LA NACION

El guitarrist­a Nicolás Ibarburu cruza el Río de la Plata con su nuevo CD Casa rodante, que presenta hoy en la Usina del Arte

Después de más de dos décadas como músico de Jaime Roos, Rubén Rada y Fito Páez, el uruguayo apuesta a su carrera solista con su segundo CD; hoy lo presenta en Buenos Aires

- Mauro Apicella

Nicolás Ibarburu toca con su guitarra un tema de su último disco, Casa rodante, en un programa de la televisión uruguaya y al terminar la conductora dice: “A los 60 años va a seguir pareciendo un gurí”. Y eso es cierto. El cabello largo, como a los 17, y del mismo color. Ni siquiera asoman canas. Pero por dentro sí hay canas. Las de un tipo de 43 que comenzó a tocar con Jaime Roos prácticame­nte cuando era un adolescent­e; las de un músico de sesión que después de participar en tantos proyectos (fue parte de las bandas de Rada y de la Fito Páez, entre otros) se convirtió en solista. Hubo un primer disco que pasó inadvertid­o. Y ahora llega el segundo, que publicó a mediados del año pasado y que presentará esta noche, en la Usina del Arte, con canciones propias y, sobre todo, con un cambio de rol, ese que lo ubica como un hacedor e intérprete de canciones.

¿Suena demasiado fuerte decirle cantautor? “Sí, me suena un poquito fuerte pero me voy encontrand­o en ese rol”, dice antes de subirse al barco en Montevideo, para el concierto que hoy dará al frente de su sexteto.

“Creo que es lo que más me costó, porque mi trabajo es más fluido y evoluciona­do con la guitarra que como cantor. A la voz la voy puliendo. Y yo voy aceptando las limitacion­es. Pero no quería postergar este sueño de cantar mis canciones. Ahora se me hizo una necesidad. Sobre todo cuando veo a amigos que están versionand­o algunos de esos temas.

La historia de Nico comenzó al revés de la mayoría de los músicos. No hizo un recorrido por el under montevidea­no antes de ser conocido. Comenzó jugando en la primera división de la música uruguaya. Se lo conoció como uno de “los mellizos” de la banda de Jaime Roos.

“En un momento empezás a acostumbra­rte a que te vean 40.000 personas en un show de Jaime, Fito o Rada. Pero a la hora de hacer lo tuyo estás en un boliche con tres mesas ocupadas. Ahí está el crecimient­o, la aceptación de lo que hacés y el hecho de salir a buscar. Porque mi búsqueda es el proyecto solista. Hoy estoy más cerca de eso que de esperar a que alguien me llame para tocar. Me ha hecho bien. Me encontré conmigo mismo. Y apuntaré a un tercer disco.Ya tengo un par de temas”.

Nicolás viene de una familia de músicos, con tres hermanos que comparten escenarios y discos: su mellizo Martín (baterista) y el mayor, Andrés (bajista). A principios de los noventa tenía con Martín, Gustavo Montemurro y Federico Righi una banda de música instrument­al llamada Pepe González. Jaime Roos los vio en un festival y convocó a los mellizos para ser parte de su banda.

Nicolás tocó con Jaime durante 18 años; en ese tiempo también alternó esa actividad con la de otros músicos, como el grupo de Rada (de hecho, forma parte del proyecto tanguero que lleva adelante el moreno oriental) y con Fito Páez, durante dos años, con quien grabó y tocó en las giras de los discos Abre y Rey Sol (de 1999 y 2000, respectiva­mente). Desde entonces mantuvo proyectos con sus dos hermanos y tocadas con muchos otros músicos de la Argentina y Uruguay. Por eso en su disco pueden participar voces tan diferentes como las de Martín Buscaglia y el entrerrian­o Carlos “Negro” Aguirre. “Soy muy fan de Aguirre. Un día me invitó a participar en un ciclo en Santa Fe. Para mí es una bendición que ahora esté en este disco”, dice.

Casa rodante es un disco de canciones. Y si se pudiera aventurar la proyección de la música de Ibarburu de aquí en adelante, segurament­e se afiance a partir de temas como “Caminar” y, especialme­nte, “Mapa tesoro”, el hit de este disco. El candombe canción parece su norte, aunque en casi un cuarto de siglo de ganarse la vida profesiona­lmente, está atravesado por muchas músicas.

Si le dan a elegir, el funk (tocado a la manera uruguaya) es el lenguaje con el que se siente cómodo como guitarrist­a, desde que a fines del siglo pasado escuchó a músicos como Hiram Bullock, cuando el guitarrist­a era parte del proyecto discográfi­co de Rubén Rada Montevideo, que dio dos álbumes y memorables actuacione­s. Pero quien escuche otros proyectos de Ibarburu se dará cuenta de que su universo es mucho más amplio.

“En un momento de mi vida me descubrí en el funk. Porque en ese momento me planteaba qué tipo de músico quería ser. Pero hoy también es el tango una música que me tira muy fuerte. Mi viejo tocaba la viola y si bien era más clásico le gustaba el tango. A mí me llegó un poco más de grande, como nos pasa a todos. Tengo un grupo con el que tocamos tango. Para mí es una conexión con mi viejo”.

Su contexto musical es bastante familiar. A veces de manera concreta, otras a través de conexiones como las que define con su padre, a partir del tango. Incluso con Rubén Rada, a quien también considera una especie de padre.

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maia alcire Nicolás Ibarburu presentará su segundo CD

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