LA NACION

–Después de tantos años, ¿cuál cree que es hoy el mayor legado del movimiento punk, del cual usted fue referente? Patti Smith. “La palabra es y ha sido el arma más hermosa del mundo” –Usted dijo que el papa Francisco es uno de sus héroes ¿Qué es lo que l

A los 71 años, la escritora, poeta y cantante, devenida en ícono de la cultura norteameri­cana, prefiere definirse como “trabajador­a”; la libertad y la sutileza de su obra se mostrarán en dos conciertos en el CCK

- Texto Sebastián Ramos | Foto Soledad Aznarez

Si alguien me preguntara qué quisiera que estuviera escrito en mi tumba como epitafio, diría que simplement­e diga ‘trabajador­a’. Porque todos los días trabajo en algo, el trabajo para mí es muy importante. Así que, llamame trabajador­a, ¿OK?”. Aquí está Patti Smith, escritora, poeta y cantante devenida ícono de la cultura norteameri­cana, conocida a través de los años por una infinidad de etiquetas como la “madrina del punk” o “la sacerdotis­a del rock”. Pero ninguna palabra parece suficiente para esta mujer, madre, amiga y trabajador­a tiempo completo que, a los 71 años, se muestra encantada de compartir sus experienci­as con quien la quiera escuchar. “Cuando la gente se me acerca en la calle, no buscan un ícono ni algo por el estilo. Yo soy una amiga, con mucha experienci­a, que ha vivido muchas cosas en esta vida y, por suerte, tengo la posibilida­d de compartir todo eso con la gente”.

Frente a frente, la mirada de Patti Smith sigue teniendo la misma intensidad con la que la retrató Robert Mapplethor­pe allá por 1975 en una fotografía histórica para la portada de Horses, su primer álbum. Es la mirada de un chamán amable, encantador, sabio, con el tiempo de las palabras de su lado. Como si no le alcanzase un solo punto fijo donde apoyarse, por momentos su ojo izquierdo se detiene más allá de su interlocut­or y su rostro, más que nunca, parece el de una vidente del Medioevo o el de un ángel que vio demasiadas cosas. Pero lo cierto es que, debajo del escenario, Patti Smith resulta un ser afable y encantador, terrenal, ciento por ciento racional, alejado de cualquier tipo de excentrici­dades, con la sonrisa de una persona satisfecha y agradecida por esta vida que la trajo hasta aquí, sin por ello renunciar a su compromiso con los marginados de este mundo.

Así las cosas, el magnetismo de una de las figuras más importante­s que ha dado el rock en el siglo XX y la naturalida­d de una señora elegante que pasea sola por las calles de Buenos Aires ofreciendo consejos y anécdotas aquí y allá, parecen encontrar su conexión más perfecta en ese pelo largo y plateado sin ataduras que, con el sol llegando desde atrás, deja al descubiert­o un aura de no creer.

Smith llegó a la ciudad a través de la Fundación Cartier, responsabl­e de la muestra “Les Visitants”, curada por el artista argentino Guillermo Kuitca y en la que esta artista/ trabajador­a participó con una serie de fotografía­s en blanco y negro tomadas por una Polaroid y poniéndole­s su voz a unos poemas escritos por el cineasta David Lynch. En ese marco, Smith realizará mañana una performanc­e poética conjunta con Kuitca y Alberto Manguel, y pasado mañana ofrecerá un concierto acompañada por el guitarrist­a Tony Shanahan, a doce años de su última visita al país.

–¿Cómo conoció a Guillermo Kuitca y qué la atrajo de su obra?

–Lo conocí a través de la Fundación Cartier, vi su trabajo en unos libros, pero realmente no podés entender completame­nte su obra hasta que la ves en persona. Porque su trabajo está vivo, tiene tanta energía. No se trata del trabajo que hace, sino de cómo toma el trabajo de otra gente y lo interpela, lo vuelve colaborati­vo y lo devuelve al mundo todo junto. El trabajo de la Habitación Roja fue realmente un esfuerzo conjunto de David Lynch, Kuitca y yo, es un espacio muy colaborati­vo. Lo que haremos mañana en conjunto con él y con Alberto Manguel tiene esa impronta. Alberto dice que se trata de los tres trabajando como una sola mente, conectando las imágenes, las canciones y la poesía. Guillermo es un artista muy energético y muy prolífico. Sus pinturas también son realmente increíbles.

–En estos tiempos visuales, usted elige la palabra para expresarse, ¿cómo ve el rol de la palabra en la actualidad?

–Siempre estuve conectada con la escritura, desde que era niña. Es mi disciplina principal. La palabra es y ha sido el arma más hermosa del mundo, pero en estos tiempos donde todo es tan inmediato, creo que la palabra es hoy más importante que nunca. Yo puedo cantar una canción como “People Have The Power” y hacerlo junto a U2 y su mensaje logra un alcance global. Hay gente de todo el mundo que me escribe y me dice que la utilizan los sindicatos de maestros, que la usan en sus reuniones o en los paros, en las elecciones internas. Por eso aprecio mucho que lo que uno hace a través de la música o las lecturas tenga tanto impacto, aunque al mismo tiempo yo soy muy romántica y me siento muy conectada con la escritura. Me siento afortunada de tener dos formas de conectarme con la gente, a través de la poesía o la canción: una tiene un significad­o más artístico quizá para mí, pero la otra es la que probableme­nte tenga más efecto a la hora de comunicar las cosas importante­s a la gente. –Nosotros, antes de que la palabra punk existiera, lo llamábamos libertad. La libertad de escribir tus propias canciones, de presentart­e por tu cuenta de la forma que quisieras. En los años 70 yo no quería estar conectada con el glamour del rock ni con el rock de estadios. Lo que realmente le pedía al rock and roll era algo más revolucion­ario, más poéticamen­te expresivo. Los primeros en estar ahí, en el CBGB, fueron Television, después mi banda y luego las otras bandas, Ramones y demás. Más tarde nos conectamos con el punk rock inglés y enseguida se volvió algo universal. El punk fue cambiando y ahora mismo se ha convertido en muchas cosas, en un estilo, en una moda. De todas maneras, creo que todavía tiene un significad­o para la gente joven y son ellos los que tienen

que encontrar qué es el punk hoy. Cuando yo era joven el rock and roll eran tres acordes y bailar con eso y luego en los 60 se convirtió en algo político, revolucion­ario, sexual y el rock and roll realmente se desarrolló en formas que jamás habíamos soñado. Entonces el punk rock creo que representa lo nuevo, lo joven. Ellos pueden trasladarl­o adonde quieran.

–En estos días acelerados, leer poesía suena más punk que cualquier otra cosa...

–Sí, la mayoría del arte es punk. Siempre que me preguntan quién fue el primer punk, yo respondo Mozart y después vienen tantos otros, de Edgar Allan Poe a MC5. No hay realmente una persona que haya inventado el punk: es un estado mental, podés llamarlo como quieras, pero lo que requiere es que sea algo nuevo, algo que nadie haya hecho, que trate de empujar los límites. Por eso cada generación tiene que dejarle el espacio a la siguiente. Quiero decir: yo no soy la esperanza del futuro, la esperanza del futuro son quizá tres chicas en un garaje o un joven tocando en la calle. Ellos son la esperanza del futuro, se llamen como se llamen. Mirá a los Estados Unidos ahora mismo. Durante años estuvimos peleando por el control de armas y nadie nos escuchó. ¿Y quiénes son los que se están poniendo de pie? Los estudiante­s más jóvenes, que están preocupado­s por la cantidad de asesinatos en masa en los Estados Unidos, con chicos de 17 años muriendo todos los días. Estos estudiante­s, que tienen entre 15 y 18 años, están creando un gran movimiento, marchando a Washington, haciendo política, peleando, porque ellos son los que votarán en las próximas elecciones. Estoy muy orgullosa de ellos y lo que tenemos que hacer es tener fe en la gente joven, darle apoyo, así se llamen a sí mismos punks o activistas colectivos o lo que sea, hay que apoyarlos... ¿Estoy hablando mucho? Perdón si es así.

–En 1976, con su disco Horses, usted les dio voz a los marginados. ¿Su obra todavía siente que va en esa dirección?

–Es cómico, porque lo que cambió es quiénes son los marginados. Cuando yo era joven los marginados eran artistas, quizá los chicos que tenían ideas sexuales diferentes o chicos que se iban de sus casas por ser homosexual­es, probableme­nte muchachos que querían ser poetas mientras sus padres pretendían que fuesen doctores. Había chicos que se vestían diferente y que pensaban distinto, pero ahora ser marginado es algo totalmente diferente, no se trata solamente de los artistas. Miro a los Estados Unidos y todos somos marginados. Los marginados en mi país hoy son los norteameri­canos de ascendenci­a mexicana o los inmigrante­s que ayudan a levantar nuestro país y que trabajan en las fábricas, que construyen las casas y las rutas, que cuidan de los niños. En la administra­ción Trump, ellos son los marginados. Yo no estoy preocupada por los artistas, estoy preocupada por una familia que vino de México con tres chicos y ahora van a ser deportados. Esos son los marginados. Nunca pensé que vería de nuevo este tipo de miedo en mi país. Esto es como haber vuelto a los años 50 o a los primeros años de la década del 20. Ver en el siglo XXi algo así es un retroceso terrible. igual, te diré algo: tengo 71 años y he visto el mundo ir hacia allá y hacia acá, y cuando existe este tipo de presión es cuando los jóvenes y los artistas se levantan. Por donde mires en mi país verás a jóvenes de pie y son precisamen­te los artistas jóvenes los que están escribiend­o canciones y se están comenzando a reunir y a marchar, como ocurría en los 60, con las protestas por Vietnam y en contra del racismo. –Ja, ja, sí, lo amo... Lo conocí personalme­nte en un par de ocasiones, aunque por un breve período, pero había leído todo lo que él había escrito acerca del medioambie­nte y cómo protegerlo. No vi al presidente de los Estados Unidos ni a ningún otro líder haciendo este tipo de declaració­n. Él tomó el nombre de Francisco, que fue alguien que creía en los secretos de nuestra naturaleza. Yo no soy católica y él es papa; todas esas cosas dogmáticas de la iglesia no tienen sentido para mí, pero ha sabido poner sobre la mesa los temas más importante­s por los que tenemos que pelear: la inmigració­n, las guerras, proteger el medio ambiente, combatir el abuso de los niños. Ningún otro líder político sale a hablar de estas cosas, porque si no no recibirían más dinero de tal o cual gente o solo por ser corruptos. Francisco ha tenido el coraje de hablar de muchos temas controvers­iales que benefician a toda la gente y por eso siento tanto afecto por él. Es un hombre sin miedo y por eso lo necesitamo­s.

–¿Qué opinión le merece la actualidad del movimiento feminista? ¿Cree que, como dice la canción de Bob Dylan, los tiempos están cambiando?

–Sí, creo que todos estos movimiento­s que empezaron en algún lugar, sea el de los movimiento­s de derechos civiles, los movimiento­s feministas o los antibélico­s, tienen hoy una gran fuerza e influencia y lo que tenemos que buscar es un mejor diálogo. Porque el hombre y la mujer pueden hablar de esto juntos y no solo el feminismo tiene que cruzar la frontera, porque nos necesitamo­s mutuamente y necesitamo­s un diálogo fuerte, compasivo, que venga de ambos lados. Definitiva­mente, necesitamo­s un cambio.

–Hablando de Dylan... ¿habló con él luego de cantar en su nombre durante la ceremonia del Premio Nobel de Literatura?

–No, hablé con su familia. Bob es muy reservado, cuando lo vi fue en alguna situación social, especialme­nte cuando éramos más jóvenes. Pero me dijo que estaba contento y me dijo que nadie había cometido más errores con esa letra que él mismo [en aquel momento, los nervios le jugaron una mala pasada y Smith olvidó la letra del tema que interpreta­ba, “A Hard Rain’s A-Gonna Fall”]. De todas formas, la familia me dijo que se conmovió mucho y eso es lo más importante.

“La mayor parte del arte es punk. Siempre que me preguntan quién fue el primer punk yo respondo: Mozart” “Cuando yo era joven, los marginados eran artistas, pero ahora ser marginado es algo diferente. Los marginados en mi país hoy son los inmigrante­s que trabajan en las fábricas, que ayudan a construir las casas y las rutas, que cuidan de los niños” “Durante años peleamos por el control de armas y nadie nos escuchó ¿Y quiénes fueron los que se pusieron de pie? Estudiante­s de entre 15 y 18 años preocupado­s por los asesinatos en masa, que están creando un gran movimiento, marchando a Washington, haciendo política. Estoy muy orgullosa de ellos. Tenemos que tener fe en la gente joven” “Amo al papa Francisco. Si bien no soy católica, ha puesto sobre la mesa los temas más importante­s: la inmigració­n, las guerras, el medio ambiente, el abuso de los niños. Ningún otro líder político sale a hablar de estas tipo de cosas. Es un hombre sin miedo y por eso lo necesitamo­s”

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Smith, en Buenos Aires, mientras ultima los detalles de sus presentaci­ones
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