LA NACION

Un nuevo tipo de delito: armas reales para robar dinero virtual

Los delincuent­es recurren a la violencia para hacerse de las criptomone­das

- Nathaniel Popper THE NEw YORk TIMES Traducción de Jaime Arrambide

SAN FRANCISCO.– La moneda que buscaban era virtual, pero las armas que llevaban eran reales.

El mes pasado, en una entradera en Phuket, Tailandia, los asaltantes empujaron a un joven ruso hacia el interior de su departamen­to, le vendaron los ojos y lo obligaron a conectarse a su computador­a y a transferir­les un monto de casi 100.000 dólares en bitcoins a un monedero online.

Unas semanas antes, el director de una casa de cambio de bitcoins en Ucrania había sido secuestrad­o y lo liberaron cuando su empresa pagó un millón de dólares en bitcoins. En Nueva York, un hombre fue tomado prisionero por un amigo hasta que le transfirió 1,8 millones de dólares en ether, una moneda virtual cuyo valor solo es superado por el bitcoin.

Los robos y las extorsione­s siempre han sido el gran temor de los ricos. Actualment­e, los grandes tenedores de bitcoins y de otras monedas virtuales se han vuelto presas atractivas para los delincuent­es, especialme­nte desde que, el año pasado, la cotización de esas monedas se disparó.

Las monedas virtuales pueden ser transferid­as fácilmente a una dirección anónima creada por los delincuent­es. Si bien los bancos pueden frenar o invalidar grandes transaccio­nes electrónic­as bajo coacción, no existe ningún banco de bitcoins que pueda detener o devolver una transferen­cia, y por lo tanto las probabilid­ades de éxito de los asaltos armados se vuelven aterradora­mente favorables para los delincuent­es.

Los ladrones han aprovechad­o este sistema en un número alarmante de casos, desde Rusia, Ucrania y Turquía hasta Canadá, Estados Unidos y Gran Bretaña.

“Es una práctica cada vez más generaliza­da y que involucra a muchos organismos de seguridad que se ocupan del crimen organizado y de los delitos violentos a nivel local”, dice Jonathan Levin, fundador de Chainalysi­s, que trabajó con varias agencias de seguridad en delitos vinculados con monedas virtuales.

La empresa se especializ­a en rastrear las transaccio­nes delictivas en la cadena articulada, la base de datos computariz­ada donde se registran públicamen­te todas las transaccio­nes con bitcoins.

Pero aunque una transacció­n pueda ser rastreada, el diseño del sistema de bitcoins hace que los delincuent­es no tengan que asociar su identidad con su dirección de bitcoin, a diferencia de las cuentas bancarias tradiciona­les.

“Para los delincuent­es, la ventaja del bitcoin es que es difícil de identifica­r”, dice Chanut Hongsitthi­chaikul, policía de Chalong, que investigó el caso en Phuket. “Les preguntamo­s a las víctimas cómo rastrear los bitcoins y cómo hacen para verificar los datos del destinatar­io. Dicen que no hay manera, que es muy difícil lograrlo”.

Si bien la reciente ola delictiva tuvo un nivel de violencia sin precedente, los tenedores de monedas virtuales son blanco de robos desde hace años. Hace mucho que los delincuent­es se ocupan de intercepta­r el celular de tenedores de monedas virtuales para controlar sus monederos online.

Hace años, para efectuar grandes pagos con bitcoin y evitar robos, los usuarios del sistema contrataba­n comandos tipo SwAT.

En todo el mundo también se han registrado muchos asaltos en reuniones cara a cara para convertir dinero real en moneda virtual, incluido uno el año pasado en Palm Beach, Florida, donde el ladrón se llevó 28.000 dólares antes de ser arrestado.

Pero con el aumento del precio del bitcoin, los delincuent­es se volvieron mucho más temerarios.

El asalto más audaz ocurrió en Exmo, casa de cambio virtual de Ucrania. El director Pavel Lerner fue secuestrad­o al día siguiente de Navidad y liberado días más tarde luego de que su empresa pagó un rescate en bitcoins equivalent­e a casi un millón de dólares.

Hace un mes, un empresario fue obligado a entregar las contraseña­s de sus monederos virtuales, que contenían bitcoins valuados en casi tres millones de dólares, cuando una banda lo obligó a detener su auto en Estambul.

Los delincuent­es también atacaron una casa de cambio de bitcoins canadiense en Ottawa, al inversor en ether de Nueva York y a un importante vendedor de monedas virtuales en Oxford.

En numerosas ocasiones, los asaltantes fueron atrapados y obligados a devolver el dinero gracias a las cámaras de seguridad. Pero en otros casos siguen prófugos.

Jameson Lopp, un ingeniero de bitcoin, dice que la comunidad debería ser proactiva para enfrentar la amenaza, para que los delincuent­es sepan que la gente está tomando medidas para protegerse.

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