Colombia, con pocas espaldas para sostener sola la crisis
Los analistas advierten que el gobierno de Santos deberá pedir la colaboración regional para cubrir la llegada de los venezolanos
BOGOTÁ (El Tiempo/GDA).– En menos de una década y sin estar preparada para ello, a Colombia le llegó una oleada de inmigrantes que supera la población de capitales como Bucaramanga o Ibagué. Solo por puntos fronterizos legales, se calcula que son cerca de 600.000 los venezolanos que cruzaron la frontera huyendo de su patria por cuenta de la “megacrisis” social, económica y política desatada por el régimen de Nicolás Maduro. A esto habría que sumar los cientos de pasos ilegales que existen a lo largo de los más de 2200 kilómetros de frontera terrestre entre las dos naciones, de La Guajira a la Orinoquia.
En este escenario, los analistas y expertos advierten que el gobierno de Juan Manuel Santos deberá pedir la ayuda internacional.
En 20 años, los mismos que lleva en el poder el chavismo, los papeles tradicionales entre Colombia y Venezuela se invirtieron. En ese lapso, Colombia logró reducir el número de asesinatos por año de casi 30.000 a menos de 12.000 en 2017. Mientras tanto, la tasa de homicidios en Venezuela trepó a 89 por cada 100.000 habitantes y Caracas es hoy una de las capitales más peligrosas del mundo.
También giró 180 grados la ruta de los que buscaban un mejor futuro al otro lado de la frontera.
La semana pasada, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, lanzó en Cúcuta una nueva estrategia que, en esencia, intenta ponerle orden a la llegada de venezolanos. Pero no será una tarea fácil.
Migración Colombia reportó a finales de 2017 que existen unos 550.000 venezolanos en condición regular o irregular en el país, un 62% más respecto de un informe de mediados del año. Y en el último mes habrían llegado al menos 50.000 más.
El plan desplegado busca facilitar el ingreso de los vecinos pero tratando de formalizarlos, de tal manera que no terminen siendo pasto para la informalidad o, peor aún, la ilegalidad. Eso, de hecho, ya está pasando. Aunque siguen siendo marginales, las capturas de venezolanos por delitos comunes van en aumento en Colombia. En 2017 fueron 2076, que equivalen a un 0,8% de las 243.487 realizadas por las autoridades en toda Colombia. Pero tan solo en enero de este año fueron 407, el 1,6% del total nacional (24.031).
La crisis venezolana también está en la agenda de seguridad nacional. El objetivo de acabar con el enclave cocalero del Catatumbo (el segundo en tamaño del país, con más de 24.000 hectáreas, y el que más creció en los últimos tres años) podría verse en jaque ante la eventual llegada de mano de obra barata para los narcos desde el otro lado de la frontera. La condición de vulnerabilidad de los inmigrantes también podría proveer de carne de cañón a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y bandas como Los Úsuga.
A esto se suman algunos brotes de xenofobia que fueron azuzados desde las redes sociales. Esos episodios de discriminación, además, desconocen cómo por casi 40 años Venezuela fue la fuente de ingresos para millones de colombianos que buscaron allí un mejor futuro para ellos y sus familias en Colombia en tiempos de la bonanza petrolera.
Todos los analistas advierten que la magnitud que ya tiene la crisis venezolana y, sobre todo, las mínimas posibilidades para que se resuelva o minimice en el corto plazo podrían desbordar las previsiones y capacidades de Colombia.
Jorge Humberto Botero, presidente del Consejo Gremial, aseguró que “es un reto que Colombia no puede asumir sola, el gobierno de manera vehemente debe pedir ayuda a la comunidad internacional”.
Esos contactos quedaron en evidencia en la visita de esta semana del secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, y fueron permanentes con las Naciones Unidas. Otros analistas señalan la necesidad de llevar el tema a la OEA.
“La llegada de ciudadanos de Venezuela no se va a detener y las elecciones de abril pueden llevar a una intensificación del éxodo”, anota Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
Andrés Molano, catedrático de la Universidad del Rosario, remata: “La situación requiere mecanismos de responsabilidad compartida. Ningún país del mundo está preparado para recibir ese tipo de flujos migratorios”.