Boca festeja hasta cuando no juega: San Lorenzo fue una sombra en La Plata
LA PLATA.– Puede que Boca y Talleres no se luzcan; lo que no está en discusión es que en este año ganan casi siempre (ambos sumaron 13 puntos de 15). San Lorenzo, sin embargo, a la falta de brillo le añade inseguridades. Dudas. Por eso es comprensible que el Ciclón marche a la sombra de los dos equipos que se reparten los primeros puestos de la tabla. La derrota en el Bosque lo devuelve a la realidad más negativa: está a 12 puntos de Boca. Más allá de que tiene un partido menos –tiene el choque pendiente contra Independiente–, no da la talla para confiar que puede transformar este escenario.
Vale volver a sus principales oponentes en el campeonato como una metodología para entender las diferencias. El equipo xeneize, el holgado líder de este torneo, marca diferencia a través de las individualidades; el conjunto cordobés, perseguidor hambriento, reduce adversarios por intermedio de una estructura consistente. A los dos los une la confianza. Ésa que San Lorenzo extravió cuando se extinguió 2017. El conjunto de Claudio Biaggio puede ganar (como lo hizo ante Newell’s), empatar (como sucedió contra Boca) o perder (como pasó frente a la T). El Ciclón alterna resultados y es lógico porque no ofrece garantías.
Anoche, en el choque con Gimnasia, no fue la excepción. En defensa vaciló más de lo habitual; el mediocampo corrió más de lo que jugó; el ataque quedó aislado en varios segmentos del encuentro. En La Plata, el visitante no exhibió un funcionamiento ensamblado y dependió en demasía de las apariciones de Fernando Belluschi.
El enlace, justamente, fue el jugador más valioso que tuvo San Lorenzo en el primer tiempo. De sus pies se originaron dos de las tres acciones de real riesgo para su adversario. Al inicio, un pase filtrado que Gabriel Gudiño no aprovechó: estaba mano a mano y la adelantó mucho. En la segunda, Belluschi no precisó de actores secundarios: le pegó de media distancia y su remate salió cerca. Sobre el cierre, un centro de Marcos Angeleri desde la franja derecha derivó en el cabezazo de Facundo Quignon que se fue por centímetros.
En el segundo tiempo, la historia empeoró. Los titubeos continuaron e incluso se agravaron. A los diez minutos combinó dos errores groseros y eso derivó en el gol del Lobo. Angeleri lo perdió a Brahian Alemán por la banda derecha y Marcos Senesi no controló a Facundo Pereyra, que con un fuerte remate abrió el marcador.
Luego, la impotencia. Las ganas nunca se convirtieron en claridad y Gimnasia, con el correr de los minutos, se agrandó. La defensa local se robusteció, los volantes anularon al mediocampo rival (Belluschi se desinfló) y de esta manera los atacantes visitantes se amontonaron arriba, pero quedaron inconexos, como si fuesen una isla lejana. Para colmo, en las pocas ocasiones de peligro apareció Alexis Martín Arias, el muy buen arquero que tiene el equipo tripero.
La expulsión de Paulo Díaz, sobre el cierre, sirve para sintetizar la noche. “Son muchos puntos de diferencia, pero vamos a pelear hasta el final. A San Lorenzo siempre le cuesta todo un poco más”, confesó Fabricio Coloccini. Que fue más allá: “No hemos jugado bien. Nos desorganizamos y ellos fueron eficaces”. San Lorenzo es un combo de dudas. De inseguridades, arriba y abajo. Boca –sobre todo– y Talleres, sin brillar, se alejan. El Ciclón sufre, ahora, de lejos.