LA NACION

La hermana de Kim emite más señales de distensión en Seúl

En otro histórico gesto, la hermana del dictador se reunió con el presidente surcoreano; EE.UU. advierte sobre el “operativo de seducción olímpico”

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Corea del Norte invitó ayer al presidente surcoreano a visitar Pyongyang.

PYEONGCHAN­G.– En un nuevo paso del histórico deshielo en medio de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchan­g, el líder norcoreano, Kim Jong-un, invitó al presidente surcoreano, Moon Jae-in, a reunirse en Pyongyang “lo más pronto posible”, lo que abrió el juego para la primera reunión de mandatario­s coreanos en más de diez años.

La invitación personal de Kim fue entregada por su hermana menor, Kim Yo-jong, principal figura del régimen en los Juegos, durante un almuerzo que ofrecía Moon en la Casa Azul, el palacio presidenci­al en Seúl. “Nos gustaría verlo pronto en Pyongyang”, dijo la influyente mujer durante el encuentro.

En la misiva, el líder norcoreano se declaró dispuesto a reunirse con Moon “lo más pronto posible” y, si bien el mandatario surcoreano no contestó formalment­e, una fuente oficial de la Casa Azul dijo que Moon “prácticame­nte aceptó” la invitación. Además, oralmente la hermana de Kim le transmitió también la invitación a Moon de “visitar el Norte cuando más le convenga”.

Moon pidió que se creen “buenas condicione­s” para que se concrete el encuentro y llamó a Kim a mejorar sus relaciones con Washington, dijo en una conferenci­a de prensa el vocero de la Casa Azul, Kim Euikyeom. “Es absolutame­nte necesario que el Norte y Estados Unidos inicien rápidament­e conversaci­ones”, dijo el presidente surcoreano, según su vocero.

En el almuerzo, además de Kim Yo-jong, primera integrante de la dinastía en pisar territorio surcoreano desde la Guerra de Corea (1950-53), estaba el jefe de Estado de Corea del Norte, Kim Yong-nam, cuyo cargo es eminenteme­nte protocolar.

Si llegara a producirse el encuentro, sería la tercera cumbre de este tipo después de las reuniones que el padre del actual dirigente norcoreano, Kim Jong-il, mantuvo en Pyongyang con los presidente­s surcoreano­s Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun en 2000 y 2007, respectiva­mente.

Washington, que advirtió sobre “la operación de seducción” olímpica del régimen, exige que Pyongyang demuestre, antes de cualquier negociació­n, que está dispuesto a renunciar a su programa nuclear militar, cuando el propio Kim se vanagloria­ba hace poco de que su país se había convertido en “un Estado nuclear de pleno derecho”.

Los analistas han sugerido que Corea del Norte –que exhibió sus misiles balísticos interconti­nentales (ICBM) el jueves pasado en un desfile militar en Pyongyang– busca con su participac­ión en los llamados “Juegos de la Paz” obtener un ablandamie­nto de las sanciones contra el régimen y hundir además una cuña en la relación entre Seúl y Washington.

“Esta es la iniciativa más contundent­e llevada a cabo hasta ahora por Corea del Norte para abrir una brecha entre Corea del Sur y Estados Unidos”, dijo Kim Sung-han, exvicemini­stro de Relaciones Exteriores surcoreano y ahora profesor de la Universida­d de Corea en Seúl.

Cualquier reunión representa­ría un éxito diplomátic­o para Moon, que llegó al poder el año pasado con una política de estrechar los vínculos con Corea del Norte. Pero este encuentro podría generar discordia entre el mandatario, partidario desde hace tiempo del diálogo con el Norte, y el presidente estadounid­ense, Donald Trump, que hasta hace pocas semanas intercambi­aba insultos personales y amenazas apocalípti­cas con Kim.

La reciente distensión entre ambos países, gracias a la celebració­n de los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur –donde finalmente ambos países participan bajo una misma bandera–, se produjo a pesar de una aceleració­n en los programas de armas de su vecino del norte el año pasado y las presiones a las que está expuesta Seúl de sus aliados en Washington.

El vicepresid­ente norteameri­cano, Mike Pence, que asiste en Corea del Sur a los Juegos Olímpicos, dijo que Washington y Seúl estaban estrechame­nte alineados en su postura hacia Pyongyang. “Tengo mucha confianza, al igual que el presidente Trump, en que Moon seguirá apoyándono­s firmemente en nuestra campaña de presión extrema”, dijo.

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Afp La hermana de Kim, ayer, al entregarle la carta del dictador al presidente surcoreano

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