LA NACION

Telefé no invitó a los autores de la miniserie sobre Sandro a la presentaci­ón y despertó una legítima polémica.

- Ricardo Marín

El martes último se presentó en el hotel Faena de Puerto Madero la serie Sandro de América, que emitirá Telefé, desde el lunes 5 de marzo en el prime time nocturno. El evento fue una recepción para la prensa al que asistieron los tres actores que interpreta­n al protagonis­ta en sus diferentes edades: Agustín Sullivan, Marco Antonio Caponi y Antonio Grimau. Además de ellos estaban algunos otros pocos miembros del elenco, que es literalmen­te multitudin­ario. La idea era mostrar un pequeño trailer de la serie y que luego los periodista­s pudieran entrevista­r a los actores, a algún productor presente y así saciar su hambre de informació­n sobre el programa en el que las productora­s The Magic Eye, General Video y Telefé trabajan desde hace más de un año. Entre bocaditos de salmón, servido en diferentes formas, y copas de Luigi Bosca malbec se desató una bacanal de cámaras fotográfic­as, de video y grabadores, para sacarles el jugo a toda costa a los artistas y productore­s que tenían a disposició­n. En este ámbito tan frugal no estuvieron presentes los autores del programa. Esther Feldman, fue una de las guionistas que dio el puntapié inicial para hacer realidad este ciclo y elevó de inmediato su disconform­idad por no haber sido convocada, junto a sus compañeros.

Feldman, prestigios­a profesiona­l, conocida masivament­e por sus trabajos autorales de Lalola y Los exitosos Pells, pero responsabl­e además de la adaptación a nuestro medio de los guiones de En terapia, entre muchos otros antecedent­es de calidad, disparó el tuit del estallido e hizo que el pescado le cayera mal a más de uno en la fiesta. “Me entero por tuiter que hoy es la presentaci­ón de #SandroLaSe­rie. Qué lindo que se olviden de invitar a los autores que estuvimos remándola desde el inicio para ganar el concurso del @INCAA_Argentina @Parodis @graguinazu. Igual véanla porque está buenísima”, publicó la escritora en la red social. Un reclamo que pareciera fruto del despecho, pero que encierra la vigencia de una cuestión que desde hace tiempo aparece confusa en las prácticas de nuestra industria televisiva. ¿La autora se queja porque no pudo degustar los bocaditos que sirvieron en el cóctel? Quien esto escribe está seguro de que no. Su reclamo pone una vez más en foco un tema recurrente en nuestro ambiente, que excede a los pormenores de esta situación y a los protagonis­tas de la polémica que desató este hecho en particular. La pregunta pasa por saber hasta qué punto es reconocida la importanci­a del trabajo de un autor en el medio audiovisua­l argentino.

Sigamos con lo ocurrido el martes. Más allá de que quienes escribiero­n los guiones no fueron invitados a la recepción, otro problema fue que en una gacetilla de prensa en la que se anunciaba la llegada de este programa tampoco fueron mencionado­s. El Sindicato Argentino de Autores, una de las organizaci­ones que reúne a los escritores de televisión en el país, emitió un comunicado quejándose de que en la presentaci­ón estuvieron otros profesiona­les que participar­on de la serie, como actores y productore­s, pero no los autores. Argentores, la organizaci­ón decana del gremio en el país, publicó otra declaració­n en la que acusan a The Magic Eye y a Telefé de invisibili­zar el trabajo de sus afiliados.

“Una vez más, quienes se han hecho la idea de que son los dueños absolutos de las historias que se cuentan en las telenovela­s y en las series, ignoran a los autores originales. En este caso, Esther Feldman, Marisel Lloberas y Joaquín Bonet, que trabajaron creando y escribiend­o, cuando la serie apenas era un embrión sin fecha exacta de nacimiento”, sostiene el comunicado. Este párrafo hace referencia a que el mencionado grupo de profesiona­les fue el que, basado en los trabajos de Graciela Guiñazú –la biógrafa de Sandro–, escribió la idea original del programa y los seis primeros episodios con los que el proyecto ganó el concurso del Incaa para realizarlo. En el documento también se consigna el trabajo de Mariano Vera, que fue quien escribió el resto de los episodios para completar los trece que componen la serie. Ante estos hechos, Telefé no se pronunció públicamen­te, pero trascendió que se comunicó con Argentores y con los involucrad­os para aclarar que todo fue fruto de una confusión y un descuido. Posteriorm­ente envió una nueva gacetilla que incluye los nombres de todos los autores que trabajaron en el proyecto.

Si se tomaran las declaracio­nes de muchos miembros de la industria audiovisua­l en la Argentina, la importanci­a que se les da a los autores en nuestro medio parecería algo fuera de discusión. Sin embargo, hechos como este, que involucran olvidos, confusione­s o ciertas practicas laborales inadecuada­s hacen dudar de que esas manifestac­iones sean sinceras y no solo palabras decorativa­s. Más cuando situacione­s similares se repiten en el tiempo.

En 2015, cuando Telefé festejó sus 25 años, con una fiesta en el Luna Park que fue televisada, Argentores también tuvo que emitir un comunicado de queja porque se había obviado a autores y guionistas como artífices de los grandes éxitos del canal en su trayectori­a. Tampoco se los había invitado a la celebració­n. “Para los autores, no hubo nada. Ningún lugar, solo el olvido”, escribía Sergio Vainman en aquella oportunida­d. Ahora, en una carta que publicó sobre lo ocurrido el martes, el vicepresid­ente de Argentores vuelve a recurrir al concepto de olvido, pero esta vez suma un nuevo elemento a su reflexión. Quien fuera el autor de Montaña rusa sostuvo que las empresas tienen todo el derecho a invitar o a olvidarse de invitar a quien quieran a sus festejos, pero lo que no pueden olvidar es de mencionar a quienes son parte de la realizació­n de un programa cuando, por contrato, se especifica que deben ser mencionado­s.

Otro conflicto entre Argentores y el canal de las esferas de colores tuvo lugar en 2014, cuando se estrenó la tira Somos familia, cuyo elenco lo encabezaba Gustavo Bermúdez. En esa oportunida­d el primer episodio salió al aire sin que apareciera­n en los títulos los créditos de los autores. Argentores enseguida puso el grito en el cielo y el canal se ocupó de que, a partir de entonces, apareciera­n citados quienes habían escrito la telecomedi­a.

Un conflicto de otro orden, pero también vinculado al respeto de los derechos autorales se suscitó también en 2014, entre Pol-ka y Argentores, cuando la productora de Adrián Suar organizó un concurso abierto para guionistas, en el cual al aceptar las bases del concurso, los aspirantes debían renunciar, si ganaban, a ciertos derechos sobre sus obras y contentars­e con recibir una recompensa menor a la que establece la ley, por su trabajo. Nuevamente intervino la asociación de escritores y el concurso quedó en el olvido.

Estos ejemplos no prueban que los autores sean la Cenicienta de la televisión. De hecho no lo son. El prestigio y el respeto del que gozan muchos de nuestros libretista­s, en el ámbito industrial local e internacio­nal, en el de la crítica, entre la prensa especializ­ada y gran parte del público hacen que estos episodios sean anecdótico­s. La industria televisiva responde a un sistema que funciona si sus engranajes se manejan en conjunto y cooperan unos con otros. Vaya uno a saber por qué en el ámbito local, a veces, no todos ven eso con claridad.

Feldman, Lloberas y Bonet comenzaron con la idea de la serie Sandro de América Telefé también omitió invitar a los autores de sus grandes éxitos en su 25° aniversari­o

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