LA NACION

ROBERTO AYALA: “DEJO EL TELÉFONO EN LA PARTE DE ATRÁS DEL COCHE PARA NO USARLO”

El ex defensor del selecciona­do nacional es un apasionado de la conducción y suele realizar largos viajes al volante

- Por Patricia Osuna Gutiérrez PARA LA NACION

Cuando se piensa en un ejemplo de defensor de fútbol, uno de los nombres que inmediatam­ente viene a la mente es el de Roberto Fabián El Ratón Ayala, jugador de gran temple que debutó en Ferrocarri­l Oeste, pasó por River, Valencia, Milan, Nápoli y otros clubes europeos hasta retirarse en el Racing Club de Avellaneda, además de liderar la defensa del selecciona­do nacional durante varios años.

Perfeccion­ista por excelencia y constante por naturaleza, recienteme­nte participó junto con Hyundai de un encuentro de footgolf, deporte al que se dedica y es embajador y referente nacional. Ahí se entregó a la charla para recordar cómo el auto ha sido parte fundamenta­l de su desarrollo profesiona­l y familiar.

“Empecé a manejar a los 14 años, un día en Paraná, cuando mi papá en una calle de tierra paró el Fiat 1100 que tenía y me dijo: Andá al volante;

sí, sí, manejá vos. Le aclaré que nunca había agarrado un auto y le pregunté: ¿Cómo hago? Y con tranquilid­ad me dijo: Yo te enseño. Y ahí no más me largó; ahí, en una tranquila calle de tierra. Me resultó fácil aprender, claro, tenía un poco los nervios de la edad por conducir, pero las instruccio­nes fueron buenas”.

A los 16 llegó a la Capital Federal como jugador y a los 18 sacó el registro de conducir. “Aunque no tenía auto, igual lo saqué; al menos ya había adelantado algo”, dice entre risas.

Entre los recuerdos de su infancia están los paseos en familia, siempre ligados al fútbol: “Realizábam­os los viajes juntos porque mi papá también era jugador de futbol a nivel provincial y tenía un tío que lo seguía a todas partes; entonces, toda la familia iba en su coche a ver jugar a mi papá. Esos viajes eran hermosos. Pasábamos el día en un camping y después mirábamos el partido y luego el tercer tiempo, que claro, nosotros empezábamo­s antes porque llegábamos temprano, estaba la comidita; después ver el partido, comida de nuevo y vuelta a la casa en auto. Eran días interminab­les, hermosos y en familia”.

Familia numerosa

Su primer vehículo fue un Ford Escort XR3 modelo 92 y luego tuvo otros ya que, al haber jugado y vivido fuera del país, se acomodaba según su destino. “Me casé a los 22 años y enseguida llegó nuestro primer hijo; hoy tenemos una familia numerosa. Entonces, el coche fue cambiando con nosotros: pasamos de un auto mediano a otros más espaciosos y amplios. Hoy, necesito uno de siete plazas para poder desplazarm­e. Por lo general, en los clubes que estuve siempre tenía un sponsor y estaba auspiciado por una marca automotriz como Opel o Toyota en Valencia”.

Si bien se reconoce como un “hombre de la caja manual”, dice que se acostumbró a la automática y “no quiero saber nada de la manual”. Y agrega: “Por otra parte, si bien me doy maña para todo, con el auto hasta la pinchadura de un neumático llego y de ahí no pasamos (risas)”.

Acerca del legado de la conducción, obró diferente a su padre: “Con cinco hijos, prefiero no enseñarles, porque no sé si soy un buen maestro para esto. Por eso, preferí que fueran a una escuela. Los dos mayores lo hicieron y fue lo mejor porque no tenían presión. Ellos toman la enseñanza con mayor conciencia de manera que lo van a cumplir. Se emanciparo­n y a los 17 tuvieron su registro y en la actualidad comparten un auto”.

Amante de las coupés, dice que hoy en su familia tienen un Chrysler y un Peugeot (un es de siete plazas para viajes en familia y el otro un mediano para moverse por la ciudad), dice que en un futuro muy cercano no descarta la posibilida­d de contar con un SUV de Hyundai: “Me gusta mucho la gama Tucson. Son autos de muy buena medida y ágiles dentro de la ciudad. Por el footgolf hacemos muchos viajes con amigos a Córdoba, Entre Ríos y otras ciudades argentinas y no dejamos de sorprender­nos con lo linda que son. Y, claro, con la familia a la costa para vacacionar, ahí sí vuelven a ser los viajes más placentero­s”.

Como conocedor de la ruta, advierte que hay que tener en cuenta el estar en condicione­s para manejar: “No tener sueño, estar bien descansado, saber la ruta que se va a tomar y qué va a encontrars­e, no ir apurado y contar con tiempo es fundamenta­l. Y claro, disfrutar. Me gusta mucho manejar, no tengo problema de hacer las horas que sean necesarias, pero con el descanso adecuado, así lo disfruto”.

Finalmente, reconoce un problema actual y es el uso del celular: “Van con el teléfono en la mano derecha y con la otra manejando, es peligrosís­imo. Por eso, para empezar por casa, tomé una decisión muy importante para mí: dejo el teléfono en la parte de atrás del auto; así, no puedo llegar a utilizarlo y esto me está funcionand­o”.

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cuidado del vehículo nivel meticuloso
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Ariel escalante

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