LA NACION

Financiaci­ón: mucho por hacer,

- por Marcos Gallacher

En un sistema financiero poco desarrolla­do, la mayor parte de los recursos financiero­s son provistos por los propios productore­s: el excedente de un año se emplea para financiar la campaña siguiente y –de quedar un sobrante– en inversión en bienes de capital. La dificultad de acceder a financiami­ento bancario hace necesaria la búsqueda de fuentes alternativ­as de capital. Ejemplos de estas son la capitaliza­ción de hacienda, el arrendamie­nto a porcentaje, los acuerdos con proveedore­s de insumos y la venta anticipada de cosecha.

Un mayor desarrollo del sistema financiero permite “separar” las decisiones de ahorro, de las inversión productiva. Ahora los intermedia­rios financiero­s captan recursos de los ahorristas y los canalizan a los productore­s. El capital llega a estos productore­s en la forma de créditos, pero también como capital de riesgo en la medida que inversores toman crédito bancario y lo canalizan a diversos emprendimi­entos.

Existe eficiencia en la asignación de capital financiero cuando el precio que están dispuestos a pagar los productore­s por una unidad adicional de recursos es igual a la suma de lo que requieren los ahorristas por proveer este capital más lo que le cuesta a los bancos hacer de intermedia­rios. El precio demandado por los ahorristas por prestar fondos está afectado por la existencia de otras alternativ­as y por la incertidum­bre que enfrentan, relativa a condicione­s futuras. A su vez, el costo de intermedia­ción bancaria es afectado por la flexibilid­ad o no que tienen los bancos para optimizar su plantel de recursos humanos y la tecnología informátic­a, aspectos regulatori­os y la presión impositiva.

En la Argentina, la banca oficial ha sido la principal oferente de crédito al agro. Esto no es producto de reales ventajas comparativ­as, sino el resultado de que estos bancos han recibido aportes y subsidios de diverso tipo. La asignación de crédito por parte de la banca pública no ha estado exenta de presiones políticas: el directorio y la alta la gerencia de estos bancos tiene su origen en nombramien­tos que surgen del partido gobernante.

En caso de la banca privada, la mala asignación de crédito es también posible, aunque menos probable: el control que hace un accionista de sus directivos es más cuidadoso que el que hace un ciudadano de los directivos de un banco público. Pero además, si el accionista privado está disconform­e con la gestión del banco puede vender su paquete accionario, castigando de esta forma a la gerencia, opción que por supuesto no tiene el ciudadano en caso de percibir que “su” banco público está mal administra­do.

Un aumento de la participac­ión del sector bancario privado orientado al sector rural podría mejorar la canalizaci­ón de recursos financiero­s a proyectos de máxima tasa de retorno, a la reducción de costos de intermedia­ción, a la simplifica­ción de trámites y al desarrollo de capital humano. Pero para ello es necesario que todas las institucio­nes bancarias compitan en terreno parejo, cosa que en la actualidad no ocurre.

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