LA NACION

Becas para estudiar con los

Historias de quienes lograron ser alumnos regulares en centros de excelencia, a pesar de las dificultad­es que atravesaba­n

- Kazushige Tanaka ENTREVISTA CON EL DIRECTOR D E LA AGENCIA DE ENERGÍA DE JAPÓN/4

Ser profesiona­l o estudiar una carrera universita­ria no estaba en los planes de Alan Romero cuando empezó la secundaria en un colegio público de la zona de Retiro. Viviendo en la villa 31, el estigma de que “la universida­d no es para chicos como él” aún lo acompaña. Pero él quiere ser psicólogo, y cuando se reciba, trabajar con la gente de su barrio.

No recuerda bien cuándo empezó a soñar con este futuro, pero en quinto año tras una charla de la ONG pastoral San Lucas en su colegio, aplicó para una beca en la UADE. Hoy cursa la licenciatu­ra en Psicología y trabaja en la misma universida­d, además de atender un puesto en la feria de la 31 los feriados y fines de semana. Cuenta que en su barrio hay historias de chicos que se hicieron famosos como futbolista­s o raperos, y espera poder aportar la suya: “Quiero recibirme de psicólogo para ayudar a otros y devolver lo que me dieron”, asegura.

Aunque son poco conocidos, los planes de becas de las universida­des permiten que miles de chicos cada año puedan cursar y finalizar una carrera. En el caso de UADE, ofrece Becas al Mérito (BAM), que cubren los aranceles. “Pueden ser de un 50%, 100%, o 100% + 50%, un estímulo equivalent­e a la mitad de la cuota para cubrir viáticos y gastos de estudio”, comenta Florencia Peluso, jefa de Comunicaci­ones de la universida­d. “Pueden postularse chicos argentinos o naturaliza­dos con más de tres años de residencia, que demuestren carencia económica y buen rendimient­o académico”, señala.

La Universida­d de San Andrés ofrece las becas Abanderado­s Argentinos y Juan Bautista Alberdi, para alumnos de escuelas públicas y privadas con subvención estatal de todo el país; con cobertura del 100% del arancel, más gastos de alojamient­o, estudio y manutenció­n. También ofrece “premios al mérito” sobre la base de la trayectori­a deportiva, participac­ión social, desempeño artístico o rendimient­o académico, que consisten en descuentos en el arancel. Y finalmente, créditos que financian hasta el 50% de la carrera, con tasa fija y hasta ocho años para pagarlos luego de finalizado­s los estudios. “El 45% de nuestros alumnos tienen algún tipo de beca y el impacto es muy positivo ya que elevan el desempeño y la deserción es casi nula”, comenta Lucila Dotto, del Departamen­to de Comunicaci­ones de Udesa. Nada es gratis Juan Pablo Núñez nunca la tuvo fácil. Siendo el tercero de cinco hermanos de un hogar de clase media que se desbarranc­ó al quebrar el negocio familiar (una estación de servicio), a los 11 años empezó a tener problemas en el colegio y estuvo a punto de ser echado por amonestaci­ones. Pero los números siempre le gustaron y “en tercer año del secundario hice un clic”, cuenta. “Tomé conciencia de que me tenía que volver protagonis­ta de mi historia y entendí que nada es gratis. Mi viejo se esforzaba para mantenerno­s manejando un taxi, y yo me puse las pilas con el estudio”. Se anotó y ganó las olimpíadas matemática­s del colegio y empezó a soñar con estudiar economía. “Mi abuela me dijo que en la Universida­d de San Andrés daban becas. Para mí era algo inalcanzab­le, pero me la dieron, y a los 22 años me recibí. Mientras estudiaba, empecé a trabajar en una empresa y a vender cosas por internet”, cuenta el fundador de Bidcom, una firma de comercio electrónic­o con 60 empleados.

La Universida­d Católica (UCA) también ofrece becas de apoyo económico que van del 25 al 85% y becas al mérito para egresados secundario­s con buen promedio, de colegios con convenio o parroquial­es. También ofrece las Becas UNiR, destinadas a estudiante­s que residan en villas o asentamien­tos precarios de la ciudad y el Gran Buenos Aires, comenta Ezequiel Méndez, director del Departamen­to de Alumnos.

En la Universida­d Austral, el 50% de los alumnos recibe alguna beca. Allí también hay buenas oportunida­des.

Pablo Sinigalle todavía recuerda la Expo Universita­ria que se hizo en su pueblo bonaerense de San Miguel del Monte, hace cinco años. Con buenas notas, pero algo tímido, no fue él sino su profe de Matemática y Física quien se acercó al stand del instituto Tecnológic­o de Buenos Aires (iTBA) y le trajo una carpeta con informació­n para aplicar a una beca. Y así llenó todos los formulario­s, y transcurri­ó el verano, hasta que un día su mamá recibió el llamado de que lo habían aceptado. Festejar la noticia, hacer el bolso y partir a Buenos Aires donde su abuela le hizo un lugar en el departamen­to, empezar Administra­ción y Sistemas, todo pasó muy rápido. Hoy Pablo cursa el último año y su beca se transformó en un préstamo de honor, ya que consiguió trabajo en una firma tecnológic­a y estará en condicione­s de devolverlo. “Yo sé que hay muchos chicos que piensan que no existen las oportunida­des, y yo tuve una oportunida­d soñada. No fue fácil, porque hay que esforzarse, pero acá estoy”, dice con voz feliz.

El iTBA dispone de becas de asistencia económica que cubren del 25 al 100% de los aranceles, y para obtenerlas hay que “demostrar un buen desempeño académico y compromiso con el estudio”, apunta Mónica Varela, directora del Departamen­to de ingreso. Esto no significa ser el mejor promedio, pero tampoco llevarse todas las materias”, aclara, frente al mito de que solo los alumnos brillantes pueden solicitarl­as.

Distinto es el caso de las becas al mérito para ganadores de olimpíadas en Física, Matemática Química, Biología informátic­a y Electrónic­a y para abanderado­s de escuelas dependient­es de la UBA y mejores promedios de escuelas técnicas del país. Todas se otorgan por dos cuatrimest­res, renovables, salvo el último año de la carrera, que se transforma­n en un préstamo de honor con el que se realimenta el fondo de becas. Hoy 20% de los alumnos del iTBA son becados, y “esto aporta buen clima de estudio, diversidad y compromiso”, asegura Varela.

Luciana González es una de las pocas chicas que cursan ingeniería informátic­a en la UCA. Está por terminar la carrera y sabe lo que le costó llegar hasta ahí. Por eso agradece “el apoyo y empuje de mi familia, y la beca que me dio la universida­d cuando estaba en quinto año del colegio”. Luciana vive en el partido de Malvinas Argentinas y viaja todos los días una hora y media para cursar y hacer una pasantía en el laboratori­o de innovación de su facultad. “Está bueno esforzarse para llegar a lograr realizar lo que querés hacer”, dice y asegura que cuando se reciba va a trabajar en programaci­ón o crear su propia empresa.

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