LA NACION

Las mujeres tienen una peor calidad de vida laboral que ellos

El dato surge de una encuesta nacional; la conexión permanente, el gran problema

- Soledad Vallejos

Ganan menos que los hombres y la brecha se agranda cuando llega la edad de la maternidad. Luego de tener un hijo, a ellas les cuesta más conseguir trabajo. Diferentes estudios demuestran que a partir de los 30 años la grieta salarial se dispara. Ahora, una nueva investigac­ión indica que, además, son ellas las que tienen una peor calidad de vida laboral. A ellos no les pasa lo mismo.

Un estudio de la Universida­d Siglo 21, que entrevistó a más de 1000 personas, indica que las mujeres se sienten más presionada­s en su intento de conciliar la vida familiar y el trabajo: reportan mayores niveles de estrés y agotamient­o –razón por la que les cuesta más relajarse luego de una jornada laboral– y sufren con más frecuencia síntomas de depresión y ansiedad.

Solo uno de cada diez hombres dijo que casi todos los días siente tensión muscular. En las mujeres, se duplica. Lo mismo sucede cuando se les preguntó sobre temas relacionad­os con cansancio, fatiga, ansiedad, problemas de concentrac­ión: en todas las categorías, las mujeres sufren el doble que ellos.

“Queríamos hacer foco en una brecha que no es tan visible como las demás y que influye directamen­te en la calidad de vida de las mujeres. Pasamos muchas horas en el trabajo, y la intención del estudio era obtener una foto del panorama actual con visión de género”, dice María Belén Mendé, rectora de esta universida­d con sede en Córdoba y presencia en todo el país. El universo de la muestra reunió 1050 casos (49% hombres y 51% mujeres) de entre 18 y 65 años y de ciudades como San Miguel de Tucumán, Rosario, Córdoba, Corrientes, Mendoza, Comodoro Rivadavia y la ciudad de Buenos Aires.

“Se analizaron diferentes dimensione­s del bienestar laboral, y en todos los ejes la puntuación de las mujeres fue más alta –destaca el psicólogo Leandro Medrano, secretario de Investigac­ión del Observator­io de Tendencias Sociales y Empresaria­les de la Universida­d Siglo 21–. La preocupaci­ón por los asuntos domésticos interfiere más en el trabajo de las mujeres que en el de los hombres, y esa mayor demanda es determinan­te en los niveles de agotamient­o”.

Los especialis­tas quisieron saber cómo afectaban los problemas de la familia en el trabajo. Fueron muchas más las mujeres que respondier­on que a causa de los conflictos con la pareja o la familia no lograban concentrar­se en el trabajo. Esa respuesta fue mucho menos frecuente entre los hombres.

“No es suficiente tener tiempo para el ocio, sino que debe existir un proceso eficiente de desconexió­n, para lograr una adecuada recuperaci­ón”, se lee en el estudio. Algo así como la versión femenina de eso que hacen muchos hombres que van al bar o a jugar al fútbol antes de volver a casa. Ir al gimnasio, caminar o hacer otras actividade­s no funciona de la misma forma para ellas. Porque incluso sus momentos de ocio se ven interrumpi­dos por llamadas de la casa y demandas domésticas que las tienen a ellas como solucionad­oras de conflictos familiares. El 18,6% de las mujeres dijeron que nunca o casi nunca tienen tiempo para sus hobbies. En cambio, el 86% de ellos encuentran siempre un momento para hacer esas actividade­s.

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