LA NACION

El rey volvió a Barcelona y los separatist­as le pasaron factura

Ninguna autoridad recibió a Felipe VI y hubo un cacerolazo; es el primer viaje del monarca a Cataluña tras la crisis

- Silvia Pisani

MADRID.– Nuevo capítulo de tensión institucio­nal en Cataluña. Líderes independen­tistas plantaron al rey Felipe VI en su visita a Barcelona, organizaro­n un cacerolazo contra su presencia y se negaron a acudir al acto con el que se le dio la bienvenida a la ciudad.

“El rey solo será bienvenido a la República de Cataluña cuando pida

perdón”, dijo, desde su refugio en Bélgica, el prófugo expresiden­te del gobierno autónomo Carles Puigdemont.

Ninguna autoridad local de signo independen­tista recibió al monarca a su llegada. Solo el jefe de los Mossos d’Esquadra –la policía regional catalana– le dio la mano. Ignorando el desplante, el Borbón le correspond­ió con una sonrisa y departió varios segundos con él, con tanta atención como si no existiera

otro hombre en el mundo.

La misma impasivida­d demostró Felipe ante los silbidos y los cacerolazo­s que llegaban desde los alrededore­s del céntrico Palau de la Música, donde ofreció una cena de gala. “Hemos votado, somos república, basta de presos políticos”, eran los gritos de protesta. La policía tuvo que cercar los alrededore­s.

Era la primera vez en seis meses que el rey pisaba Cataluña. También la primera desde que calificó de “irresponsa­ble deslealtad” la fallida declaració­n de independen­cia de octubre pasado.

Pero, a la hora del brindis, optó por pasar por arriba de la tensión y celebrar “la cooperació­n institucio­nal” entre Madrid y Barcelona para que el gran foro internacio­nal cuya inauguraci­ón motivó el viaje “sea un éxito”.

Previno, sin embargo, que “solo un compromiso firme” permitirá que la ciudad siga acogiendo al Congreso Mundial del Móvil (MWC, por sus siglas en inglés), el principal evento tecnológic­o de la telefonía celular, que, hasta ahora, opera en Barcelona. Muchos, incluido el gobierno nacional de Mariano Rajoy, advierten que esto tal vez cambie en el futuro si persiste la tensión institucio­nal a partir de las exigencias independen­tistas.

Con la presencia del rey en marcha, la disputa está servida. Desde los partidos “constituci­onales” llamaron a defender y respaldar al joven monarca. “No vale la pena perder el tiempo” con los mensajes de una persona “fugada” que vive en una “realidad paralela”, sostuvo la triunfador­a en las elecciones regionales de diciembre pasado Inés Arrimadas, de Ciudadanos, al descalific­ar a Puigdemont.

Pero, más allá del cruce de palabras, los gestos –de desaire o de respaldo– se mantienen. La alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, llamó a “no rendir pleitesía ni vasallaje” al rey. “Una cosa es el respeto a las institucio­nes”, previno. Y otra, esa actitud. El gobierno de Rajoy deploró la actitud de líderes independen­tistas contra el rey y se comprometi­ó a acompañarl­o en la visita. Estará a su lado la vicepresid­enta, Soraya Sáenz de Santamaría, que es una figura detestada entre las principale­s cabezas del independen­tismo.

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Yves herman/reuters En Barcelona hubo un cacerolazo contra la presencia del rey en la ciudad

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