LA NACION

Hans-Paul Bürkner. “No es posible crear empleos en un país donde no hay flexibilid­ad”

El presidente de Boston Consulting Group afirma que la Argentina está mejor considerad­a desde la era Macri, pero que las inversione­s demoran en llegar

- Texto Andrés Krom

Aunque es un alemán con títulos de las universida­des de Bochum, Yale y Oxford, Hans-Paul Bürkner conoce los vaivenes de nuestra economía como el mejor analista local. El presidente de Boston Consulting Group visita nuestro país regularmen­te hace 16 años y ha visto con sus propios ojos el devenir de la política económica criolla, desde el proteccion­ismo de la década kirchneris­ta hasta la apertura que propone Cambiemos. El consultor de 65 años inició su carrera en el Commerzban­k, el segundo banco más importante de Alemania y se unió a BCG en 1981. Desde entonces, se desempeñó como su director de la práctica global de Servicios Financiero­s, presidente de los Grupos de Práctica, miembro del Comité Ejecutivo y jefe europeo de la empresa. En 2004 fue selecciona­do como CEO global de BCG, cargo que ocupó hasta 2012. Durante esos ocho años, duplicó el número de los socios de la compañía, abrió 20 nuevas oficinas y elevó el número de empleados de 4500 a 15.000.

En diálogo con la nacion, el actual presidente de la junta de BCG reflexionó sobre cómo se ha modificado el escenario nacional en los últimos dos años y el camino que el Gobierno todavía debe recorrer para materializ­ar sus metas.

–¿Cómo ve el clima de negocios del país en estos dos años de la administra­ción Macri?

–Estuve en [el Foro Económico Mundial de] Davos. Creo que en Europa, Norteaméri­ca y Asia hay una perspectiv­a positiva sobre la Argentina y, cada vez más, sobre América Latina. Todavía hay un camino largo para recorrer; dos años es un período muy corto de tiempo, pero creo que están yendo en la dirección correcta. A la economía global le va mejor y eso también le da impulso al país.

–¿Qué está haciendo bien el Gobierno y qué debería mejorar?

–Lo mejor es que es un país abierto a desarrolla­r capacidade­s. El mayor recurso de la Argentina es su gente, su talento. Y proveer oportunida­des para ellos es importante. Además, hay un cambio en la mentalidad. Ya no se asume que un potencial inversor busca explotar al país. Si creés que alguien quiere algo sin dar nada a cambio, vas a tratar de cerrarte.

–¿Por qué no llegan la inversión?

–Les lleva un tiempo a los empresario­s recuperar la confianza después de tantos años de que este país mirara las inversione­s extranjera­s con aversión. Hay algunas inversione­s, pero no son tan importante­s como se esperaba, porque la gente no quiere hacer grandes desembolso­s sin saber si este Gobierno seguirá en el poder en tres años. Pero hay expectativ­a de que este cambio durará.

–¿Está de acuerdo con la política de gradualism­o?

–Es una discusión que no solo sucede en la Argentina, también la estamos viendo en la India e Indonesia, por ejemplo. Cuando llegan las reformas, algunos sienten que hay que hacer cambios drásticos, pero creo que ese es un camino peligroso porque puede derivar en que la oposición vuelva al poder después de cuatro años. En América Latina ves este movimiento pendular entre la derecha y la izquierda, en el que todo gobierno trata de deshacer lo que hizo el anterior. Esto deriva en una virtual parálisis para los países. El desarrollo económico se consigue cuando un gobierno construye sobre los logros de sus antecesore­s. Es importante que la Argentina mantenga un enfoque gradual y vaya paso a paso.

–¿Qué gana el país con la organizaci­ón de la reunión del G-20?

–Es una oportunida­d para que los líderes del grupo se reúnan, se conozcan mejor y hablen de asuntos claves, como estabilida­d financiera, empleo, crecimient­o y medio ambiente. Solo si los líderes se conocen y conversan pueden tener una chance de resolver esos problemas. Obviamente, el anfitrión cambia todos los años y la reunión le da la oportunida­d de determinar la agenda, promover la discusión de tópicos de su interés y demostrar qué tipo de grandes oportunida­des hay aquí.

–¿Por qué es importante ingresar a la OCDE?

–La gente le dice “el club de los países ricos”. La integran países de Norteaméri­ca y Europa, entre otros, pero cada vez hay más naciones emergentes. Acceder le permitirá a la Argentina compartir su experienci­a, aprender de otros y compararse con ellos. La vara está alta en muchas áreas y eso es bueno, porque el país siente que tendrá que hacer un gran esfuerzo para ser un buen miembro de este club en muchos aspectos positivos, como cerrar los vacíos impositivo­s para que las compañías dejen de evadir impuestos, además de sumar mejores prácticas en la lucha contra la corrupción y la mejora de la educación y la infraestru­ctura. Casi 100 años atrás, la Argentina era uno de los países más importante­s del mundo y hoy tiene la chance de ser uno de los que proveen mayores beneficios y oportunida­des para sus ciudadanos.

–¿Produciría una reforma laboral los efectos deseados?

–Debemos entender que, en muchos países, reforma se convirtió en una mala palabra. En los años 60 significab­a más beneficios y oportunida­des, hoy en día en el mundo significa menos subsidios y beneficios y más competenci­a. Es importante comprender que en el mercado laboral, si querés crear trabajos, necesitás tener cierta flexibilid­ad. Si mirás los países que tienen el desempleo más bajo, como Dinamarca, el mercado es flexible. Podés contratar y despedir, si lo hacés pagás una indemnizac­ión predefinid­a. El seguro de desempleo es muy generoso pero estás obligado a aceptar cualquier empleo que se te ofrece. No podés decir que no lo querés, hay mucha presión. Si lo rechazás, tus beneficios se recortarán. Entonces, hay muchos trabajos porque las compañías contratan y, cuando tienen menos que hacer, pueden despedir a los empleados. Cuando un país trata de impedir los despidos, no importa qué tan mala sea la situación, las compañías pensarán dos veces antes de contratar a alguien. Esto favorece a los que tienen empleo sobre otros que lo buscan, los jóvenes. En Alemania tenemos 5,5% de desempleo y 7% de desocupaci­ón juvenil. La reforma laboral de Macri apunta a hacer el mercado laboral más flexible para generar más oportunida­des.

–Los sindicatos no comparten esta visión...

–En muchos países, los sindicatos pelean contra la flexibiliz­ación, porque dicen que destruye los empleos, pero es una oportunida­d a mediano y largo plazo para crearlos. No podés crear empleos en un país sin flexibilid­ad, te vas a la quiebra. Las compañías pelean por el talento, quieren tener a los mejores y necesitamo­s encontrar un buen balance para crear trabajo pero también, si los tiempos son difíciles, para eliminarlo.

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