LA NACION

PJ, cámara, acción

- Graciela Guadalupe

Para asistir a una reunión familiar en la casa de la abuela María había que deponer las armas. Seis hijos –cinco casados y uno solterón–, tres yernos y dos nueras, decenas de nietos y un puñado de bisnietos. Fuera de la casona de Lanús no podían reunirse más de tres sin pelearse. Adentro, simulaban soportarse. La abuela María no tenía herencia para dejar, ni le brotaban los gestos de afecto. Pero era una matriarca italiana de carácter fuerte a la que pocos se animaban a decirle que no. La visitaban juntos, pero no unidos. Los sapos se tragaban con miel. Se decían verdades mentirosas. Y las ironías eran lo único sincero. “No estaremos cómodos, pero la pasamos juntos”, dijo un día el tío Alfredo, cuya esposa intentaba compensar con regalos horribles a todos los que la odiaban.

La reunión è finita, sentenciab­a la abuela María segundos antes de irse a dormir. Apenas traspasada la puerta de salida, el éxodo de parientes retomaba el combate. “Por donde vos pasás no crece más el pasto”, gritaba el tío Adolfo a su hermana. “Qué bruja esta mujer”, opinaba el cuñado quinielero. “Callate, vago”, le retrucaba la tía que se creía una diva porque vivía en Barracas.

Una familia tradiciona­l. Como la peronista, cuya última foto casi que conmueve. “Adonde vamos, la gente nos pide que nos unamos”, dijo Daniel Filmus al comenzar el Encuentro por la Unidad. En la imagen se los vio muy juntos a Agustín Rossi, Víctor Santa María, Fernando Navarro, Felipe Solá y Alberto Fernández. ¿Se acuerda, lector, de lo que decían algunos de ellos respecto del resto? En el caso de Fernández –exkirchner­ista, exmassista y randazzist­a al menos hasta los últimos comicios, opinaba que Cristina tenía que guardarse porque llevó varias veces al PJ a la derrota, la criticaba por “haber tirado por la borda todo lo que hizo Néstor”, por “haber perforado” el “modelo” y por conducir el país de forma “patética”. Eso, antes de reencontra­rla en diciembre pasado, porque –dijo– “con Cristina no alcanza, pero sin ella no se puede”. Hasta Hugo Moyano, destratado por la señora y perseguido ahora como nunca antes por la Justicia, se le está acercando. Como diría el tío Alfredo, no estarán cómodos, pero vuelven a pasarla juntos.

Dino Risi, uno de los directores de la inolvidabl­e comedia Los nuevos monstruos, de los 70, decía en una nota en el diario El País que la realidad italiana sobrepasab­a la imaginació­n y que bastaba con poner una cámara en una esquina. Igual que en la casona de la abuela María o en el PJ: una cámara y ¡acción!

“Con Cristina no alcanza, pero sin ella no se puede”. (De Alberto Fernández.)

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