LA NACION

El Pincha juega en una cancha llena de historia

- Nelson Fernández CORRESPONS­AL EN URUGUAY

MONTEVIDEO.– Pocas canchas están marcadas a sangre como esta. No es fácil encontrar en el mundo un estadio que conjugue pasiones y celebracio­nes, como el puntapié inicial de los mundiales de fútbol con el final de vidas truncas, sea por un duelo de honor o por un suicidio de novela.

El Parque Central fue inaugurado el 25 de mayo de 1900 con el partido entre el local Deutscher Fussball Klub y Central Uruguay Railway Cricket Club (CURCC), que más adelante pasaría a llamarse Peñarol. Aquel equipo aurinegro, que ganó el partido inaugural del Parque, y el Nacional que heredaría un año después esa cancha, serían los rivales eternos del fútbol uruguayo.

El campo ya era famoso porque en esa zona se hizo, en 1811, una asamblea de orientales que rechazaban un plan de Buenos Aires y erigían a José Artigas como su jefe y caudillo. El 13 de julio de 1930, el primer Mundial de Fútbol comenzó con dos partidos simultáneo­s: uno en el Estadio de los Pocitos de Peñarol, entre Francia y México; y otro en el Parque Central, entre Estados Unidos y Bélgica.

Fue en esa cancha donde el dos veces presidente del Uruguay, José Batlle y Ordóñez, se batió a duelo de pistola con el director del opositor diario El País, Washington Beltrán, que murió en el medio de la cancha.

Ese mismo círculo central al que acudió el zaguero de Nacional, Abdon Porte, en 1918, para pegarse un tiro y terminar su vida en la cancha del club de sus amores, pocos días antes de la fecha de su boda. Pasaron 100 años y esa cancha, en la que hoy juega Estudiante­s, quedó marcada con sangre tricolor.

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