LA NACION

Quioscos saludables. Funcionan en menos del 20% de las escuelas estatales porteñas

Si bien una ley impulsa la oferta a los alumnos de productos bajos en calorías y con menor cantidad de harina, todavía falta adhesión

- Juan Ignacio Gareca

En 2010, una ley porteña buscó enriquecer la oferta de los quioscos en establecim­ientos escolares para incluir alimentos que no superaran las 220 calorías: barras de cereales, alfajores a base de arroz, frutas secas, vasos de frutas frescas, agua mineral y jugos, entre otros. Si bien su instalació­n no es obligatori­a, siete años después solo adhirieron a la modalidad 127 de las 734 escuelas públicas. El lento avance de la iniciativa contrasta con una realidad: el 40% de los alumnos tienen sobrepeso u obesidad en el país, según datos oficiales.

“Al principio no te das cuenta. Le comprás caramelos, un paquete de galletas, un turrón. Lo ves feliz. Pero después empiezan los problemas: de salud y autoestima. Los enojos porque no le entra su remera preferida o las burlas de sus compañeros”. Las palabras son de Lucía Lombardi, madre de Joaquín. El chico, de 13 años, está en un tratamient­o nutriciona­l para combatir la obesidad. Por eso, la mujer –además de modificar los hábitos en la casa– pidió el pase para inscribir a Joaquín en una escuela de Villa del Parque. El establecim­iento tiene quiosco saludable: un proyecto que busca mejorar la alimentaci­ón de niños y adolescent­es.

La ley 3704 de alimentaci­ón saludable, sancionada en la ciudad en 2010, que busca promover hábitos saludables en la población escolar, apunta a enriquecer la oferta de los quioscos tradiciona­les para que ofrezcan a los chicos alimentos que no superen las 220 calorías: barras de cereales, alfajores a base de arroz, frutas secas, semillas, vasos de frutas frescas, agua mineral y jugos, entre otros.

Según el último relevamien­to de la Dirección General de Servicios a Escuelas, funcionan 127 quioscos en los 734 establecim­ientos escolares de gestión estatal, es decir que menos del 20% de los colegios los tienen. La instalació­n no es obligatori­a.

En esas escuelas, cursan 213.500 alumnos, que resultaron beneficiad­os por los cambios.

La iniciativa avanza lentamente en un contexto alarmante. Según la última encuesta de salud escolar realizada por el Ministerio de Salud de la Nación, el 40% de la población en edad escolar del país sufre de sobrepeso u obesidad.

De la ley 3704, se desprende que los quioscos están obligados a exhibir los productos saludables “a primera vista” con cartelería específica, que indica que forman parte de la alimentaci­ón sana, de modo de priorizarl­ossobreelr­estodelame­rcadería. Dentro de la oferta saludable se contemplan además las opciones que no tienen TACC, aptas para celíacos.

Sándwiches, ensaladas, pizzetas, tartas y empanadas quedan exceptuado­s de esta lista, ya que son considerad­os almuerzos, por lo cual no se considera el máximo calórico establecid­o.

Según las condicione­s de infraestru­ctura y equipamien­to con las que cuentan para elaborar, almacenar y expender alimentos dentro del ámbito escolar, los quioscos saludables son categoriza­dos en tres tipos. El primero es el llamado “quiosco básico”, que puede expender alimentos y bebidas exclusivam­ente en envase industrial. No deben requerir conservaci­ón en frío ni calor ni pueden elaborar ni fraccionar alimentos de ningún tipo. Tienen la obligación de incluir cinco alimentos, como barritas de cereales, alfajores a base de galleta de arroz, galletitas con cereales integrales, agua mineral o jugos naturales.

El segundo tipo es el “quiosco bufete”. Expenden alimentos perecedero­s –que requieren refrigerac­ión para su conservaci­ón–, pero no pueden elaborar comidas ni fraccionar alimentos. Además de incluir los productos del quiosco básico, deben ofrecer yogur solo o con frutas, postres lácteos, frutas frescas, ensalada de vegetales o frutas, sándwich de pan blanco o integral con queso y vegetales, leche y jugos naturales.

Por último están los “quioscos cantina”: autorizado­s para preparar, fraccionar y vender alimentos elaborados en el mismo local con una vida útil de hasta 24 horas. Además de lo incluido en el quiosco bufete, debe tener por lo menos tres opciones de pizzetas de vegetales, tartas y empanadas de vegetales, tortilla de vegetales, licuados de fruta y platos del día con vegetales

De los 127 quioscos saludables que funcionane­nestableci­mientosesc­olares estatales porteños, 17 son básicos, 35 son bufetes y 75 son cantinas.

La escuela Juan Bautista Alberdi, situada en el barrio de Belgrano, es la que más creció en el distrito escolar 10: en los últimos cuatro años, pasó de tener 290 a 350 alumnos. Su directora, Mónica García, considera los quioscos saludables un punto de partida dentro del segmento escolar. “También están los recreos y las caminatas saludables: iniciativa­s que van más allá de lo alimentari­o y llegan a lo integrador. Muchos chicos desarrolla­n el hábito de compartir”, afirmó.

Los productos de un quiosco saludable pueden llegar a costar la mitad. Por ejemplo, una barrita de cereales se puede comprar por $10; una bolsita de pochoclo de 500 gramos, por $15, o un paquete de 10 galletitas de avena, a $20. respecto de las frutas –un vaso de frutillas en un quiosco saludable cuesta $5–, los costos disminuyen porque los verduleros de las zonas cercanas donan frutillas, manzanas, peras y bananas.

“Varias provincias vienen desarrolla­ndo políticas y legislacio­nes que promueven la alimentaci­ón saludable, pero la ciudad de Buenos Aires fue la primera en instrument­arla”, explica el doctor Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (Cesni). En Córdoba, se lanzará en este ciclo lectivo (ver aparte).

Carmuega también menciona que, al tratarse de una legislació­n reciente, no existe una medición del impacto de los quioscos saludables, “pero toda iniciativa que reconozca la importanci­a de la prevención de la obesidad infantil es clave”.

“Hoy, uno de cada cuatro escolares tiene sobrepeso y probableme­nte la mayor parte de ellos serán adultos obesos”, dice la licenciada en Nutrición Antonela Carnevale. Para la especialis­ta, la reacción de los padres ante los problemas de alimentaci­ón de sus hijos suele variar: “La mayoría subestima el problema y directamen­te deciden no tratarlo con un profesiona­l. Los que deciden tratar a sus hijos a veces se sienten desbordado­s; ven que ese compromiso también les concierne a ellos”.

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Gza. gCBa Los alimentos sanos son protagonis­tas en los locales

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