LA NACION

La sequía no les da tregua a los productore­s

En enero pasado necesitaba­n entre 90 y 100 milímetros de lluvias y, desde entonces, apenas cayeron 20 milímetros; la falta de agua pone en riesgo la cosecha de soja y de maíz en Buenos Aires y Córdoba

- Con la colaboraci­ón de Gabriela Origlia, en Córdoba Josefina Pagani

Se autocumpli­ó la profecía. A veces acusados de exagerados y hasta escandalos­os, los productore­s agropecuar­ios tuvieron razón, aun en desmedro propio. Hace casi 50 días, en las localidade­s bonaerense­s de Pergamino y Chivilcoy pedían por lluvias bajo un sol abrasador y una temperatur­a de 38 grados: los cultivos comenzaban a mostrar síntomas de déficit hídrico en el momento en que definían su potencial de rendimient­o. Otros sectores de la economía miraban con desconfian­za a esos mismos productore­s que solo tres meses antes se quejaban de las inundacion­es del año pasado.

Pasaron 47 días desde que Marcelo Testa, productor y contratist­a junto a su hermano Carlos, en una recorrida realizada el 12 de enero junto a la nacion repetía: “Ya, ya; tiene que llover ya”. Y no ocurrió. O sí, pero no alcanzó: 4 milímetros en enero y 15 en febrero fue el magro saldo de lluvias en los lotes que trabaja en Manuel Ocampo, a 15 kilómetros de Pergamino.

Ayer, mientras terminaba una recorrida, explicó: “En ese momento tenían que llover 90 o 100 milímetros. A los maíces tempranos sembrados los primeros días de septiembre les faltó lluvia para darle peso al grano. La soja de primera tuvo exceso de temperatur­a y no recibió agua, lo que produjo aborto de flores y chauchas”. Con respecto a la de segunda, Testa explicó: “Hay que evaluar los próximos 20 días si seguimos gastando insumos o la damos de baja”.

Pero las generaliza­ciones, absurdas como en la vida, también lo son en el sector agropecuar­io. A solo 20 kilómetros de Ocampo, en la zona de Pinzón, Arbolito y Carabelas, se observan lotes de soja en todo su esplendor. ¿Cuál es la razón? En principio, la disparidad de lluvias dentro del partido de Pergamino: mientras que en Pinzón cayeron 70 milímetros en dos meses, en la zona donde cultiva Testa llovió casi 20. En segundo lugar, la profundida­d de las napas: en la primera zona están a 1,20 metros bajo tierra, y en la zona de Ocampo, Peña y Acevedo, a cinco, según afirmaron a la nacion. Al respecto, Silvio Illia, productor de la zona de Pinzón, dijo que la soja se “recompuso bastante”. “Me solidarizo con el resto de los productore­s que viven una situación drástica. Hay descontent­o por el aumento del impuesto inmobiliar­io rural del 59%, y de contratist­as que no pueden cumplir con los compromiso­s pactados”, afirmó.

En los primeros diez días de enero algunos productore­s hablaban de un 30% de pérdidas en los rindes de soja de primera. Testa explicó: “Un mes antes de la cosecha, los que producimos cereal en campos arrendados estamos complicado­s. Hay lotes de maíces de primera que van a rendir entre 40 y 50 quintales por hectárea y otros, 80/90. En soja, habrá campos de 20 quintales y otros de 35/40”.

Por su parte, el ingeniero Daniel Lavezzari, asesor privado, explicaba a principios de año mientras arrancaba un maíz de raíces secas: “Necesitamo­s una lluvia generaliza­da y uniforme de 40 a 50 milímetros”. Desde ese entonces, el profesiona­l confirmó que mientras en algunas zonas llovió 50, en otras cayeron 25 y en algunos lugares nada. “La peor situación la atraviesa la soja de segunda sembrada sobre rastrojo de trigo; le sigue la soja de primera, y finalmente el maíz de primera. Todos los cultivos de segunda están muy mal porque desde que se sembraron no llovió”, afirmó.

Además dijo que los productore­s están muy preocupado­s: “Siguen los aumentos de tarifas, de gasoil y de impuestos provincial­es y municipale­s. Los campos alquilados van a ir a pérdida. En Pergamino el 60% de la superficie se alquila”, explicó.

Jorge Calandri, encargado de la comerciali­zación de granos en Mario Calandri e hijos, dijo: “La venta de soja y maíz está paralizada por el temor a no tener cosecha, y los productore­s esperan que puedan seguir subiendo los granos”. Añadió que para los próximos diez días no hay expectativ­a de lluvias y explicó que la ciudad comenzó a sentir la preocupaci­ón del campo. “Se nota en los comercios, en las industrias y en los servicios. Temen que tenga un impacto en la economía general”.

El viernes 12 de enero la soja disponible cotizaba en $4950 pesos por tonelada. Ayer, el precio fue de $6200. Desde que la nacion recorrió los lotes en Pergamino, el grano aumentó su valoren un 25,25% por el impacto de la sequía que padecieron los cultivos. En cuanto a la soja de la nueva cosecha, la transición fue de 260,50 a 300,30 dólares, un incremento del 15,28% para la posición mayo en el Mercado a Término de Buenos Aires.

Por su parte, en Chivilcoy, el productor Fernando Solari observaba con resignació­n su campo en Achupallas, a 30 kilómetros de la ciudad. “Desde principios de enero llovió 20 milímetros: esperamos 50 a 60% de merma en el rendimient­o de maíz temprano, 70% o más en maíz de segunda sobre arveja, 50% en soja de primera y 70% en soja de segunda”, explicó. Además, calcula que se perderá el 50% del capital operativo, la cantidad necesaria de dinero para poder volver a sembrar sin incluir bienes de uso como maquinaria o camionetas.

En Córdoba

En tanto, en Córdoba, la sequía afecta a la zona núcleo y las proyeccion­es de la Bolsa de Cereales marcan una fuerte caída de los rendimient­os para el maíz (13%) y la soja (11%) de siembra temprana. En la entidad remarcaron que es uno de los veranos más secos de los últimos años: en 2017 en febrero ya habían caído entre 350 y 370 milímetros frente a una media de 15 este mes.

Carla Zencich, productora de cereales de Cavanagh, en el sudeste cordobés, señaló: “Vemos muy afectados los rendimient­os de la soja de segunda y el maíz tardío. Hay millones en juego en esta región”.

En Cartez, Gabriel de Raedemarke­r admitió que la rentabilid­ad y el flujo de capitales serán impactados, pero reconoció que la situación en la provincia es muy dispar: mientras que en el norte ya se podría declarar la emergencia, en el sur, si lloviera, podría haber alguna recuperaci­ón. Raedemarke­r estimó pérdidas en US$4500 millones por una baja de la producción del 20%.

Hugo Biga, productor de Marcos Juárez, dijo que la falta de agua está “pegando muy fuerte” y que “se salvan las zonas que estuvieron inundadas en 2016 y 2017 por el efecto napa”. Además, describió que desde Marcos Juárez hacia el sur el maíz todavía está sin daños. “En el resto es muy preocupant­e: a la baja de producción hay que agregarle lo que se perderá por la caída de la calidad. Sin entrar las máquinas, ya el daño es del 60%”. También mencionó la preocupaci­ón que existe entre los corredores porque hay contratos en riesgo.

Rufino Gutiérrez, productor de Arias, coincidió en que hay panoramas diversos en función de la zona, pero advirtió que “habrá un impacto económico en las localidade­s: menos toneladas para transporta­r, menos combustibl­e para vender y menos para cosechar”. Además, los pronóstico­s de lluvias siguen siendo malos, por lo que no hay expectativ­as de una recuperaci­ón significat­iva.

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MARCELO MANERA Lote de soja afectado por la falta de agua en Sanford, provincia de Santa Fe

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