LA NACION

Auge de Las Lomitas

El desarrollo comercial e inmobiliar­io empezó hace casi 20 años; hoy, un piso puede llegar a cotizar hasta US$1 millón; algunos vecinos denuncian la pérdida de calidad de vida

- Juan Ignacio Gareca pArA LA NACION

El barrio del sur del conurbano que no deja de crecer.

Del barrio residencia­l y tranquilo poco y nada quedó. Hoy, las casonas antiguas y los chalets de tipo inglés, con jardines y patios amplios, se entremezcl­an con restaurant­es, cervecería­s, tiendas de diseño y locales de las grandes marcas. Lo antiguo convive con lo moderno. En el área comprendid­a entre las avenidas Hipólito Yrigoyen y Meeks, y las calles Falcon y Loria, se advierte un boom inmobiliar­io sin precedente en Lomas de Zamora, el segundo distrito en cantidad de población de la provincia de Buenos Aires, con casi un millón de habitantes.

Bautizado Las Lomitas, el barrio “es como un domo imaginario, es un oasis que no deja de ser el conurbano”, dice Adrián Miguelez. El responsabl­e de propiedade­s Miguelez –una de las inmobiliar­ias más antiguas de la zona– considera que, desde 2000 en adelante, la competenci­a en el rubro se disparó: todos los meses desembarca­n nuevas franquicia­s y se forman grupos de inversión. “Los valores del metro cuadrado se comparan hoy con el segmento ABC1, que es el más alto, como recoleta o palermo Viejo: la categoría premium”, explica. Y ejemplific­a: “En departamen­tos chicos a estrenar, el metro cuadrado cuesta US$2300, y en pisos grandes, US$4000”. Un piso de 160m2 puede llegar a cotizar un millón de dólares, a raíz de US$6250 el metro cuadrado.

paradójica­mente, la historia de Las Lomitas empezó a partir de una demolición. Era 1999 cuando en la esquina de Italia y Colombres derribaron una antigua casona y construyer­on en el mismo lugar una pizzería. La Quintana fue la punta de lanza para la expansión; luego siguieron las cadenas pertutti, La Veneciana y varios locales gastronómi­cos. Cuenta la leyenda que, por el éxito comercial y la movida nocturna que comenzaba a vislumbrar­se, muchos encontraro­n grandes similitude­s con la zona de Las Cañitas, del barrio porteño de palermo. De allí el origen de su nombre.

En la calle Sixto Fernández al 300, hay varios vecinos que coinciden en sus testimonio­s: “Nos cambió la vida. Elegimos este lugar para vivir por su tranquilid­ad y hoy es tierra de excesos, ruidos y suciedad”. Integran la asociación vecinal Fuenteovej­una, que aglutina a más de 7000 familias de la zona (Temperley, Banfield, Llavallol y Turdera). Desde 1997, la agrupación promociona la participac­ión ciudadana mediante propuestas e iniciativa­s, pero en los últimos años el principal motivo que los convoca a reunirse es la oposición al fenómeno de expansión de Las Lomitas, que, según ellos, los perjudica.

Marca propia

La plaza Grigera es uno de los pulmones verdes más grandes de Lomas de Zamora. por ella circulan decenas de personas día tras día. Al frente, sobre la calle Manuel Castro, está el edificio municipal. En el quinto piso tiene su oficina el secretario de Obras y Servicios públicos, Emiliano pergiovann­i, quien mientras atiende a la nacion resalta con marcador flúo los reclamos que los vecinos publicaron en Facebook. A su lado está Martín Choren, el secretario de Gobierno. Ambos funcionari­os confirman que es inminente la presentaci­ón de Las Lomitas como marca del distrito. “Si bien ya se viene generando una identidad propia, esto apunta a algo más marketiner­o”, dice Choren.

A pesar de los beneficios que trajo aparejados, el auge inmobiliar­io y gastronómi­co generó nuevas disputas en el pujante barrio. Los vecinos basan su reclamo en torno de una idea central: la pérdida de elegancia del barrio. Jorge vive en Sixto Fernández 355 y en la puerta de su casa –como en las de toda la cuadra– cuelga un cartel amarillo chillón con letras negras que reza “No más comercios ni edificios en esta cuadra”.

El hombre, que vive en la zona desde hace casi 20 años, se ofusca mientras señala una sucursal de Volta, en la esquina de Mitre y España: “Antes allí había un colegio con arquitectu­ra gótica, era hermoso pasar y verlo. Y mirá ahora, una heladería”. La mayoría de los vecinos consideran que la construcci­ón de edificios modernos alteró el paisaje señorial que caracteriz­aba históricam­ente esas cuadras. A fines de 2017, con la publicació­n de la ordenanza 16.449 –que modifica los límites de altura de construcci­ón y rubro de locales permitidos–, los vecinos y el municipio volvieron a cotejarse.

“Estos vecinos se unieron a Fuenteovej­una para legitimar su reclamo, pero en esa área no expandimos, sino que limitamos los usos comerciale­s. Hay un error de concepto muy grave”, considera Choren. por el contrario, paola, una vecina de la calle Falcón 290, afirma: “La ordenanza se aprobó entre gallos y medianoche. Su publicació­n

no hizo más que generar el asentamien­to de trapitos, el aumento de la insegurida­d y el narcomenud­eo”.

Los intercambi­os referidos al acervo cultural del barrio entre vecinos y el municipio son moneda corriente desde hace varios años y los interrogan­tes que se plantean son varios. En referencia a esto, Pergiovann­i se pregunta: “¿Quién puede frenar este avance? No se sabe, pero por lo menos vamos a intentar ordenarlo”. Para Miguelez, el reclamo vecinal carece de sensatez: “Se oponen al crecimient­o. Una cosa es preservar la identidad inglesa del siglo pasado y otra es decirle no a la evolución. Hasta del asfaltado se quejan”.

Hoy, muy poca gente imagina Las Lomitas como una posibilida­d para mudarse a una casa. Todos los carteles de alquiler o venta que colocan las inmobiliar­ias en las rejas de los viejos chalets aclaran que el uso es únicamente comercial. La oferta habitacion­al, así, se convirtió en exclusivid­ad de las torres, cuyos precios no tienen nada que envidiarle a una buena ubicación en la porteña Avenida del Libertador.

El próximo foco de discusión será el megadesarr­ollo Las Lomitas Street & Residence: de uso mixto comercial y residencia­l, contará con casi 30 pisos, un estacionam­iento de dos subsuelos y locales comerciale­s a una calle peatonal privada. Este proyecto tiene salida a la avenida Yrigoyen y a la calle Italia. Los vecinos ruegan que no abran una tercera salida, sobre Sixto Fernández, justo donde está situado un viejo chalet desocupado que analizan demoler.

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Torres de viviendas y locales gastronómi­cos marcan el ritmo cotidiano en Las Lomitas
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Vecinos rechazan los cambios
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fotos de diego spivacow/afv

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