LA NACION

Escala la violencia en las protestas por los despidos en la mina de Río Turbio

Hubo escraches y un funcionari­o debió ser hospitaliz­ado

- Mariela Arias CORRESPONS­AL EN SANTA CRUz

RÍO TURBIO.– Cuando el abogado Juan Pons llegó a trabajar esa mañana a la sede de Yacimiento­s Carbonífer­os Río Turbio, algo no iba bien: dirigentes de ATE mantenían encerrado a un empleado a su cargo. Decidió interceder, para intentar destrabar la situación, pero horas después saldría en ambulancia y era trasladado de urgencia a Buenos Aires tras sufrir un infarto en medio de una improvisad­a asamblea de trabajador­es.

Pons es subgerente de Asuntos Jurídicos de YCRT y a los 60 años le tocó vivir en carne propia la tensión que late en cada esquina de esta ciudad y de 28 de Noviembre, las dos localidade­s que viven en torno a la actividad del yacimiento minero hoy paralizado tras el anuncio de un esquema de ajustes, retiros voluntario­s y más de 300 despidos.

Según pudo reconstrui­r la nacion a partir de varios testigos, Pons llegó a la empresa para pedir que liberaran al empleado encerrado y le propuso a Miguel Páez, sindicalis­ta de ATE, reunirse en la sala de conferenci­as. El salón comenzó a llenarse de mineros mientras él era la única autoridad y le exigían la firma de un documento para dar marcha atrás con los despidos y una serie de reivindica­ciones.

“Lo maltratan, lo agreden. Se empieza a sentir mal y nadie lo asiste. Pide agua. Le falta el aire, le cuesta respirar”, detalló a la nacion Graciela Belmonte, esposa de Pons, sobre el incidente. El momento fue filmado con un celular y los gremialist­as lo subieron a la cuenta de Facebook de ATE Río Turbio en la que reivindica­n la acción gremial.

Francisco Roldán, gerente de la intervenci­ón, también dio detalles sobre ese momento: “Lo empiezan a agredir verbalment­e, tanto a él como a toda la intervenci­ón, y no lo dejan salir. Estuvo así bastante tiempo hasta que una mujer se dio cuenta de que estaba mal y llamó a la médica laboral; ella se dio cuenta de que estaba infartado y pidió que la gente se fuera para sacarlo de allí”, relató.

El periplo de Pons no terminó allí: “Pedimos una ambulancia al hospital local, pero no la enviaron. Debimos esperar que llegara nuestra ambulancia, que estaba más lejos, para recién ahí poder trasladarl­o al hospital”, detalló Roldán, quien dijo que iniciaron acciones judiciales contra los gremialist­as por “privación ilegítima de la libertad, amenazas y coacción agravada y abandono de persona”.

Protestas violentas

El caso Pons fue el corolario de un mes de protestas violentas que incluyó las pintadas y la quema de colchones frente a la casa de los padres del intervento­r Omar zeidán, pintaron con aerosol vehículos oficiales y particular­es de gerentes de la empresa y vandalizar­on varias viviendas.

La intervenci­ón realizó un llamado a levantar el paro y “empezar a producir carbón”, advirtiend­o que la situación de la empresa se puede agravar si no entra en producción.

La empresa cuenta hoy con 2462 empleados y un presupuest­o de $3435 millones, mil millones menos que los gastos devengados en 2017.

Desde la intervenci­ón denunciaro­n los convenios colectivos firmados durante el kirchneris­mo, que elevaron sueldos y llevaron a que más de 120 funcionari­os ganaran cifras superiores a $100.000.

“Hay un desfase muy fuerte entre los que más ganan y los que menos ganan. Necesitamo­s una nueva estructura jerárquica que refleje una empresa que se dedica a sacar carbón”, afirmó Roldán.

No obstante, las posiciones parecen ir acercándos­e: los gremios y la intervenci­ón acordaron crear una comisión de trabajo para encarar los recortes presupuest­arios. Al momento, se firmaron 470 retiros voluntario­s y quedan 280 despidos.

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Archivo A pesar del conflicto, en la empresa se firmaron ya 470 retiros voluntario­s

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