“Despacito” no calentó el Colón
Jopo en alto y ancha frente, el puertorriqueño Luis fonsi apareció por un costado del, en ocasiones, enorme escenario del teatro Colón y caminó hacia el público para ubicarse frente a los cuarenta músicos argentinos dirigidos por edgar ferrer y los quince integrantes del coro. sin preámbulos, cantó los primeros tres temas de los once del repertorio de su gira internacional,
que fueron arreglados por la orquesta sinfónica, en el prestigioso teatro lírico de la ciudad de buenos aires. “Corazón en la maleta”, “Imagíname sin ti” y “Nada es para siempre” fueron el inicio de un recital donde predominaron las baladas románticas, el núcleo duro de este cantante con veinte años de trayectoria. Para los iniciados en su mundo, a partir de la inoculación del éxito armado junto con daddy Yankee, “despacito” es una interesante comprobación de que fonsi se subió por un rato al tren del reggaetón en versión edulcorada, pero que su raíz responde más a un parentesco melódico que al hervor de hormonas caribeñas. tres temas, entonces, el saludo y un pedido, el de muévanse y canten un poco. Porque el clima estaba apenas tibio en ese marco más imponente que los propios protagonistas. Muy de a poco, las caderas empezaron a soltarse, las canciones a cantarse y –al menos, en el sector palcos y para aquellos que no sabíamos de memoria los temas– empezó a escucharse con mayor nitidez. Pasaron “Gritar”, “Quisiera poder olvidarte”, etcétera. Hasta que llegó el eslabón fundamental de esta cadena, “despacito”, analizado desde distintas perspectivas para comprender su éxito. ¿Por qué? Nadie lo sabe, pero funciona. Con la suma de un impactante inicio con el coro y el primer violín serdar Geldymuradov, y la voz de fonsi silabeando un diminutivo. Generoso, la cantó dos veces, ambas acompañado por un corista (a Yankee no lo trajeron) y se fue por el mismo lateral por donde entró. “No soy tú, soy yo” podría ser mi resumen echándome la culpa. Pero eso no importa. fue un espectáculo correcto y cumplidor, pero donde se notó que al vestido, como llamó fonsi al marco en el que se presentó, le sobraban un par de talles. Leni González