Un calvario
El equipo de Gallardo volvió a Lanús después de la eliminación en la Copa y recibió otro cachetazo
Era una prueba de fuego para River. No solo por la necesidad de ganar dos partidos de forma consecutiva luego de casi cinco meses (147 días) en la Superliga, sino también por dejar atrás, con una mínima revancha, los fantasmas que Lanús le provocaba tras la dolorosa eliminación en la última Copa Libertadores. Pero, una vez más, volvió a caer en el pantano de la irregularidad que lo acecha desde aquella fatídica noche del 31 de octubre y el Granate, con un equipo diezmado y varios juveniles, lo aprovechó para recomponerse: ganó tras ocho fechas.
Ya caído de la pelea por el título (está a 19 puntos del líder Boca), y a 17 días del debut en el certamen con- tinental frente a Flamengo en Río de Janeiro, River no pudo a aprovechar el envión que había logrado al vencer a Olimpo y hasta decreció en lo futbolístico. Sin frescura ni creatividad, se vio un equipo inconexo y con poca movilidad de mitad de la cancha hacia adelante. Tan es así que la situación más clara de gol se generó a los seis minutos a partir de una avivada de Ponzio que terminó desperdiciando Scocco, solo y de frente al arco.
Más allá de los problemas en la gestación de acciones de riesgo, la marca y el retroceso también son un dolor de cabeza: a partir de una pelota que perdió Pity Martínez, Lanús contraatacó y consiguió el tanto el uruguayo Silva, exponiendo así los problemas de la última línea. Pudo haber marcado un tanto más, pero se encontró con Armani, el mejor en una jornada sin demasiados brillos: el arquero le ahogó un festejo a Denis en el cierre del primer tiempo y otro a Acosta –la figura del partido– cuando promediada el segundo capítulo.
Ni siquiera los ingresos de Juan Fernando Quintero y Mora en el entretiempo, por los deslucidos Enzo Pérez y Nacho Fernández, que provocó que el dibujo táctico se reconvierta de un 4-4-2 a 4-1-3-2, le dieron el vértigo pretendido. Únicamente Mora asomó inquietante, pero Andrada le adivinó las dos definiciones: primero, un remate de cabeza; en el desenlace, el arquero protagonizó la mejor parada del juego.
En medio de la crisis futbolística, River sigue sin descubrir una continuidad y se aleja de su primer objetivo del semestre: escalar posiciones y situarse entre los primeros cinco de la tabla de posiciones para asegurarse la presencia en la Copa Libertadores 2019. Con 18 unidades, quedó a ocho puntos de Unión, que hoy se ubica en el puesto que produce el corte. Además, la última vez que encadenó dos éxitos en la Superliga fue entre el debut y la tercera fecha, jornadas en las que consiguió los nueve puntos: 1-0 a Temperley; 3-1 a Banfield y 3-1 a San Martín de San Juan.
Aquel encuentro con los sanjuaninos se disputó el 17 de septiembre, y desde allí el equipo de Gallardo solo pudo ganar dos veces en fila (4-1 a Atlanta por la Copa Argentina y 1-0 a Lanús, por la Copa Libertadores; todo entre el 18 y el 24 de octubre). Luego, la debacle: perdió cinco encuentros (entre ellos el superclásico) y ganó uno en la Superliga, números que maquilló con las dos victorias por la Copa Argentina que le dieron el título frente a Atlético Tucumán.
Más allá de los condimentos que el duelo ya tenía, la presencia de Pratto por primera vez como titular en lugar de Borré también ofrecía un atractivo, tras sumar rodaje y minutos ante Huracán y Olimpo. Pero el delantero participó poco del juego, quedó lejos de la circulación de la pelota y sin rematar al arco (solo tuvo un cabezazo lejano).
De aquel juego que se convitió en una pesadilla, seis jugadores repitió Lanús: Andrada, Pasquini, Marcone, Martínez, Silva y Acosta, y siete River –Montiel, Pinola, Fernández, Ponzio, Pérez, Martínez y Scocco–. La diferencia está en que el equipo de Núñez se reforzó con cuatro jugadores y un gasto de más de 20 millones de dólares, mientras que el rival perdió pilares como Sand, Braghieri y Velázquez y solo sumó a préstamo al defensor Nehuén Paz. La defensa que presentó ayer estuvo compuesta por tres juveniles: Gabriel Carrasco (20 años; 14 partidos), Nicolás Thaller (19 años; 4) y Enzo Ortíz (21 años; 3).
“Vamos, vamos, los pibes”, gritaron desde las tribunas del estadio cuando a los 22 minutos ingresó el volante Gastón Lodico (19 años y tres partidos), quien cumplió sin sobresaltos, al reemplazar al lesionado Fernando Barrientos. Pese a que cambiaron varios intérpretes, el escenario era otro y hoy viven distintas realidades, Lanús volvió a decir presente, se recompuso luego de ocho encuentros sin ganar en la Superliga y le dio un nuevo golpe a River, que no se afianza y sus problemas futbolísticos se evidencian cada vez más.