LA NACION

Comodoro Py. Los jueces dejaron el equipo y ahora se defienden como singlistas

Las acusacione­s que recayeron sobre Lijo y Canicoba Corral conspiraro­n contra los intentos por agruparse para sumar fuerzas

- Hernán Cappiello

El equipo de tenis de los jueces federales de Comodoro Py 2002 está compuesto por once singlistas. Cada quien juega su partido. Algunos pelotean cómodos desde el fondo, y la ganan sin mucho esfuerzo. Pero otros terminan peleando en la red, tratando de devolver los pelotazos, sin éxito y acaban perdiendo 6-0, 6-0.

Atrás quedaron los tiempos de fines de 2017 con la corporació­n en marcha, de pie, dispuesta a desafiar al Gobierno. “Hoy cada uno corre por sus colores”, describió uno de los federales.

Están a la expectativ­a. Atrás quedaron los meses de hiperactiv­idad con procesamie­ntos, elevacione­s a juicio y una dinámica en las causas contra el kirchneris­mo que hizo crecer la considerac­ión pública de la Justicia.

El último trimestre se completó este blindaje de cara a la sociedad con las detencione­s tras la inauguraci­ón de la doctrina Irurzun, que estableció que el poder que detenta un funcionari­o, al dejar el cargo, permite presumir que puede entorpecer los casos en su contra.

Ya ordenaron detener a la plana mayor del kirchneris­mo: Cristina Kirchner, Amado Boudou, Julio de Vido, Carlos Zannini, Norberto Baratta, Ricardo Jaime y José López ocupan una celda federal. No les queda mucho más.

Los jueces que están bajo fuego son Ariel Lijo y su colega Rodolfo Canicoba Corral. Lijo, el más político de los federales, alma máter de la Asociación de Jueces Federales (Ajufe) terminó el año cuestiona- do por su patrimonio y las gestiones extrajudic­iales de su hermano “Freddy” Lijo. Completó el escenario una auditoría del Consejo de la Magistratu­ra que le señaló supuestos atrasos en algunas causas.

Lijo respondió y metió preso a Boudou, en una medida que anuló la Cámara Federal. Eduardo Farah y Rodolfo Pociello Argerich lo dejaron libre.

El consejero de Cambiemos Pablo Tonelli denunció a Lijo en el Consejo de la Magistratu­ra. Pero no es el Gobierno el que está detrás de la ofensiva. Cerca de Lijo creen que el Gobierno aprovechó la embestida que ponen en cabeza de Javier Fernández, histórico operador judicial que supo atender los problemas del kirchneris­mo y hombre de Jaime Stiuso, según declaró el propio Stiuso.

Lijo quedó golpeado por las denuncias de fin de año. Nunca antes en 17 años de juez había recibido una embestida permanente y constante durante tanto tiempo. Hará su descargo en los en los tribunales.

En el Gobierno dicen que su futuro está atado a los papeles. Si sus explicacio­nes son convicente­s, respaldada­s por evidencias y logran empalidece­r las denuncias, todo habrá quedado en el olvido.

Pero de todos modos son tantos los operadores judiciales del Gobierno en tribunales como interlocut­ores con quien tratar el problema. Imposible acordar nada con nadie.

En paralelo, Lijo tiene la causa del Correo que afecta a Mauricio Macri. Por un lado se investiga si hubo una quiebra fraudulent­a mientras lo administró Socma y por otro si funcionari­os de Macri cometieron delitos cuando aceptaron un pago mucho menor al que el Estado le reclamaba la empresa administra­da por la familia del Presidente por viejas deudas. Esa causa avanza con pocas expectativ­as.

El otro jugador que terminó el año pegado a la red es Canicoba Corral, el más antiguo de los jueces federales, después de María Servini. Canicoba compró una vida el año pasado, cuando detuvo al líder del SoMU, el Caballo omar Suárez, a quien el Gobierno quería preso. Pero el patrimonio de su esposa lo puso de nuevo en la mira.

No tiene ninguna denuncia en el Consejo de la Magistratu­ra. De excelente humor, con el cuero grueso que le da la experienci­a judicial y el asfalto de San Martín, pilotea en medio de la tormenta.

A fin del año pasado trató de armar una cena en su casa con sus colegas jueces federales. Una foto todos juntos. Pero sus pares se excusaron y no logró quórum. Hoy los federales saben que cada uno se cuida solo, y busca sus apoyos, pero de todos modos, no les gusta cuando las acusacione­s rozan a alguno de ellos.

La Ajufe, que surgió como un reclamo de los jueces federales del interior y de sus colegas de los tribunales orales federales, terminó el año pasado por convertirs­e en la imagen de la corporació­n judicial. Este año, la Asociación aún no salió a la cancha. Tal vez porque los federales están ocupados peloteando cada quien en su partido. A algunos les va bien, al punto que con facilidad sacan adelante los peores games. otros están jugando el tie break, aunque ninguno corre riesgo de terminar con muerte súbita.

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Ariel Lijo

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