schwartzman, el imán que pretende romper el maleficio
El Nº24 del mundo está en su mejor momento y luce como la carta principal para tratar de quebrar los diez años sin campeones locales
El court número 3 del Buenos Aires Lawn Tennis Club es una olla en ebullición. Ubicado contra las vías del club, luce una suerte de microclima especial. Hay euforia, hay aplausos, hay fotografías, hay algunos gritos. Lo que no hay es espacio en su única tribuna tubular. Son cien, doscientos, trescientos; algunos más también. Unos están cómodamente sentados en las butacas, otros –los que llegaron más tarde– se ponen en puntas de pie y hacen esfuerzos para seguir los raquetazos desde cualquier rincón. Son Diego Schwartzman y Dominic Thiem quienes le pegan a la pelotita bajo el sol porteño. El austríaco, número 6 del ranking y primer favorito en el ATP de Buenos Aires, ostenta un revés de una mano poético y el público lo admira en cada movimiento. Pero, en realidad, es el Peque el que se lleva los máximos aplausos. El 24º del mundo vive el momento más valioso de su carrera. Y es, de las nueve raquetas nacionales del cuadro principal, la que despierta mayores expectativas.
“No puedo creer la cantidad de gente que fue a verlo entrenar. Impresionante”, comenta la incondicional Silvana, madre de Schwartzman, que no para de vivir emociones fuertes desde que su hijo, después de pelearla tanto durante la etapa de formación y los inicios del profesionalismo, empezó a hacer ruido en el circuito. “El Peque es un pibe que se habitúa muy bien a las altas expectativas, que le gusta jugar con mucha gente, que le gusta la tele y que convive bien con eso. En el único lugar donde, quizás, todavía no pudo convivir bien fue en la Copa Davis, que es el único punto donde no tuvo el nivel que realmente tiene”, le dice Martín Jaite, el director del Argentina Open, a La NacioN.
Hace mucho tiempo que la única estación del ATP World Tour en la Argentina no tiene un ganador local. Más precisamente, una década. Fue David Nalbandian, en 2008, el último albiceleste en consagrarse. En aquella edición, el unquillense, por entonces 11º del ranking, llegó como el primer favorito al torneo y superó, en cadena, al australiano Peter Luczak (en aquel momento, 79º), al italiano Fabio Fognini (78º), al italiano Potito Starace (35º), a Juan Ignacio Chela (25º) y en la final a José Acasuso (51º) por 3-6, 7-6 (75) y 6-4. Después de allí, hubo siete títulos de bandera española (tres de David Ferrer, uno de Tommy Robredo, uno de Juan Carlos Ferrero, uno de Nicolás Almagro y otro de Rafael Nadal), una conquista austríaca (Thiem) y un festejo, el de 2017, del ucraniano Alexandr Dolgopolov.
Luego de perder los dos primeros desafíos de la temporada (frente a Dolgopolov en Brisbane y Feliciano López en Sydney), Schwartzman alcanzó los octavos de final del Abierto de Australia. Se despidió de Melbourne frente al número 1 del circuito, Rafa Nadal, cayendo en cuatro sets intensos y mostrando un nivel muy alto. Por ello, más todo lo que logró el año pasado, el jugador formado en Náutico Hacoaj aparece como una excelente opción para romper la racha de la falta de campeones locales. El camino no es sencillo, claro. El cuadro del Argentina Open, que hoy levantará el telón, ostenta otras raquetas de peligro: además de Thiem, el español Pablo Carreño Busta (10º del mundo), el español Albert Ramos (21º), el italiano Fabio Fognini (22º), el británico Kyle Edmund (26º) y el uruguayo Pablo Cuevas (32º), entre las principales. El primer desafío de Schwartzman será mañana frente al austríaco Andreas Haider Maurer (30 años, 420º del mundo, ex 47º en 2015), a quien venció las dos oportunidades en las que se enfrentaron, siempre sobre polvo de ladrillo, la misma superficie del BALTC: en Hamburgo 2017 y Roland Garros 2015. En caso de avanzar, el segundo rival del Peque surgirá del cruce entre el argentino Pedro Cachín (272º; recibió una invitación) y el brasileño Thomaz Bellucci (108º).
“Ojalá que pueda romper el maleficio. También sé que es muy difícil ser campeón. Pero el primer objetivo que tengo que tener es jugar en mi mejor nivel y ganar la primera ronda. Sé que tengo que ir partido tras partido. Ganar partidos hace que me vuelva más firme, más peligroso. No quiero ir más allá del primer partido”, le explica Schwartzman a La NacioN. Además de competir en el cuadro individual, el jugador entrenado por Juan Ignacio Chela y Leonardo Olguín participará del dobles, en pareja con su amigo Thiem (de hecho, debutarán hoy, no antes de las 15.30, frente a los checos Roman Jebavy y Jiri Vesely).
Fue un domingo radiante el que se vivió en el ATP porteño. Con entrada gratuita y el atractivo del Kid’s Day, los fanáticos del tenis poblaron el club. Y Schwartzman fue, sin dudas, una de las atracciones. “Me parece que Diego disfruta de todo lo que genera, más allá de la presión que tiene. Y me parece que está en un nivel de tenis donde antes se podía conformar con hacer un buen partido contra los buenos y hoy, cuando sale a la cancha, sé que en la cabeza tiene que le puede ganar a cualquiera. Pero el cuadro del torneo está muy parejo, porque también puede explotar Guido (Pella), puede ser un buen torneo para Fede (Delbonis), si Leo (Mayer) está enchufado puede ser peligroso. Me encantaría que un argentino llegue a la final y si la gana, mejor”, apunta Jaite, director del certamen desde su primera versión, en 2001. Y Schwartzman agrega: “Estoy sorprendido por el contagio de la gente. Que vengan a ver mis entrenamientos y lo que se genera es bárbaro, me provoca una linda presión. Ojalá pueda responder, demostrar lo vengo haciendo y que disfruten de verme en mi mejor nivel”.
En 2011 y 2012, Schwartzman no logró pasar la clasificación del Argentina Open. Jugó por primera vez el cuadro principal en 2013 y alcanzó la segunda rueda. En 2014 volvió a caer en la qualy. En 2015, 2016 y 2017 regresó al main draw pero no superó el segundo desafío. Este es año, su anhelo es muy distinta. “Puede ser que me sienta más peligroso y sea un gran momento, pero también hay muy buenos jugadores, es de los mejores cuadros de los últimos años en el ATP. Tengo que estar concentrado, tratar de jugar bien. Ojalá que pueda llegar lo más cerca del fin de semana, es el objetivo. Quiero ganar varios partidos en casa, tengo muchas expectativas, me siento capaz de ganarle a muchos jugadores si estoy en mi mejor nivel”, sentencia Schwartzman, el pequeño gigante que no deja de evolucionar y en el que muchos confían para que el ATP porteño vuelva a tener un campeón argentino.