Un trabajo coordinado frente al desafío de las venganzas
Las fuerzas de seguridad federales y la policía santafesina trabajan coordinadamente para abordar la violencia en la ciudad de Rosario, pero la guerra narco ya causó 29 muertes allí en lo que va del año.
La permanente disputa entre la banda Los Monos con sus enemigos por el control de la venta de droga minorista y la ahora activa presencia de otros clanes familiares, como los Funes y los Caminos, tiene en vilo a los habitantes de la zona sur de esa ciudad santafesina.
Las bandas vinculada con el negocio de la comercialización de cocaína se disputan el dominio territorial en los barrios más humildes de la zona sur rosarina. Y la disputa se volvió una guerra prácticamente descontrolada que suma casi cada día una nueva ejecución o venganza.
En enero fue arrestado Alan Funes, el joven de 18 años que lidera el clan Funes, quien estaba en prisión domiciliaria por el crimen de un miembro de una banda rival –beneficio concedido por su condición de menor al cometer ese crimen– y que se fugó de la casa de su abuela, donde cumplía el arresto, tras difundirse un video en el que se lo observa disparar una ametralladora.
El joven de 18 años fue apresado en un operativo conjunto de la policía provincial y las fuerzas federales, con la cooperación de unidades de inteligencia.
Un día después de su detención, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, mantuvieron un encuentro para abordar la ola de violencia que sufre la ciudad y trabajar en la coordinación del trabajo de las fuerzas federales en la provincia.
El ministro de Seguridad santafesino , Maximiliano Pullaro, también estuvo presente y se mostró conciliador con la ministra nacional, tras algunos chispazos previos.
Durante esa reunión, la ministra prometió pedir a la Justicia Federal que se aceleren los tiempos de las causas de narcotráfico de Rosario.
El vínculo entre la gobernación de Santa Fe con el Ministerio de Seguridad de la Nación sufrió tensiones durante los primeros dos años de la gestión de Cambiemos en la Casa Rosada. A partir de la triple fuga de los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci, en enero de 2016, creció la desconfianza de la cartera de Seguridad, encabezada por Patricia Bullrich, hacia la policía santafesina y, en octubre de ese año, se instaló un nuevo destacamento de Gendarmería Nacional en la ciudad de Rosario.
Esa fuerza –que el exministro de Seguridad Sergio Berni redujo allí en 2015– atravesó una etapa de desprestigio durante el tramo final del gobierno kirchnerista. La imagen positiva de la Gendarmería, sin embargo, repuntó durante el último año.
Cuando se creó –en medio de la tensión que se extendió por la triple fuga– el Comando Unificado, que coordina las operaciones de las fuerzas federales y provinciales, Bullrich tenía la idea de intervenir la policía santafesina por la presunta connivencia con bandas narco.
Si bien está latente la tensión entre el gobernador Miguel Lifschitz y la gestión de Cambiemos, el vínculo entre Pullaro y el ministerio nacional se recompuso y goza de mejor salud que antes. Pullaro se muestra –cada vez más– en sintonía con el diputado provincial de Pro Federico Angelini, referente del gobierno nacional en Santa Fe.