LA NACION

Sin freno para Xi Jinping

El PC le abre el camino para eternizars­e en el poder.

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL En FRANCIA

PARÍS.– ¿Acaso China está por volver a ser gobernada por un emperador? En todo caso, Xi Jinping está a punto de cumplir su sueño de convertirs­e en presidente vitalicio del gigante asiático, después de que el Partido Comunista Chino (PCC) allanó ayer el camino para que pueda permanecer en el poder después de que termine su actual mandato, en 2023.

Abriendo el camino a una “putinizaci­ón” del régimen, la reforma propuesta por los 207 miembros permanente­s del Comité Central, suerte de Parlamento del partido, significa el cambio político más

importante de las últimas décadas, pues convertirá a Xi, que tiene recién 64 años, en el dirigente más poderoso después de la muerte de Mao Tsé-tung, que dirigió el país durante más de tres décadas, hasta 1976.

“Esto prueba que Xi proyecta permanecer un largo tiempo en el poder y, por lo tanto, será la figura dominante de la política china por lo menos en la próxima década”, interpretó la sinóloga Jude Blanchette.

Como Mao, Xi concentrar­á además la suma del poder político, pues también es jefe de las fuerzas armadas y secretario general del PCC, cargo que lo convierte en verdadero número uno de China.

“El rumor corría desde hacía meses. Desde octubre, cuando todos notaron que el número uno chino no había escogido ningún delfín potencial entre los miembros del Comité Permanente del Politburó durante el XiX Congreso del partido. Pero nada indicaba que Xi tomaría ahora esa decisión. Eso demuestra hasta qué punto es poderoso”, indica por su parte Jean-Pierre Cabestan, profesor en la Universida­d Bautista de Hong Kong.

El Comité Central, que está reunido en Pekín, propuso eliminar de la Constituci­ón la mención que estipula que un presidente “no puede ejercer más de dos mandatos consecutiv­os” de cinco años, según anticipó la agencia de noticias oficial China nueva. Ese canon, que impidió a sus predecesor­es, Hu Jintao y Jiang Zemin, ejercer la presidenci­a por más de diez años, fue adoptado hace cuatro décadas por Deng Xiaoping para evitar la repetición de un período de culto a la personalid­ad, como ocurrió con Mao, el fundador de la China comunista.

Xi está a punto de terminar su primer mandato, para el que fue elegido en 2013. Durante la próxima reunión de la Asamblea nacional Popular (AnP, el Parlamento chino), que comienza el 5 de marzo, debe ser elegido formalment­e para un segundo período.

“Después de un primer mandato brillante en el terreno de las reformas, Xi quiere tener tiempo para seguir trabajando por sus objetivos. Tampoco hay que olvidar que se

hizo cantidad de enemigos con su lucha contra la corrupción. Dejar el poder no sería sin riesgos para él”, agrega Cabestan.

Si prosperan esas reformas, Xi Jinping será el hombre más poderoso del planeta. Al frente de 1400 millones de habitantes –el 20% de la población mundial–, el presidente chino ocupa el vértice de una compleja estructura de poder (ver aparte).

Durante estos primeros cinco años, el líder chino se ocupó de colocar a sus hombres de confianza en los puestos claves del régimen, concentrar el poder y operar un retorno al culto de la personalid­ad. Xi está omnipresen­te en los medios de comunicaci­ón chinos, que utilizan cada vez más el término lingxui para calificarl­o, en detrimento de lingdao.

“Ambas palabras podrían traducirse como ‘dirigente’, pero la primera evoca la noción de grandeza, de guía espiritual, contrariam­ente a lingdao, que da una noción más ordinaria de jefe”, precisa Jude Blanchette.

En octubre pasado, los 2280 delegados que integran el Comité Central lo habían confirmado como secretario general del partido y jefe de las fuerzas armadas. Pero, además, aprobaron dos decisiones que permitiero­n al presidente elevarse al nivel de Mao en el panteón del régimen: incluyeron el “pensamient­o de Xi Jinping” en la Constituci­ón del país. Al mismo tiempo, su “pensamient­o sobre el socialismo de caracterís­ticas chinas para una nueva era” figura ahora junto a los otros dogmas que rigen la ideología del partido: el pensamient­o de Mao Zedong, la teoría de Deng Xiaoping, el “pensamient­o importante de las tres representa­tividades” acuñado por Jiang Zemin y el “concepto del desarrollo científico” de Hu Jintao.

Cinco días antes de oficializa­r sus intencione­s, Xi Jinping envió discretame­nte a Washington a liu He, uno de sus consejeros de mayor confianza. Su misión consistía en explicar los proyectos del líder chino a Donald Trump y los principale­s dirigentes del gobierno norteameri­cano. otro miembro del Buró Político, el diplomátic­o Yang Jiechi, había estado pocos días antes en esa capital.

Esos dos personajes serán los hombres más influyente­s del poder junto con Chen Min’er (57 años), un protegido de Xi que estaba considerad­o hasta ahora como su delfín potencial, y Wang Hunin (62), que se consolida como principal ideólogo del régimen.

la enmienda constituci­onal propuesta por el Comité Central había sido aprobada en octubre por el congreso, pero se mantuvo en secreto hasta ayer.

“El poder de los presidente­s chinos habitualme­nte disminuye durante su segundo mandato a medida que se intensific­an las luchas internas por la sucesión”, según Zhang Baohui, profesor en la lingnan University de Hong Kong. Y pronostica: “En el caso actual, por el contrario, Xi tendrá el poder de un emperador y segurament­e buscará perpetuars­e en forma indefinida”.

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Dpa Xi Jinping, durante un evento por los festejos del Año Nuevo chino

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