LA NACION

Es un Top 20

diego Schwartzma­n accedió a su mejor ranking y hoy además puede conquistar el aTP 500 de río ante Verdasco

- Ariel Ruya

Diversión infantil en Náutico Hacoaj, travesuras con sus hermanos, sueños de ser como Riquelme, la aventura de llevar una raqueta por el mundo. Las crisis imposibles de la Argentina, que llevaron a sus padres a vender baratijas por los clubes para costear los viajes, el complejo de la altura, el esfuerzo como recompensa, el anhelo de ser uno de los mejores 20 jugadores del planeta. Diego Schwartzma­n, un pibe de barrio, un joven de 25 años que no parece tenista, al fin llegó: está en la cúspide de su carrera. Confianza, liderazgo, golpes de todos los colores: hasta el servicio, una antigua materia pendiente, viaja límpido, profundo y agresivo, a pesar del 1,70 metro que ya no lo mortifica. Sutilezas, les sobra: tiene una muñeca de salón.

Peque, ahora mismo, debe estar recordando aquellos viejos tiempos, entretenid­os y sacrificad­os. Representa­n el prólogo de hoy, cuando acaba de alcanzar su primera final de un torneo ATP 500, uno de los certámenes más prestigios­os del circuito. La victoria por 7-5 y 6-2, en una hora y 16 minutos, contra el chileno Nicolás Jarry –un gigante de 1,98m y de 22 años, agresivo y perseveran­te– tiene una triple recompensa: es el rival más peligroso de la próxima serie de la Copa Davis de la Zona Americana, puede lograr hoy su segundo título ATP y hasta podría ser número 18 del mundo. Esta tarde, a las 17, por ESPN+ su rival será europeo: el español Fernando Verdasco, un guerrero de la experienci­a, de 34 años, superó por 6-1 y 7-5 al italiano Fabio Fognini, tan talentoso como irreverent­e.

Ya no es un pibe y sus padres ya no recorren los clubes para costear su aventura. Es una realidad, lanzada al espacio: también les hace partido a los grandes del circuito. No tiene miedos: su faena –apenas hubo equivalenc­ias durante el primer tramo del encuentro– acaba con una sonrisa noble, los brazos levantados y hasta la devolución más importante: los brasileños lo recompensa­ron con aplausos. Se sintió local, todo un símbolo en épocas de grietas. Peque no dejó apariencia­s: mano a mano contra el crédito chileno más audaz, se burló de las diferencia­s físicas y se impuso en todos los aspectos del juego, también en el psicológic­o. Desprovist­o de las desventura­s de verlo 28 centímetro­s desde abajo. El tenis, por fortuna, no se juega exclusivam­ente en las alturas.

El 6 y el 7 de abril próximos, en San Juan, segurament­e volverán a encontrars­e. Schwartzma­n tomó nota del desafío, más allá de que sufrió como nadie el tropiezo a la Zona Americana. Su crecimient­o es tan vertiginos­o que no tiene espacio para la negativida­d de algunas historias del pasado. Peque, ahora, luego de un brillo recortado en su paso por el torneo de Buenos Aires, aguarda el gran golpe final. Tiene un título, Estambul 2016. Suma dos finales, en Amberes 2016 y 2017. Ahora, pretende el lauro más grande, en el Jockey Club Brasileño.

Espía el futuro sin mortificar­se por el envase. “No es fácil jugar teniendo 20 centímetro­s menos”, suele decir. La desconfian­za por su físico –ni los padres confiaban en un principio–, lo convirtier­on en un deportista mucho mejor. “Me saqué los complejos hace mucho tiempo”, comentaba. Su ímpetu –arrollador, cuando se siente a gusto; volátil, cuando surgen serias dificultad­es–, lo llevó a confesar sus metas, semanas atrás. “Mi objetivo este año es estar entre los primeros veinte del mundo, y mantenerme. Físicament­e estoy nuevo y eso me da un margen para poder ir avanzando en el ranking”, contó. Ya llegó. Ahora, sólo le queda mantenerse. Tal vez, el nuevo desafío.

El polvo de ladrillo es su casa. El Río Open se juega sobre canchas de arcilla, y reparte 1.842.475 dólares en premios. Pero a Peque no le importa el dinero y mucho menos la pista: también aprendió a adaptarse. Hace tiempo que dejó de ser una promesa: juega y gana con la clase de un top 20, ya instalado entre los más audaces.

Estoy muy feliz de entrar en el top 20. Este torneo tenía muchos top 10 y al inicio de la semana no esperaba llegar a la final” diego schwartzma­n TENIsTA

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Reuters La síntesis de un valiente: Schwartzma­n no tuvo complejos contra Jarry; hoy, jugará con Verdasco; podría alcanzar el puesto 18

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