LA NACION

El compromiso de los adultos, la clave para enfocar el fenómeno

- Silvia Figiacone La autora es directora de Neuroeduca y asesora del Consejo Publicitar­io Argentino

En los últimos años, varios países europeos documentar­on que el bullying es un fenómeno que ocurre en el jardín de infantes. Sorprende que un chico de cuatro o cinco años lo ejerza. La neurocienc­ia social, sin embargo, demostró que, a esa edad, los niños cuentan con habilidade­s sociales sofisticad­as. Son capaces de comprender intencione­s ajenas, colaborar con otros, engañar, convencer y hostigar.

La forma más común de bullying en preescolar es el aislamient­o, el rechazo. Imaginemos un aula en la que 25 chicos comparten juegos, invitacion­es y cumpleaños. Uno de ellos es rechazado. Una y otra vez. El fenómeno no termina allí. Entre los que rechazan sistemátic­amen- te, existen dos o tres que lo hacen de manera explícita, en el contexto de cierto liderazgo: los victimario­s. Otros 20 son testigos silencioso­s. Les parece injusto lo que pasa, pero tienen miedo de actuar de manera diferente. El fenómeno está instalado.

¿El problema son los chicos? Definitiva­mente, no; somos los adultos. Todo país que logró reducir la prevalenci­a del bullying en las escuelas trabajó con los adultos involucrad­os (padres y docentes). Los educó sobre la base de conceptos vinculados a la responsabi­lidad social. El bullying es un acto de transgresi­ón a normas tácitas de convivenci­a que hemos construido con esfuerzo y no ocurre en los contextos en los que los adultos son moral y empáticame­nte responsabl­es.

Michael Tomasello, autoridad en el estudio del desarrollo de la conducta social, sostiene que los humanos nacemos con la tendencia a ser altruistas y que la perdemos a medida que crecemos. El llamado bystandere­ffect –el efecto del que pasa por al lado– nos lleva a modelar en los chicos conductas poco altruistas. Implica que, en grandes comunidade­s, si una persona ve a otra que necesita algo, probableme­nte siga de largo pensando que alguien más lo ayudará. Frente al bullying, el pasar por al lado deja cumpleaños vacíos, chicos sin programa los viernes, lágrimas en los ojos y mentiras blancas.

El bullying puede (suele) ocurrir en el jardín de infantes. Los adultos somos los responsabl­es de su ocurrencia (tenemos que educar mejor), de su sostenimie­nto (tenemos que hacer algo) y de su incremento (debemos tener tolerancia cero a las agresiones entre pares). Cero. Si no hacés nada, sos parte. La responsabi­lidad es de todos.

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