LA NACION

David Lamelas. La continua obsesión del proyecto

Pionero del arte conceptual, hijo del Di Tella y extraterri­torial por definición, prepara una gran retrospect­iva en el Malba

- Mercedes Urquiza

“En este momento estoy viviendo en Buenos Aires. Donde estoy, estoy. Si estoy en Los Ángeles vivo en Los Ángeles, si estoy en París vivo en París. Yo vivo donde estoy. No tengo un solo lugar de residencia. Ahora estoy llegando de Niza, Francia, allí paso varios meses al año y en Los Ángeles y acá en Buenos Aires. Ese sería el triángulo de mis ciudades del momento. Viví así toda mi vida”, enumera el artista argentino David Lamelas (Buenos Aires, 1946) mientras recuerda a sus padres inmigrante­s españoles: “Ya ellos eran errantes”.

“Siempre tuve la idea de que el límite geográfico de un país no me iba a limitar. Ni mi clase económica, social, ni mis propios gustos, ni mi propia estética. Quería ir más allá de eso. Entonces, yo siempre elegí irme. Y no es que no haya estado contento en los lugares que dejé,” explica Lamelas en su fresco taller de Belgrano R en estos calurosos primeros días de febrero.

“La presencia física es solamente una parte. Está también la presencia emocional, la espiritual. Incluso los 8 años seguidos que estuve sin volver a la Argentina (que fue durante la parte más dura de la dictadura militar) mi madre me decía: ‘¡No vengas, no vengas, quedate, quedate!’. Y yo me fui quedando pero nunca dejé de estar acá. El contacto emocional siguió siempre”, describe el artista mientras argumenta y refuerza su interés por el espacio y el tiempo; un interés que también se ve plasmado en su obra.

Lamelas forma parte de esa generación dorada que supo experiment­ar y expresarse, a mediados de la década del sesenta, en el Instituto Di Tella. En 1968 ganó reconocimi­ento internacio­nal en la XXXIV Bienal de Venecia por su trabajo Oficina de Informació­n sobre la Guerra de Vietnam en tres niveles: imagen, texto y audio. Se había formado en la Academia Nacional de Bellas Artes y tuvo su primera exposición de dibujos a los 14 años en Estímulo de Bellas Artes, allí donde aprendió a dibujar.

colaboró junto con Pablo Suárez, Leopoldo Maler, Rodolfo Prayón y Floreal Amor, en 1965, de La menesunda, el famoso happening-recorrido de Marta Minujín y Rubén Santantoní­n. En 1967 fue distinguid­o en la IX Bienal Internacio­nal de San Pablo junto a Jasper Johns (Estados Unidos), carlos cruz-Diez (Venezuela) y Michelange­lo Pistoletto (Italia).

El 68 es un gran año para Lamelas: obtiene una beca del British council y viaja a Londres, donde estudia en la St. Martin’s School of Arts y allí comienza a interesars­e e incursiona­r en el lenguaje cinematogr­áfico. También, ese mismo año, participa en las Experienci­as 68 del Instituto Torcuato Di Tella y representa al país en la XXXIV Bienal de Venecia, además de participar en Beyond Geometry, en el center for Inter-American Relations de Nueva York. Se describe por aquel entonces como un pibe de barrio (de Parque chacabuco), sofisticad­o, ya metido en el minimalism­o, el conceptual­ismo. Recuerda que al llegar a Londres se sentía libre, sin miedo a la policía.

“Estoy trabajando fuerte, muy fuerte porque la muestra se inaugura en un mes y medio y hay instalacio­nes que se construyen especialme­nte en el lugar. Así que hay muchísimo trabajo a hacer. Estamos con el equipo del Malba reconstruy­endo obras como por ejemplo El Súper Elástico (1965). Y también se incluirán dos proyectos de instalacio­nes arquitectó­nicas que pensé y dibujé en 1966 pero nunca antes realicé” destaca satisfecho con la propuesta. Además, en estos primeros meses de 2018 está terminando a la distancia En nuestro tiempo, una película que filmó en Hollywood que tiene como disparador central de la historia una pintura del belga James Ensor titulada La entrada de Jesús en Bruselas. Se trata de una obra que Lamelas vio por primera vez un Museo en Anveres y muchas décadas más tarde encontró en el Getty Museum de Los Ángeles.

Antes de que termine la exposición en el Malba, el siempre internacio­nal Lamelas inaugurará el 1° de junio una exposición de instalacio­nes arquitectó­nicas en Broad Art Museum de Michigan, en diálogo con la obra arquitectó­nica del mismo museo. Jovial, alegre e incansable, finaliza: “Siempre preciso un proyecto. De alguna manera trabajo como un científico preciso un proyecto para elaborarlo y sacarlo al aire”.

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