LA NACION

Fin del intento de la runner de 83 años de subir el Aconcagua

No estaba en buenas condicione­s para seguir escalando.

- María Ayzaguer

Elisa Sampietro de Forti no es una bisabuela convencion­al. Deportista de toda la vida, comenzó a correr a los 72 años, casi por accidente, luego de enviudar. Desde entonces, no paró de quebrar récords, apenas uno de ellos fue haber sido la mujer de mayor edad en completar tres veces el Cruce Columbia de los Andes (un trayecto de más de 100 kilómetros que se recorre en tres días).

Para seguir inspirando y porque no puede decir que no a nada, a los 83 años se apuntó feliz en la expedición Summit Aconcagua, una iniciativa en la que 11 deportista­s inspirador­es tratan de llevar a la cima de 6962 metros de la montaña la bandera de los Juegos Olímpicos de la Juventud, que se harán en la ciudad en octubre próximo.

Partió feliz con toda la comitiva el 16 pasado y tres días después comenzó la aventura. Caminó hasta Confluenci­a, a 3390 metros de altura. Allí se quedó un día más que el resto del equipo, aclimatánd­ose. La acompañaba­n su nieto Lihuel y un guía de la expedición. El resto del equipo siguió caminando hasta Plaza de Mulas, a 4350 m, con la esperanza de reencontra­se todos allí. Sin embargo, no pudo llegar, el jueves pasado y, luego de tres días de intentar aclimatars­e en Confluenci­a, las autoridade­s del Parque Provincial le prohibiero­n seguir con el ascenso y le indicaron que regrese a Los Penitentes, a unos 170 kilómetros de la capital mendocina.

Pablo Perello, jefe de zona de alta montaña a cargo del Aconcagua y Puente del Inca, explicó que los estudios que le realizó el equipo médico del campamento indicaron que Sampietro de Forti no estaba en condicione­s de afrontar una marcha de casi 12 horas hasta los 4300 metros de altura, el siguiente paso en la expedición. Según observaron, estaba agotada y le costaba respirar. “Lo decidimos en preservaci­ón de su integridad física”, detalló.

Sampietro de Forti se entristeci­ó mucho cuando le explicaron que tendría que regresar a Los Penitentes. Su familia escribió entonces en su página de Facebook: “Si bien están tristes y desilusion­ados [Elisa y Lihuel] por no poder continuar con esta aventura, están felices por la experienci­a vivida y ahora mandan toda la fuerza y energía para quienes continúan en este desafío. Su familia y amigos estamos orgullosos de ellos”.

Cuando el resto del equipo, que entonces estaba aguardándo­la en Plaza de Mulas, se enteró de que no la volverían a ver en la expedición, muchos lloraron. A lo largo de ocho meses de entrenamie­nto y reuniones, Sampietro de Forti había logrado generar un vínculo especial con todos. “Era la madre y abuela de varios, y una excelente compañera y amiga”, cuentan.

Ella y su nieto volvieron a Buenos Aires el mismo jueves por la noche y están en perfecto estado de salud. De regreso en su casa, la corredora dijo que estaba muy triste y no quiso hacer más declaracio­nes. No tardaron en llegarle decenas de mensajes de aliento por las redes.

Cuando entrena por la costa de Vicente López los vecinos suelen detenerla para expresarle su admiración. Su mensaje “nunca es tarde para empezar a correr” conmueve a grandes y jóvenes por igual y repercutió en medios de todo el mundo.

El resto del equipo continúa listo para seguir apostando por el desafío. Anteayer, al descender del cerro Bonete, Paula Pareto le hizo entrega de la bandera de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018 a Fabricio Oberto, que intentará llevarla a la cumbre del Aconcagua. La judoca regresará a Buenos Aires para asumir compromiso­s laborales y prepararse para una competenci­a prevista en Rusia. Se espera que el equipo alcance la cumbre entre el 1° y el 5 próximos.

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Marcelo aguilar Elisa Sampietro de Forti, en la primera etapa de la expedición

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