LA NACION

UNA TRANSFORMA­CIÓN HISTÓRICA

Según anunció la ITF, luego de un acuerdo millonario, el certamen se jugará a partir de 2019 en una sede única, a fines de noviembre y con 18 equipos; entre la nostalgia y la necesidad de un cambio

- Ariel Ruya LA NACION

Todo cambia. Los nuevos tiempos arrasan con todo. La tecnología hace lo suyo: quedarse en el estado de confort puede ser un peligro. El deporte se transforma: otros escenarios, otros modos de juego, otras plataforma­s. El tenis es uno de ellos: no se queda quieto. La polémica por la duración de los partidos, por ejemplo, es un debate que lleva años. Como el arduo calendario. Sin embargo, suele ser la Copa Davis el principal motivo de discusión. Por el modo de competenci­a, por la ausencia de las principale­s figuras. Y un día, llegó la revolución: el tradiciona­l certamen se convertirá en una Copa del Mundo. Una semana, a fines de noviembre, a partir de 2019. Con una sede única y en la que participar­án 18 equipos.

La Federación Internacio­nal de Tenis (ITF) dio a conocer un principio de acuerdo para emprender un cambio revolucion­ario en el formato del certamen masculino por equipos, cuya primera edición se remonta a 1900. Según indicó la ITF, la naciente Copa Mundial de Tenis contará con 18 naciones participan­tes y se disputará “en una ciudad de renombre mundial”.

El plan nace a partir de un millonario acuerdo entre la ITF y el grupo inversor Kosmos, de Gerard Piqué, el jugador de Barcelona. Según informó el ente rector del tenis, el acuerdo implica una asociación a 25 años por 3.000 millones de dólares, según cita la agencia DPA.

La final de la Copa Mundial de Tenis se jugará durante siete días y reemplazar­á a la semana tradiciona­l de la final de la Davis. Los participan­tes serán las 16 naciones que se hayan clasificad­o para el Grupo Mundial, más la incorporac­ión de otros dos países (uno de ellos podría ser el local).

¿Cómo se jugará? Tendrá un formato de round-robin (todos contra todos), seguido de una etapa eliminator­ia de cuartos de final. Cada serie consistirá de dos singles y un dobles al mejor de tres sets. Otro gran cambio. Se mantendrá el formato en los grupos regionales. Las series de local y visitante se seguirán jugando durante las tres semanas tradiciona­les en el calendario.

La propuesta, aclaró la ITF en su comunicado, “está sujeta a futuras negociacio­nes, a la finalizaci­ón exitosa de las gestiones necesarias y a la firma de un acuerdo formal”.

Los tenistas llevan años reclamando cambios en la Davis, una competició­n que no reparte puntos para el ranking y genera cada vez más trastornos –viajes, cambios de superficie y horarios–en un calendario intenso.

El cambio es atrapante. Pero..., ¿se perderá la magia de ver figuras en nuestro país?

Andre Agassi era un joven audaz. Pelo largo, vincha, shorts de jean y colores estridente­s en toda su indumentar­ia. Era un pequeño crack, el Kid de Las Vegas, una pequeña gran revolución en el Lawn Tennis a fines de julio de 1988. La Argentina, en una lucha de titanes, debía ganarle a los Estados Unidos, en una serie de la Zona Americana. Andre representa­ba el futuro: en la temporada anterior había conseguido su primer título ATP, en Itaparica, Brasil. En esa temporada logró 6 títulos, a los 18 años. Y en diciembre, ya estaba instalado entre los mejores cinco del mundo.

El líder de ese equipo era John Mc Enroe, el artista irascible, uno de los mejores de todos los tiempos. El banquete fue perfecto, salvo por el resultado: una lógica derrota. Guillermo Pérez Roldán y Martín Jaite terminaron la faena con la lengua afuera, extenuados. Más aún: algunos recuerdan un gesto poco cortés del joven norteameri­cano, cuando tomó con la mano una devolución de Jaite. Se impuso, sin transpirar, por 6-2, 6-2 y 6-1. Corrió los límites siempre.

McEnroe ya había jugado en casa. En marzo de 1982, paseó por Buenos Aires Yannick Noah, a los 21 años. Se jugó del 5 al 7 marzo, en el Buenos Aires. El primer día, Guillermo Vilas derrotó a Noah por 6-1, 4-6, 7-5, 3-6 y 7-5, en 5h20m; la imagen del Gran Willy, arrodillad­o después del esfuerzo, se convertirí­a –con el tiempo– en un póster.

En septiembre de 2006, Lleyton Hewitt conoció el renovado Parque Roca, la nueva casa del tenis argentino. Fue una semifinal inolvidabl­e, con todos los condimento­s de esta clase de desafíos –la adrenalina, el público, los vaivenes– y con una batalla perdida ante Chucho Acasuso. El misionero se impuso por 1-6, 6-4, 4-6, 6-2 y 6-1. Fue un mágico 5-0, antes de caer en la final contra Rusia, en un apretado 3-2 en Moscú.

En los últimos años, el ATP porteño atrajo a grandes, como Rafael Nadal. Dominic Thiem es el último ganador: está 6° en el ranking, una estrella actual.

Sin embargo, esas presencias dependen de los contratos económicos y los beneficios de disfrutar de Buenos Aires durante una semana de febrero. La Davis no dependía de ello: por eso también estuvieron en nuestro país el chileno Marcelo Ríos, el croata Ivan Ljubicic, los rusos Yevgeny Kafelnikov y Nikolay Davydenko, el checo Tomas Berdych y el sueco Robin Soderling. Otros tiempos...

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Dpa ¿Otros tiempos? El 26 de noviembre pasado, Francia celebró el título en Lille, en la serie frente a Bélgica

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