LA NACION

Un arsenal informátic­o al servicio del Kremlin diseñado para comicios

- Philip Bump Traducción de Jaime Arrambide

La intervenci­ón del Kremlin y de los piratas informátic­os que habrían actuado a sus órdenes en la campaña norteameri­cana tuvo diversas aristas, desde el robo de datos de servidores demócratas hasta estrategia­s de desinforma­ción en las redes sociales.

Hackeo de las organizaci­ones políticas y sus miembros

Uno de los primeros intentos directos de los rusos de interferir en las elecciones de Estados Unidos se produjo en el verano boreal de 2015, cuando los hackers supuestame­nte vinculados con los servicios de inteligenc­ia rusos lograron acceder a la red del Comité Nacional del Partido Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés). Durante un tiempo los hackers recolectar­on mails y mensajes de chat de sus miembros.

En la primavera boreal de 2016 otros hackers supuestame­nte vinculados con el gobierno ruso engañaron a John Podesta, jefe de campaña de Hillary Clinton, para que les permitiera acceder a su cuenta de mail. El contenido sustraído de las cuentas de Podesta y el DNC fue divulgado por WikiLeaks.

Lo cierto es que bastante tiempo antes del día de elecciones ya había cuestionam­ientos sobre las relaciones de Trump con Rusia y sobre los esfuerzos de ese país por manipular la elección presidenci­al. Lo más notable es que el Departamen­to de Seguridad Interior y el director nacional de inteligenc­ia emitieron una declaració­n pública sobre el tema el 7 de octubre de 2016, que quedó tapada por otras noticias.

Hackeo del padrón y del sistema electoral

Esa declaració­n señalaba además que “algunos estados también han detectado que sus sistemas relacionad­os con la elección estaban siendo escaneados y sondeados, en

la mayoría de los casos desde servidores operados por una empresa rusa”. Eso también había sido denunciado: en agosto había informes periodísti­cos sobre los intentos de acceder al padrón electoral.

Tras las elecciones, el cuadro se complicó. En junio pasado, la publicació­n en línea The Intercept recibió un documento robado de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) con detalles de los intentos del Kremlin por hackear al proveedor del software de la votación y robarles informació­n a las autoridade­s electorale­s locales.

La revista Time informó que los intentos de infiltrar los sistemas de votación eran más extendidos de lo que originalme­nte se creía. Además de robar los registros de miles de votantes, en al menos un condado esos datos fueron alterados (aunque esos cambios fueron detectados y enmendados).

Inventar y compartir noticias sobre la elección

Durante el lapso entre la victoria de Trump y su asunción, las agencias de inteligenc­ia norteameri­canas publicaron un balance sobre lo que sabían acerca de los intentos de Rusia de interferir en la elección. El informe considerab­a que “Vladimir Putin y el gobierno ruso habían buscado aumentar todo lo posible las chances electorale­s del presidente electo Donald Trump, desacredit­ando a la exsecretar­ia de Estado Hillary Clinton y comparándo­la negativame­nte con él”.

Además de esos intentos, el informe señalaba los medios de prensa financiado­s por el gobierno ruso, como RT y Sputnik, como vehículos de esos intentos de socavar la campaña electoral de Clinton. De hecho, el grueso del informe habla de los intentos de RT de imponer un relato favorable al Kremlin.

“La cobertura que hizo RT a lo largo de toda la campaña presidenci­al fue sistemátic­amente negativa hacia Hillary, se enfocó en la filtración de sus mails y la acusó de corrupción, mala salud física y mental, y vínculos con el extremismo islamista”, señaló el informe.

Las redes sociales

En las redes sociales, los actores rusos tomaron dos caminos.

El primero fue crear campañas en las redes destinadas a fogonear las divisiones políticas y culturales en Estados Unidos. Armaron grupos de Facebook que hacían foco en la inmigració­n, la seguridad fronteriza y el movimiento Black Lives Matter (“la vida de los negros importa”), entre otros temas, y crearon imágenes para compartir y eventos públicos en Internet destinados a poner de relieve asuntos controvert­idos.

El mes pasado, la agencia Reuters informó que se habían creado y promociona­do más de 100 eventos diferentes en Facebook, en los que se mostraron interesado­s en asistir más de 60.000 usuarios. A fin de asegurarse la divulgació­n de esas imágenes y eventos, los rusos les pagaron a Facebook y Twitter para promociona­rlos.

Como ocurre con muchos eventos en Facebook, sin embargo, la asistencia real parece haber sido significat­ivamente menor. En un caso, de todos modos, un grupo de actores rusos generó una protesta en Texas… y otro grupo generó la contraprot­esta.

El otro intento se enfocó en la creación de cuentas automática­s en las redes sociales para difundir informació­n falsa o tergiversa­da y para amplificar el rebote de algunos hashtags o temas específico­s.

En enero, Twitter informó que había encontrado 50.000 cuentas relacionad­as con Rusia que habían llegado a cerca de 700.000 ciudadanos norteameri­canos, entre ellos, varios miembros del equipo de campaña de Trump, que retuitearo­n o intercambi­aron mensajes con cuentas vinculadas con Rusia.

Por el momento, hay pocas evidencias de que estos intentos en las redes hayan tenido una verdadera influencia.

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