LA NACION

No quería ir nadie a la conferenci­a de prensa

Las discusione­s en el complejo alternaron con rabas y asado a la leña

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CHAPADMALA­L.– Descontrac­turados, de sport y ropa liviana, rodeados de papeles y apuntes en cuadernos repartidos sobre las mesas, el presidente Mauricio Macri, sus ministros, unos pocos legislador­es y sus más estrechos colaborado­res debatieron en doble turno en el salón mirador de la residencia presidenci­al de Chapadmala­l, un amplio comedor con plena vista al mar que además de ámbito de deliberaci­ones es también el espacio donde anoche se empezaban a despedir, asado de por medio.

Los resumidos y concretos informes de proyectos de cada área estuvieron abiertos a discusión, tanto como para que se extendiera la agenda más allá de los límites fijados. Por ejemplo, en el debate de la segunda mitad, que en el fragor del intercambi­o obligó a demorar la conferenci­a de prensa compartida por el jefe de Estado y su jefe de Gabinete, Marcos Peña.

Sin celulares a mano ni testigos ajenos a las decisiones políticas se analizaron “temas coyuntural­es”, según confiaron a la nacion.

Rabas y platos a base de pescados anteanoche y variedad de tartas y milanesas con papas para el almuerzo signaron la propuesta gastronómi­ca de este “retiro espiritual” que comenzó a última hora del jueves, con el arribo por vía aérea desde Capital Federal. Si bien se esperaba seguir hasta mañana, anoche armaron la valija y se retiraron algunos de los protagonis­tas.

El grupo de 35 personas llegó repartido en los aviones oficiales. En el Tango 04, junto al presidente Mauricio Macri, viajó la mayoría de la comitiva. En el Tango 10, más pequeño y primero en arribar a Mar del Plata, se repartió el grupo chico (siete) con Peña a la cabeza.

El jefe de Estado había llegado a Chapadmala­l el jueves, antes de la caída del sol. Tomó café y habló de política marplatens­e con su referente local, Juan Aicega, y luego compartió con su Gabinete y colaborado­res la cena con sabores de mar.

El alojamient­o demandó compartir espacios entre los 19 bungalows. Solo la vicepresid­enta, Gabriela Michetti, tuvo unidad exclusiva. Fue la única que descansó sin funcionari­os en habitacion­es linderas.

Las deliberaci­ones comenzaron a la mañana y tuvieron su primer break al mediodía, cuando Fernando De Andreis y Patricia Bullrich fueron designados para la primera conferenci­a de prensa. “Nadie quería ir”, aseguró una fuente cercana a la Presidenci­a. Peña los apuntó, sin dudas, para atender dos temas que dominaron la mañana periodísti­ca: la acusación contra el subsecreta­rio general de Presidenci­a, Valentín Díaz Gilligan, por una cuenta en el exterior no declarada, y el fallo de cámara que ratificó el procesamie­nto del policía Luis Chocobar. Una jornada soleada iluminó a tiempo completo el salón comedor. Antes del desayuno y previo a la reanudació­n vespertina del encuentro algunos funcionari­os jugaron paddle, tenis, ping pong y, aun con viento fresco, hasta se arrimaron al mar.

Tras el desayuno, Macri se irá de Chapadmala­l a media mañana. Por eso la conferenci­a de prensa de ayer con Peña, en el Hotel 1 y poco después de las 19, fue un indicio claro del anticipado fin del “retiro espiritual”. Al menos de lo vinculado al trabajo. El mirador quedó libre de apuntes y comenzó a oler a leña quemada. Es que el cierre de la jornada era con asado al asador. Y de postre, helado. “Siempre pistacho para el Presidente”, aseguró un funcionari­o.

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