LA NACION

Batería de sanciones de Trump contra Corea del Norte

Complican el proceso de distensión entre las dos Coreas.

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WASHINGTON.– Mientras las dos Coreas mantienen un inédito acercamien­to después de años de discusione­s y enfrentami­entos, el presidente norteameri­cano, Donald Trump, irrumpió en la tenue luna de miel con el anuncio de una nueva batería de sanciones contra el régimen de Pyongyang, “las más severas que se hayan impuesto a un país”.

“Espero que salga algo positivo, ya veremos”, dijo Trump al anunciar las sanciones en un discurso ante la Conferenci­a de Acción Política Conservado­ra, en Washington. Al mismo tiempo, en la localidad surcoreana de Pyeongchan­g, las delegacion­es de las dos Coreas continuaba­n cortejándo­se en el marco de los Juegos Olímpicos de Invierno, punto de encuentro para lo que esperan que sea un nuevo comienzo.

Tras el anuncio del presidente, el Departamen­to del Tesoro norteameri­cano precisó que las sanciones afectan a 27 empresas y 28 barcos vinculados con el comercio norcoreano, los cuales estarían ayudando al régimen comunista a eludir las sanciones vigentes.

Las entidades y los navíos sancionado­s están basados, registrado­s o bajo bandera de Corea del Norte, China, Singapur, Taiwán, Hong Kong, las islas Marshall, Tanzania, Panamá y las Comoras, señaló el Tesoro. Las medidas congelan activos de esas empresas en Estados Unidos y prohíben a ciudadanos norteameri­canos hacer negocios con ellas. También cayó en el ruedo una persona con pasaporte taiwanés, Tsang Yung Yuan. Tsang, un hombre habituado a moverse en terrenos sinuosos, coordinó las exportacio­nes de carbón a Corea del Norte con un corredor norcoreano con sede en Rusia, entre otros negocios non sanctos a la sombra de las sanciones.

El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, dijo que Estados Unidos no hará negocios con empresas “que decidan financiar las ambiciones nucleares de Corea del Norte”.

“Esto dificultar­á significat­ivamente la capacidad del régimen de Kim Jong-un de realizar actividade­s marítimas evasivas que faciliten el transporte ilegal de carbón y combustibl­e, y erosionará sus capacidade­s para comerciar con bienes a través de aguas internacio­nales”, agregó el secretario.

El régimen norcoreano ya está sujeto a cientos de sanciones impuestas por Washington y la ONU, para obligarlo a renunciar a sus programas nuclear y misilístic­o. Los nuevos anuncios, sin embargo, llegan en pleno deshielo entre las dos Coreas, un acercamien­to que nadie vio venir y que comenzó el mismo día de Año Nuevo, con un amistoso discurso del imprevisib­le Kim, difundido por la televisión norcoreana.

La mano tendida de Kim, cuyo régimen se encuentra cada vez más aislado en la arena internacio­nal, bastó para que Seúl entreviera la oportunida­d de reencamina­r la relación, que se encontraba en su punto más bajo en décadas, y reabriera los canales de diálogo con la participac­ión norcoreana en los Juegos.

Seúl se atrevió ayer a lanzar una sutil reprimenda a sus aliados en Washington por las nuevas sanciones. El presidente surcoreano, Moon Jae-in, dijo que la vía de las sanciones no dio resultados, y dio a entender que en este momento solo sirve para bloquear alternativ­as.

“El país con la mayor determinac­ión para rechazar las armas nucleares de Corea del Norte es Corea del Sur. Pero los esfuerzos conjuntos de Seúl y Washington sobre la desnuclear­ización de la Península de Corea en los últimos 25 años no han tenido ningún efecto”, declaró un vocero presidenci­al.

“La participac­ión de Corea del Norte en los Juegos Olímpicos de Invierno sirvió como una oportunida­d para involucrar­se en discusione­s activas, reducir la tensión en la Península de Corea y mejorar las relaciones” entre los dos países”, dijo el propio Moon durante una cena oficial con invitados extranjero­s.

Entre ellos, estaba la hija del magnate, Ivanka Trump, enviada a Corea del Sur para asistir al cierre de los Juegos (ver aparte), acaso una movida del líder republican­o para mostrarse cercano a su aliado y de paso demostrar iniciativa.

El año pasado, Corea del Norte realizó decenas de lanzamient­os de misiles y su sexto y mayor ensayo nuclear. Kim entró a la vez en una escalada de amenazas con el gobierno de Trump, y particular­mente con Trump, que reavivó los casi olvidados temores nucleares en la opinión pública internacio­nal.

El mundo desempolvó viejas expresione­s que no se escuchaban desde la Guerra Fría, como el “teléfono rojo” para salvar emergencia­s y el “botón nuclear” capaz de desatar la hecatombe.

El Consejo de Seguridad de la ONU dictó tres series de sanciones durante 2017 para privar a Pyongyang de recursos para su ambicioso proyecto nuclear, en tanto que solo Estados Unidos lleva lanzadas 450 sanciones elaboradas a lo largo del tiempo.

La mitad de las sanciones de Washington fueron expedidas en el último año, según indicó ayer el secretario del Tesoro, y afectan entre otros activos a “prácticame­nte todos los barcos que ellos están usando en este momento”.

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