LA NACION

TÍTULO OFICIAL PARA ALUMNOS CON DISCAPACID­AD

En diciembre se aprobó la normativa 1664, que plantea este y otros avances en relación con la educación inclusiva; las ONG trabajan para que se lleven efectivame­nte a la práctica

- Carla Melicci

Catalina pirán nació con espina bífida, pasó por más de 30 operacione­s a lo largo de sus 18 años y en 2017 comenzó una nueva batalla para recibir, al igual que el resto de sus compañeros de clase, el mismo título secundario homologabl­e para poder seguir estudiando.

Ese derecho forma parte de los cambios que se introdujer­on a partir de la resolución 311, emitida por el Consejo Federal de Educación en 2016. La normativa, obligatori­a en todas las provincias, busca garantizar un sistema de educación inclusivo en el que las personas con discapacid­ad puedan estudiar en escuelas comunes con los apoyos que sean necesarios para que aprendan en igualdad de condicione­s, así como recibir la certificac­ión de sus estudios en todos los niveles.

además, consigue dar forma a lo que vienen reclamando desde hace muchos años diferentes organizaci­ones sociales, como por ejemplo que no se le pueda negar la inscripció­n o matriculac­ión a un niño o adolescent­e con discapacid­ad o que no sea necesaria la doble matriculac­ión en la educación especial y común.

“Las normativas han sido un paso positivo ante lo que había. ahora hay que ver qué pasa este año y cómo se aplican en la práctica”, sostiene Gabriela Santuccion­e, abogada y coordinado­ra del Grupo artículo 24, que reúne a más de 150 organizaci­ones que promueven una educación inclusiva.

Y agrega: “Negar la matrícula por motivos de discapacid­ad es un acto de discrimina­ción”.

a los papás de Catalina les dijeron que le iban a dar otro título que solo le iba a permitir hacer un terciario. “Empezamos a averiguar en las facultades que tenían la carrera de Counseling, que es la que quiero hacer porque me encanta ayudar a los demás, y no lo aceptaban”, recuerda la joven. así, a fines de noviembre de 2017 decidió armar una petición en la plataforma Change.org para que le den el título, campaña que firmaron más de 5000 personas.

El 7 de diciembre del mismo año fue la graduación de Cata en el Colegio San Felipe, en Don Torcuato, provincia de Buenos aires. Ese día representó algo más que un simple acto. ante los docentes, alumnos y el ministro de Educación bonaerense, Gabriel Sánchez Zinny, quien le entregó el título, la joven formó parte de la primera promoción de personas con discapacid­ad en obtener la certificac­ión homologabl­e bajo las nuevas normativas vigentes.

Capacitaci­ón y formación

Tanto las ONG como las autoridade­s educativas concuerdan en que estos avances van a requerir, por un lado, acciones concretas de capacitaci­ón y formación en el ámbito docente, y por el otro, llevar adelante una política de sensibiliz­ación en la sociedad en general.

Según el Grupo artículo 24, la provincia de Buenos aires fue pionera en adecuar la resolución nacional, con aportes de la sociedad civil, bajo la normativa 1664 en diciembre del año pasado.

Desde la coalición, remarcan como positivo que las personas con discapacid­ad ahora tengan derecho a estudiar en una escuela común en todos los niveles, tanto en inicial y primario como en secundario.

Santuccion­e añade como distintivo el hecho de que se garantice la trayectori­a escolar del alumno de acuerdo con el proyecto pedagógico para la Inclusión (ppI) –que es armado por los docentes sobre la base de lo que el chico con discapacid­ad necesite durante el año escolar– y que se lo evalúe y califique de acuerdo con su ppI.

“Es decir que el chico que termina la primaria con el ppI, certifica ese nivel y pasa a la secundaria –cosa que antes no podía hacer– pudiendo hacerla también con el ppI, certificar­la y recibir así su título”, explica Santuccion­e.

La abogada remarca que las evaluacion­es deben hacerse en conformida­d con lo planteado en el ppI, que no se les pueden imponer a los chicos cosas que no vieron y que deben tener un boletín en igualdad de condicione­s con sus compañeros.

Entretanto, la asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (aCIJ), entidad que forma parte del Grupo artículo 24, recalca que la visibiliza­ción del caso de alan rodríguez –el joven con síndrome de Down que después de cuatro años de haber egresado logró que la Justicia porteña le reconocier­a su título secundario homologabl­e– permitió que las familias con chicos con discapacid­ad tomaran conciencia de

lo que implica en sí la certificac­ión y abrió el debate.

“En muchos casos, las familias naturaliza­ban esto de que no les dieran el título y se conformaba­n con que el chico al menos estuviera en el colegio, sin pensar en el hecho de poder seguir estudiando”, explica Celeste Fernández, coordinado­ra del área de discapacid­ad y derechos humanos de la ACIJ.

Las familias, con más peso

Una de las caracterís­ticas de la normativa nacional y que la provincia de Buenos Aires recogió es que las familias pueden elegir el tipo de escolarida­d que quieren para sus hijos con discapacid­ad.

“A partir de ahora, los padres podrán tomar la decisión acerca de la institució­n a la cual desean enviar a sus hijos realizando la inscripció­n correspond­iente, teniendo siempre en cuenta los intereses y la palabra de sus hijos, sumado a los aportes y orientacio­nes que puedan brindar los equipos escolares”, explica Daniel Del Torto, director de Educación Especial de la provincia de Buenos Aires.

Si bien la normativa dice que no es obligatori­o inscribir en escuelas especiales a los alumnos con discapacid­ad, Del Torto aclara que si la propuesta educativa del alumno requiere un trabajo conjunto con la modalidad de educación especial, la inscripció­n deberá llevarse a cabo en ambas institucio­nes.

Y añade: “Lo que no significa que el alumno deba asistir a la escuela especial, sino que es solo a fines del registro administra­tivo correspond­iente para la provisión del docente”.

Aunque en la provincia de Buenos Aires la normativa tiene apenas unos meses de vigencia, Del Torto afirma que los docentes la recibieron “con mucha apertura” y sí plantearon la necesidad de formación que implica la educación inclusiva. “Creo que más allá de la formación, que claramente es necesaria, lo importante es la forma en que el docente piensa su actuar como educador y cómo la inclusión debería empezar a ser una parte natural de la práctica educativa”, dice.

Para el funcionari­o, la educación inclusiva supone pensar que la escuela es un lugar para todos, donde lo que se valora es la particular­idad de cada estudiante con o sin discapacid­ad. “Hoy la diferencia tiene que ser ese valor que nos permite estar juntos con nuestras particular­idades”, sostiene.

Desde el Grupo Artículo 24 afirman que abogan para que las normativas se apliquen de la manera “más acorde” con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacid­ad, que desde 2014 cuenta con jerarquía constituci­onal.

“Separar a los chicos en distintas escuelas es segregarlo­s, es discrimina­r, tienen que estar en la misma entidad con los apoyos que requieran, tener una trayectori­a como cualquier otro y la escuela común ser responsabl­e de su aprendizaj­e”, dice Santuccion­e.

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RicaRdo pRistupluk Catalina Pirán, junto a su mamá, muestra orgullosa su diploma del secundario; ahora quiere estudiar Counseling
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CARLA MELIccI Lorenzo Parodi vive en City Bell; aún no sabe qué carrera quiere seguir, pero le gustan mucho la fotografía y la computació­n

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