LA NACION

Narración social: más que una técnica, un entusiasmo que se comparte Leerse unos a otros

No es necesario ir a cárceles, hospitales y escuelas; leerle a otro en voz alta es el foco del trabajo de Argentina Narrada

- Silvina Premat

Leer en voz alta a otro. Así de simple es la propuesta de Argentina Narrada, que en la próxima Feria del Libro de Buenos Aires lanzará la novena Caminata por la Lectura: una iniciativa de la que ya participar­on unos 25.000 caminantes, leyéndose unos a otros en varias provincias del país y, desde el año pasado, en México. “Todos los que nos donamos lectura hacemos un día al año una caminata para celebrar lo que nos pasó y pasa al juntarnos”, cuenta la actriz y narradora María Héguiz, fundadora de esa asociación civil y de la Escuela de Lectores Narradores Sociales (ELNS).

Pero además de la caminata, Argentina Narrada promoverá el microrrela­to social en escuelas de nivel primario para adultos según un proyecto que, en articulaci­ón con PEN Argentina, desarrolla­n desde hace siete años y que ganó en 2017 el premio de arte y transforma­ción del Fondo Nacional de las Artes.

Con formación actoral, Héguiz comenzó a abrir espacios de narración oral escénica a comienzos de los 80, cuando asumió la dirección de las biblioteca­s de la provincia de Buenos Aires y debió bajarse del escenario para recorrer la provincia. Así, descubrió “que el libro no estaba en el escenario, sino en la imaginació­n, y podía tener vida en cualquier lado”.

En diálogo con la nacion, Héguiz admite que en esa época cayó en la cuenta de “que había maestros, padres, abuelos que transmitía­n cosas con gran emoción y que para eso no era necesario subir al escenario”. En 2005 creó la ELNS, cuyo rápido crecimient­o en articulaci­ón con planes de organismos oficiales como la Comisión Nacional de Biblioteca Populares (Conabip) y algunos privados se enmarcó en 2009 en la asociación civil Argentina Narrada, que en diciembre pasado constituyó una red con grandes aspiracion­es: once profesiona­les buscan formar un centro de documentac­ión y experienci­as. “Es un movimiento de lectura y narración social que aporta a la humanizaci­ón del libro y las biblioteca­s como bien común y espacio transforma­dor hacia un mundo que nos incluya a todos”.

Durante el Tercer Encuentro de Narradores Sociales, realizado en diciembre último en la Biblioteca del Congreso de la Nación, Analía, una joven voluntaria que concurre semanalmen­te desde hace tres años a la Escuela Nº 8, en la zona de Tribunales, contó que sale “llena” cada vez que va. “Hasta que no estás ahí no entendés qué es la narración social. No es una técnica, sino un entusiasmo que se comparte”, dijo.

Una profesora de letras comentó que después de varias décadas de estar casada recién hace unos meses comenzó a leerles a su esposo y a su nieto. “¡Es una experienci­a de vida increíble que me estaba perdiendo!”, sintetizó. Por eso Héguiz suele repetir que no es necesario ir a una cárcel, un hospital o una escuela marginal, aunque sus narradores visitan esos espacios.

“La idea es que nos comuniquem­os primero en nuestros entornos familiares, porque eso es lo social. ¿Qué pasa en una reunión de amigos si uno lee un poema? Se movilizan acercamien­tos que en lo convencion­al no existen”, afirma. Y anhela: “La lectura tendría que ser la gran posibilida­d humana de inclusión, de registro del otro. Si los padres leyeran algo a los niños antes de irse a dormir; si maestros y profesores no solamente hablaran de lengua y literatura, sino que leyeran poesías, cuentos u otros textos en clase; si todos nos leyésemos y si los libros fueran un hecho cotidiano y un hábito de vida, posiblemen­te la sociedad empezaría a poder contarse desde un lugar distinto”. El objetivo, afirma, no es formar poetas o escritores, sino “reivindica­r la voz que se pierde frente a una comunicaci­ón plagada de pantallas” y encontrar “que la literatura ayuda a vivir”.

A distancia a través de una plataforma digital o en su sede física a metros del Obelisco, se ejercitaro­n hasta ahora en el arte de narrar unos mil “alumnos”. Sin embargo, Héguiz está convencida de que “nadie tiene que aprender a ser un lector narrador social, porque todos lo somos”. ¿Entonces? La invitación es a “desaprende­r ciertos convencion­alismos o ciertas ideas acerca de lo que es la lectura, porque si no leo desde el ser humano que soy y me conecto con lo que estoy leyendo, si yo no vibro, difícilmen­te quien me escuche pueda vibrar con la lectura. El tema no es ni el que lee ni el que escucha; es lo que se produce en el medio como vínculo, como recreación de lo que somos”.

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Ignacio sánchez Héguiz, en una capacitaci­ón en la escuela de narradores

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