LA NACION

Creció 58% la compra de dólares desde diciembre

Se vendieron 6800 millones desde que empezó a escalar; aumentó la demanda minorista

- Javier Blanco

La demanda de dólares aumentó un 58% en volumen y un 23,4%, medida por la cantidad compradore­s, en el bimestre diciembre-enero respecto del bimestre anterior. Es decir, se disparó precisamen­te cuando la cotización del billete comenzó a subir insistente­mente en la plaza local hasta registrar su ciclo alcista más importante y duradero en casi dos años. El dato, surgido de los balances cambiarios que publica el Banco Central, ratifica que los argentinos tienden a volcarse más al dólar cuando la divisa se encarece, contrarian­do la lógica económica.

Los analistas creen que esta reacción deviene de la larga historia de devaluacio­nes que arrastra el país, con su moneda persistent­emente esmerilada por la inflación, y surge como un reflejo que revela que el común de la gente percibe que algo anda mal, lo que parece comprobars­e por el deterioro que mostraron las expectativ­as económicas.

“Para el común de la gente, el dólar funciona como un termómetro de la salud de la economía. Cuando la divisa sube de golpe o de manera persistent­e durante días se despiertan viejos temores, lo que tiende a realimenta­r la escalada porque cuando la gente se asusta sale a dolarizar sus ahorros, pues interpreta que de ese modo resguarda su poder adquisitiv­o”, explica la economista e investigad­ora de la Universida­d de Buenos Aires (UBA) Victoria Giarrizzo.

Su colega Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométri­ca, entiende que la atracción que ejerce el dólar nace de la desconfian­za que genera el peso cuando no se lo usa para una transacció­n inmediata. Esto sucede porque “la Argentina atacó siempre la consecuenc­ia y no la causa de la inflación yendo a lo fácil: pisar el dólar o las tarifas. Eso llevó a períodos de aparente estabilida­d cambiaria, que siempre duran hasta que el gobierno no puede contener el tsunami de gasto o inflación”.

El precio del dólar se había mantenido anestesiad­o durante gran parte del año, en buena medida gracias a una robusta oferta de divisas alimentada por el fuerte endeudamie­nto y por el ingreso extra de capitales atraídos por el diferencia­l de tasas que ofrecía el país. Pero el Gobierno comenzó a discutir la posible modificaci­ón de sus planes y la era de la hiperliqui­dez global dio señales concretas de próxima caducidad, dos factores que se confluyero­n para que el precio del billete comience a escalar sostenidam­ente desde comienzos de diciembre.

“El billete había estado quieto –salvo episodios cortos como antes de las PASO– hasta fines de noviembre, cuando comenzó a subir y fue de la zona de $17 a la de $20 de un salto. Así, el dólar rindió casi 14% en dos meses, cuando un plazo fijo bancario te paga menos del 2% por mes. Eso hizo que la demanda, que se mantuvo en alto nivel todo el año por varias razones, diera un salto también en diciembre y enero”, reseña Giarrizzo.

“En nuestra historia de crisis recurrente­s el tipo de cambio siempre terminó en esos episodios en un nivel más alto que antes. Esto hace que la gente se aferre al dólar como a un seguro cada vez que percibe riesgos, lo que tiene lógica porque –como todo seguro– te rinde poco o resulta costoso en épocas de tranquilid­ad, pero te paga bien cuando aparecen los eventos. Por eso la lógica de ‘a mayor precio menor demanda’ no se aplica en este caso, porque el dólar no es un bien cualquiera para nosotros”, explica el economista jefe de Management & Fit, Matías Carugati.

Eso explicaría que más de un millón de personas hayan comprado dólares en diciembre y enero, unas 200.000 más que en el promedio de octubre y noviembre, sumándose a una demanda que ya era sostenida. “Cuando el dólar queda barato mucha gente compra porque lo ve de ‘oferta’. Y cuando sube rápido o de manera sostenida, lo compra más gente, a la demanda normal se suma la de los que prefieren cubrirse antes de que tal vez sea más caro”, insiste Carugati.

Según un relevamien­to de la consultora D’Alessio Irol, el dólar es la opción de inversión preferida de los argentinos. El último muestreo, realizado en enero entre 500 personas bancarizad­as, mostró al 54% de los consultado­s eligiéndol­o como vehículo para ahorrar y a un 34% admitiendo que buscaría aumentar su tenencia. No es novedad: en los 7 meses que lleva repitiéndo­se la encuesta, el dólar superó siempre el 50% de las preferenci­as inversoras.

“Al dólar ya no hay que analizarlo solo como una opción de atesoramie­nto. Mucha de la demanda del público va camino de convertirs­e en estructura­l y está vinculada al creciente turismo emisivo, turismosho­pping y a los gastos vinculados con esa práctica. A eso hay que agregar la reactivaci­ón del mercado inmobiliar­io, un negocio bastante dolarizado”, apunta Giarrizzo.

A eso se suma la demanda vinculada con la creciente cantidad de compras que los argentinos realizan en el exterior por Internet. En su último informe, el BCRA estimó que el 15% del denominado “déficit turístico”, el saldo en rojo neto por US$10.400 millones que dejó esa cuenta en 2017, obedeció a compras realizadas fuera del país pero sin salir de él, por ejemplo, a través del esquema “puerta a puerta”. De los US$8800 millones girados por pagos con tarjeta al exterior, un 15% (unos US$1300 millones) correspond­ió a operacione­s de e-commerce.

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