 padres del colegio se pongan de acuerdo para comprar en el mismo lugar la bibliografía pedida, un mayorista de libros les prometió hacerles un precio muy conveniente. “Tengo la esperanza de que lo que me sale $1300 por materia (son cinco, contando catequesis), me quede en novecientos –dice Soledad–. Y los útiles calculo que me saldrán unos $1500 comprando todo en el mayorista que me pasaron”, calcula.
De la compra individual, en comercios tradicionales, a ferias de usados, trueques, compras colectivas y “data” compartida. La economía colaborativa llegó a la compra de útiles, que por estos días supone una erogación entre 5000 y 8000 pesos si incluimos en la canasta escolar libros y algunas prendas del uniforme. Pero detrás de ese primer objetivo de ahorrar, se vislumbra también un cambio cultural en los hábitos de compra, mucho más acorde a los tiempos de desconsumo o consumo responsable de la época. Y por supuesto con las redes sociales como protagonistas excluyentes de esta modalidad. Porque además de Facebook, el lugar natural de encuentro e intercambio de datos e información, aparecieron plataformas que reúnen a personas que necesitan un libro de texto con otras que lo tienen, o que quieren donar el uniforme que ya no le va al hijo o que busca hacer un trueque.
“El año pasado mi hijo necesitaba un libro que le pedían en su escuela y, a pesar de recorrer muchas librerías, no podía encontrarlo. Empezaba quinto grado y pensé que si un chico que pasaba a sexto del mismo colegio podía venderle su libro, nos ahorraríamos muchísimo tiempo y dinero. Ahí nació la idea de Aclases”, cuenta Guillermo Arias, cofundador de la una app devenida en plataforma que busca facilitarles a los padres el acceso a los materiales específicos de cada colegio y, a su vez, ayuda a la economía familiar. “En la plataforma, las familias publican lo que ya no usan para que otros puedan aprovecharlo”, agrega Guillermo, que después de hacer una investigación estima que una familia tipo tiene entre 17 y 20 artículos escolares que no utilizará nunca por un valor aproximado de 3000 pesos.
“La plataforma se basa en los principios de la economía colaborativa y viene a solucionar la dificultad que enfrentan muchos padres a la hora de encontrar determinados libros o materiales. Se calcula que cada familia realiza una inversión inicial de $7500 a $8000 por hijo para la compra de la lista escolar a principio de año. Con este sistema las familias pueden ahorrar hasta un 70% de ese costo, ya que libros, uniformes y útiles escolares que quedan en desuso, pueden intercambiarse o venderse a un precio justo y de paso cumplimos con la regla de las ‘tres R’: reducir, reciclar y reutilizar los materiales escolares”, plantea Arias.
Aunque tiene pocos meses de vida, ya hay cargados unos 500 productos. “La cuestión de la lista de útiles era algo que no estaba alcanzado por el boom de la economía colaborativa. Pero hoy vemos que la gente tiende a buscar soluciones colectivas, a agruparse, está creciendo en los colegios la compra comunitaria. Nosotros la solución que brindamos es que con todo lo que te sobró del año pasado puedas comprar lo que necesitás para este año. Se trata de optimizar los útiles para que otros puedan aprovecharlos”.
Otra opción para aplicar la economía colaborativa en la vuelta a clases son los grupos cerrados en Facebook como Cheap 2 Cheap by Macarena Rawson Paz, creado luego de que ella se separara del padre de sus cinco hijos. De a poco, sin proponérselo, se volvió una referente de la nueva economía que pone foco en la venta persona a persona, a precio justo (o “cheap”, como definen sus más de 450.000 usuarios activos) y donde la confianza es el principal activo, porque se trata de un grupo cerrado al que se accede solo por invitación. Desde que se armó el grupo madre, se fueron creando pequeños grupos más específicos: de niños, de muebles, de antigüedades y... de colegios.
En los días previos al comienzo de clases Cheap 2 Cheap College ya tiene más de 10.000 miembros y unas 600 publicaciones nuevas que se subieron en los últimos días. Es decir, es de los más activos de los creados por Rawson Paz por estas horas. Pero aunque es un grupo dedicado a la compra y venta de útiles y todo tipo de materiales escolares, también resulta un espacio bastante propicio para hacer consultas a otros miembros acerca de cuestiones relacionadas con la educación, como a qué colegio mandar a sus hijos el año próximo.
Ahí se consiguen desde útiles y libros usados en buen estado o casi nuevos hasta datos de dónde comprar uniformes o zapatos escolares fuera del circuito tradicional propuesto muchas veces por el mismo colegio a precios más baratos y recomendaciones de maestras particulares e integradoras, de niñeras y hasta de lugares donde realizar los estudios médicos obligatorios para empezar primer grado. Porque uno de los fuertes de estos grupos que se arman en Facebook de mujeres que además son madres es el de compartir datos (Rawson Paz los llama “datazos”) que te salvan el día o al menos te alivian un poco el peso de la billetera.
Incluso, en estos grupos se organizan muchas de las compras colectivas al por mayor que se están haciendo por la vuelta a clases. Ella misma, con otras 12 mamás, se fue a un mayorista en Bella Vista para armar las mochilas de sus 5 hijos y de otras madres. “Siempre digo que Cheap 2 Cheap no es un grupo, es una comunidad de 450.000 miembros. El grupo College lo armé el año pasado para que haya un lugar donde se vendan uniformes en excelente estado o los libros del año anterior –dice Macarena–. Más allá del uniforme y los útiles, que ya es mucho, los colegios piden un montón de cosas extra como canilleras o palos de hockey que nuevos son carísimos y que en el grupo se consiguen usados casi nuevos a muy buen precio. Hay que aprender a reutilizar. Y también a darles lugar a pequeños emprendedores: hay mujeres con emprendimientos muy buenos como etiquetas personalizadas o que hacen luncheras o fabrican uniformes que realmente te salen más baratos”.
Hace seis años, Sara Caviña Naón estaba haciendo cola para comprar el uniforme de sus hijos. Estaba con unas amigas en el local y en medio de tanta espera se les ocurrió empezar ellas mismas a hacerlos y venderlos por Internet, cosa de evitar las molestas colas. Además de ahorrar tiempo, se propusieron venderlos a precios por debajo del mercado pero manteniendo una alta calidad. Así nació Bies, el em- prendimiento de uniformes que busca ahorrar tiempo y dinero. “Lo que surge como una solución para las madres es siempre bienvenido –dice Sara–. En febrero, entre el calor, las vacaciones y la compra de útiles se vuelve todo caótico y entonces se buscan alternativas que sean cómodas. Las casas de uniformes son como monopolios. Además de tener que hacer cola, no les interesa la calidad. Nosotras hicimos cambios como bolsillos para poner el celular o pantalones sarga con elástico y sin cierre ni cinturón par a los más chiquitos ”.
Si bien producen uniformes para cinco colegios, también tienen una amplia línea de genéricos como el pantalón sarga gris, camisas, sweaters y equipos de gimnasia lisos, shorts, bermudas y chombas. Y también sumaron accesorios como botellitas, antiparras y mochilas.
Lista la lista
Otra alternativa para la compra de útiles surgida de la nueva economía es la de las librerías que trabajan con las listas de los colegios cercanos o de la zona y ofrecen la posibilidad de resolver todo con un solo clic. Es el caso de Office Digital, que es una de las más elegidas por quienes mandan a sus hijos a colegios de la zona norte, como el Buenos Aires High School, (Baehs), el Belgrano Uno, el Tarbut, el Jacarandá o el Pilgrim’s, entre otros (hay más de 30). Allí ya están publicadas las listas de cada colegio divididas por grado, turno y materias especiales. Solo hay que modificar la cantidad si se desea, pagar y esperar el envío, que se paga aparte, o también se puede retirar personalmente por Núñez. Los precios son de mayorista.
Otra librería que tiene por estos días el servicio de listas precargadas e identificadas por escuela y grado es Staples, que este año inauguró la sección Colegios (www.staples.com.
ar/colegios) para agilizar la compra. En aquellos casos en que el listado del colegio no está, el padre lo puede enviar por mail y pedir que la suban al sitio y como compensación se le hace un 25% de descuento si la compra. Incluso, puede sacar tur- no online con un “experto en vuelta al cole” que lo espera en la tienda con la lista ya armada para que, a lo sumo, solo les quede elegir los productos donde los niños suelen tener muchísima influencia como mochila, cartuchera y carpetas.
Pero esta modalidad que empezaron a hacer las grandes librerías, el matrimonio de Dalia y Ariel Berger la aplican desde hace 10 años cuando decidieron reconvertir su librería en una de comercio online. Con el tiempo, Dalia Listas Escolares se volvió muy popular sobre todo en las redes sociales. Ellos reciben por mail la lista, hacen un presupuesto y si el cliente está de acuerdo, se la entregan sin costo al otro día en la casa. Sólo aceptan efectivo porque los precios son realmente bajos.
“Empezamos hace 10 años. Con Dalia, mi mujer, teníamos una librería tradicional y la reconvertimos a una virtual, que no significa que sea impersonal. Aunque la atención es vía mail o WhatsApp el trato es bien personalizado. Eso se nota en que hay madres que empezaron con nosotros cuando el hijo iba a jardín y hoy ese chico está terminando séptimo grado”, dice Ariel.
En plena temporada alta de trabajo (que implica trabajar el fin de semana y los feriados de Carnaval) por día, se arman y entregan unas 20 listas. El precio es variable: parten desde los $1000 hasta los $7000 pesos si son colegios bilingües donde el mayor costo se lo llevan los libros en inglés. Esto sin dos elementos claves como son la cartuchera y la mochila, dos productos que decidieron dejar de comercializar porque no se adecuaban a la nueva modalidad: los chicos quieren ir y elegirlos ellos mismos en el lugar. “Somos un e-commerce de artículos de librería estándar, tipo commodity. Por eso no vendemos ni cartucheras ni mochilas”, explica.
“Crecimos con el boca en boca y ahora nos consolidamos con las redes sociales. Las madres nos recomiendan en los grupos de WhatsApp o en Facebook por ser rápidos, eficientes y por tener excelentes precios –asegura Ariel–. Nosotros somos cultores de la economía justa, es decir, no multiplicamos por tres como hacen los demás. Y trabajamos solo con primeras marcas con márgenes de ganancias bajos, pero con mucho volumen de ven- tas. No es lo mismo vender A que B o C, los costos son diferentes”, plantea y sostiene que la red social que los popularizó te puede jugar a favor o en contra. Son importantes, por eso pusimos a nuestro hijo de 16 años a manejarlas. Es nuestro community manager”.
Ximena Desaloms es mamá de Chiara y Marco Mellara. Hace unos años, cuando recibía la lista de materiales que mandaba el colegio se la pasaba recorriendo librerías y hasta iba a mayoristas. Pero ya no. “Cuando conocí el servicio de listas de Dalia de verdad que me cambió un montón. La lista que mandan los colegios es demandante, me iba a diferentes librerías, recorría, tenía que empaquetar, guardar... Esto es es súper práctico, barato y los recibís en tu casa Lo mismo con los libros, te los consiguen todos, incluso los de inglés y tiene buenos precios”, dice Ximena, que ya no se estresa cuando recibe la lista de materiales a fin de año.
Precio vs. calidad
Un debate que divide por estas horas a los padres que se encuentran frente a una góndola seleccio- nando los materiales que usará su hijo durante el resto del año: ¿se prioriza la calidad que en teoría aseguran las primeras marcas o se prefiere el precio que se encuentra en las de segunda línea? Para Isabel San Martín la respuesta es casi obvia. Madre de tres hijos (dos en primaria y uno que pasó a secundaria) el costo bajo es prioridad. “Lo primero que hago es fijarme en el precio. Con el primero de mis hijos hacía lo contrario: iba con él, dejaba que eligiera y le compraba sólo lo mejor: el cuaderno Rivadavia tapa dura, la lapicera Parker, los lápices Faber Castell... Pero la experiencia te va enseñando que los chicos no cuidan las cosas, los útiles se pierden, a pesar de que están todos con nombre, o se rompen o se lo presstan a un amigo y la verdad no tiene sentido gastar tanto en algo que no va a durar todo el año”.
“Para mí depende de qué clase de útil sea”, interviene Rawson Paz. “Yo lo que recomiendo es que las mochilas sean buenas y sin carrito. Hay que invertir en una mochila buena aunque dure un solo año no porque se haya roto, sino porque el chico siempre va a querer cambiarla. Pero es un gasto que uno se puede dar, si lo prorrateás en un año son 100 pesos por mes –dice–. Pero en el resto no se justifica tanto gasto: en las carpetas, en todas, se falsean los ganchos, los lápices se pierden y hay que reponer cada dos meses... Por eso no es lógico gastar en primeras marcas porque no duran y las segundas marcas duran lo mismo y cuestan la mitad. Cuando tenés un solo hijo es una cosa, pero cuando tenés dos, tres o cinco, como yo, hay que priorizar el ahorro. Creo que la gente, tenga o no tenga plata en el bolsillo, es más consciente de la necesidad de reutilizar y de no tirar el dinero. En definitiva, de comprar mejor.”
“Hay que aprender a reutilizar y darles lugar a pequeños emprendedores”
“Somos cultores de la economía justa, no multiplicamos por tres como los demás”
“Conviene invertir en una mochila buena, aunque dure un solo año”
“Cuando tenés más de un hijo, hay que priorizar el ahorro”