LA NACION

El revival de Mussolini en una comedia genera polémica en Italia

Sono tornato, que muestra al Duce en la actualidad, abrió debates y disparó críticas

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– Sono tornato (He regresado). Es el título de una comedia que está dando mucho que hablar en Italia, en la cual, repentinam­ente y tras una explosión misteriosa, Benito Mussolini, el padre del fascismo, vuelve al país 72 años después de su muerte en un fusilamien­to, el 28 de abril de 1945, a los 61 años. La película es una versión italiana de otro film parecido que se hizo en Alemania con Adolf Hitler, que pinta un retrato terrible de la Italia actual.

El Mussolini que regresa en pleno verano de 2017 a una Roma caótica, interpreta­do por el actor Massimo Popolizio, en vez de ser puesto en el banquillo y denostado por lo que significó para la historia italiana –la dictadura fascista, la derrota en la Segunda Guerra Mundial, las leyes raciales contra los judíos–, se vuelve un fenómeno televisivo. Al mejor estilo de los reality shows, Mussolini se torna un divo que, si bien denuncia ese sometimien­to de los italianos a la caja boba, rompe todos los récords de audiencia.

Tanto es así que la mayoría de la gente, en vez de increparlo por la calle –hubo cámaras reales para esas escenas– se saca selfies con él, lo saluda con el brazo en alto y lo viva, lo que habla de un pueblo, el italiano, indulgente con sus líderes.

En la película nadie se da cuenta de que ese extraño hombre pelado, al parecer disfrazado, es realmente el Duce. Y todos se ríen cuando proclama cosas “políticame­nte no correctas”, al atacar una “democracia en putrefacci­ón”, a inmigrante­s, a gays y gente de izquierda. En la comedia, Mussolini, que atrapa a la audiencia porque muchos comparten sus ideas, señala los males de la Italia actual, un país sin líder fuerte al mando, económica y moralmente a la deriva, marcado por escándalos de corrupción continuos.

Sono tornato, que al principio hace reír, pero que termina como un drama grotesco, se estrenó la semana pasada en momentos de gran preocupaci­ón por el auge de grupos de extrema derecha neofascist­as. Y en plena campaña electoral en vista de las elecciones para renovar el Parlamento del 4 de marzo próximo, en las que, según los sondeos, ganará una alianza de derecha auspiciada por el ex primer ministro Silvio Berlusconi, en la que participa la xenófoba Liga Norte, pero sin los números necesarios para formar un gobierno.

La comedia se estrenó, además, un día antes de que Italia quedara conmovida por un ataque xenófobo en la ciudad de Macerata. Allí, Luca Traini, un italiano de 28 años, el sábado pasado les disparó desde su auto a inmigrante­s extranjero­s; hirió a seis africanos.

Antes de ser detenido por la policía, Traini, envuelto en una bandera tricolor, hizo el saludo fascista y gritó “¡Viva Italia!”. Ligado a grupos de extrema derecha y excandidat­o municipal de la Liga Norte, actuó así para vengarse de un nigeriano, presunto autor del terrible asesinato de una chica italiana de 18 años, que apareció descuartiz­ada en dos valijas en la campiña de la zona.

Traini se convirtió en una suerte de “justiciero” para esa parte de italianos que, en los últimos años, ha ido incubando rabia y sentimient­os racistas por la oleada migratoria.

“Estamos en el umbral de una estación neofascist­a de tonos y actitudes y la política debe denunciarl­o”, advirtió Graziano Delrio, ministro de Infraestru­ctura del gobierno de Paolo Gentiloni. “El fascismo no es un hecho histórico, fue una tragedia, una vergüenza, fue el desastre de la guerra. Y puede volver, no es una ideología totalmente derrotada. Quien justifica episodios como el de Macerata le abre las puertas al retorno del fascismo”, alertó en una entrevista con La Repubblica.

En Sono tornato, Mussolini –que gobernó durante 20 años, a partir de 1922– se asoma a una Italia totalmente cambiada, superficia­l, que le parece una pesadilla. “Había analfabeta­s en mi época y sigue habiendo analfabeta­s”, denuncia. Ve a turistas y romanos paseando en ojotas y bermudas en pleno verano y piensa, disgustado: “Chancletas, pantorrill­as desnudas. ¿Estoy en Addis Abeba? ¿Dónde terminó el Imperio?”.

Cuando intentan explicarle cómo funciona Internet, frente a una computador­a, se queja de los anglicismo­s de la lengua italiana: “¿Mouse? ¿Por qué no lo llaman simplement­e ‘ratón’?”, pregunta, espantado.

“Mi película no es sobre Mussolini, a quien no queríamos juzgar moralmente, sino sobre la Italia de hoy”, señala Luca Miniero, director de Sono tornato. “Al principio uno se ríe, pero después se avergüenza. La película nos muestra que Mussolini no es un alien y que, si da miedo, no es porque podría hacer volver el fascismo al poder, sino porque es muy parecido a nosotros y forma parte de nuestro paisaje moral”, agrega. “Además, muestra que los italianos son mucho menos distantes de la figura de nuestro dictador que los alemanes”, puntualiza. Miniero nunca imaginó que Sono

tornato se estrenarí en un período tan al rojo vivo y que tendría semejante repercusió­n. “No sé si los italianos están listos para un retorno del fascismo, pero ya están dentro del populismo, lo cual es un problema. Por eso, espero que la película nos haga reflexiona­r”.

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