LA NACION

Estrategia­s de cobertura para la soja: ¿sí o no?,

- por Enrique Erize

Ya comenzado febrero, el tema recurrente entre los productore­s agrícolas argentinos es el clima. Una vasta porción de la pampa húmeda acusa la falta de oportunas lluvias y si bien la situación podría calificars­e como “overa” (hay zonas con cultivos en buen estado), la cuestión también es motivo de atención para los operadores de Chicago.

De allí la volatilida­d verificada en dicha plaza en las últimas semanas. En su última estimación mensual, publicada anteayer, el USDA ajustó en baja la producción argentina, pero compensó con una suba similar en la cosecha de Brasil y los fondos especulati­vos de inversión intentan posicionar­se en consecuenc­ia en un contexto financiero internacio­nal muy condiciona­nte para estos actores.

Pero la plaza no es “matemática”. Suponer que un simple cambio en los volúmenes de producción de un producto (para arriba o para abajo) es suficiente para marcar tendencia en las cotizacion­es es una tremenda simplifica­ción. La actitud de la oferta es la clave. Basta con mirar lo sucedido con la soja en nuestro país en el ciclo 2016/17.

A pesar de muchas opiniones que se expresaban a favor de la convenienc­ia de vender la soja y comprar Lebac, el resultado final muestra que quienes se quedaron en soja no se equivocaro­n. Es decir, la actitud de los tenedores de la mercadería siempre es un factor de mercado. Que haya soja es un dato tranquiliz­ador para la demanda, pero si los tenedores de la misma no venden la historia se hace algo más incierta. De allí que no siempre los datos del USDA marquen tendencia.

Hoy, no hay dudas de que la cosecha argentina de la oleaginosa está “tocada”. Las proyeccion­es varían entre 54 millones de toneladas (optimistas) y algunos que se animan a proyectar menos de 50 millones si las lluvias no llegan en el corto plazo. Semejante circunstan­cia paraliza las decisiones comerciale­s y ello es explicable. Muchos dudan en realizar coberturas, aun reconocien­do que los precios dan muy bien en el Excel.

A tal efecto, se impone una interesant­e reflexión. Los mercados de futuros y opciones permiten definir un precio mínimo asegurado sin necesidad de compromete­r producción física. Ello se logra comprando un put (opción de venta). Hoy por hoy, se puede definir un precio piso asegurado del orden de los US$265 para mayo, pagando una prima de US$6 por tonelada. No está mal. Si los precios suben, el seguro no sirvió, se acompañan las subas y el único sacrificio en el que se ha incurrido es la prima pagada.

El put sintético (ventas forward con el complement­o simultáneo de compra de un call) logra el mismo objetivo. Aunque esta combinació­n sí implica un compromiso físico, permite asegurar un precio mínimo superior. En tren de analizar alternativ­as, también se puede evaluar la venta de soja noviembre cerrando tipo de cambio en el Rofex. Ello permite asegurarse un precio para la soja de $6600, que, comparado con los 5500 de mayo, implican una tasa de interés del 20% por 6 meses. También existen ingeniería­s comerciale­s combinando ventas con Lebac, etcétera.

Más allá de las combinacio­nes posibles (que son muchas), lo cierto es que este año los precios a cosecha son atractivos y plantearse la posibilida­d de actuar efectiviza­ndo coberturas es absolutame­nte procedente. No somos bajistas. Pero llamamos a la prudencia.

Este año los precios a cosecha son atractivos y plantearse la chance de actuar es procedente

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