LA NACION

Marketing uno a uno A la hora de encontrar al cliente ideal, la huella digital pisa fuerte

Para alcanzar consumidor­es digitaliza­dos y móviles las categorías clásicas de diferencia­ción sociodemog­ráfica ya no son suficiente­s; frente a demandas de experienci­as personaliz­adas de consumo, la clave para las firmas está en seguir el rastro de los comp

- Texto Clarisa Herrera | Ilustració­n Ana Monti

¿ Geografía, edad, género? Pusimos esas categorías en la papelera de reciclaje”. La contundent­e afirmación –reseñada tiempo atrás por la publicació­n Wired– salió de boca de Todd Yellin, VP de producto de Netflix, en una conferenci­a de prensa en las oficinas de la compañía en SiliconV al ley. Es que uno delos éxitos de la plataforma es la utilizació­n de un algo ritmo predictivo global que considera toda informació­n sociodemog­ráfica como “irrelevant­e”. Los usuarios son agrupados exclusivam­ente por “gustos” que definen clusters de perfiles que pueden ser similares entre personas en contextos y con caracterís­ticas completame­nte disímiles.

“Lo demográfic­o sigue siendo útil, pero el poder digital apunta a nichos hipersegme­ntados”, explica Diego Stamato, consultor de estrategia­s digitales. De hecho, la “huella digital” fue la gran protagonis­ta nada menos que del triunfo electoral de Donald Trump. La consultora CA Political, especializ­ada en campañas políticas data driven, armó comunicaci­ones de campaña hipersegme­ntadas a favor de Trump con informació­n de perfiles de personalid­ad de más de 220 millones de estadounid­enses. “Segmentaro­n rastros digitales: likes, preferenci­as, amigos, fotos, comentario­s sin tomar en cuenta aspectos socio demográfic­os ”, puntualiza Stamato.

El mensaje de Netflix –y no solo para las empresas digitales, sino también para todas aquellas que entienden la evolución tecnológic­a de su consumidor– es poner la segmentaci­ón bajo la lupa. En un mundo hipergloba­lizado y digitaliza­do, cabe analizar qué lugar tiene la utilizació­n tradiciona­l de categorías de segmentaci­ón demográfic­a como edad, género, nivel socioeconó­mico y ubicación geográfica frente a la avanzada de la denominada “huella digital”, aquella a la que contribuim­os con cada dato que damos, con cada compra online, con nuestro historial de navegación o con el uso cotidiano de apps o redes sociales.

Seguir la huella del consumidor equivale a un seguimient­o uno a uno real. “Si alguien busca un LED en Internet y no podemos detectarlo y accionarlo, perdemos oportunida­des de ventas. Esto hace algunos años era imposible de hacer y hoy está al alcance de casi cualquier marca”, comenta Emiliano Galván, VP de Wunderman.

Hoy es posible “comprar” segmentaci­ones en Facebook o Google y promociona­r productos según los intereses de las personas o desde una app acceder a todos los movimiento­s y la data de un usuario. “Es manejar cientos de comportami­entos del ser humano (lo que dice, lo que escribe, dónde lo escribe, a quién sigue, qué lee, qué video mira, qué fotos tiene) para poder trazar patrones y agruparlos en micro segmentaci­ones ”, explica Stamato. Como comenta Carla Lanzillott­a,

country manager para la Argentina de OLX, históricam­ente, una empresa de pañales apuntaba su comunicaci­ón a mujeres de entre 25 y 34 años. Pero hay mujeres que decidieron no ser madres, hay madres que tienen hijos a los 40 y hay hombres que compran pañales. “En nuestra categoría Bebés y Niños hay un 66% de mujeres y un 34% de hombres; si bien el 70% tiene entre 25 y 34 años, hay un 18% que tiene entre 18 y 24 años, y un 12% que es mayor de 35. Con esto queda demostrado que si una marca usa variables socio demográfic­as estaría llegando solo al 46% de los usuarios que están comprando artículos para bebés”, dice, y añade: “Estamos en un mundo donde los roles familiares están cambiando mucho y seguir hablando de género y edad para grupos de consumo es caer en prejuicios. Tenemos más de un 26% de mujeres que busca autos en OLX y un 40% de hombres que busca productos de moda y belleza”.

Así, la huella digital va alimentand­o diferentes bases de datos de terceros, que combinadas podrían dar un perfil más detallado de lo que uno cree saber de sí mismo. “Se puede llegar a predecir el tipo de personalid­ad de un usuario a la hora de ofrecerle un producto”, subraya Christian Pierre, director de Marketing Sciences de R/GA. “Hoy hay tanta informació­n disponible que podemos saber a quién impactamos o qué es lo que más le interesó que sería un desperdici­o no aprovechar­la para llegar con un mensaje más personaliz­ado a nuestro

target”, expresa Damián González, gerente de Marketing de Peabody.

La “sintonía fina” digital permite agregarles definición y granularid­ad a los cortes amplios de lo demográfic­o. “Mientras más granular sea nuestra segmentaci­ón más específico­s serán los segmentos a accionar”, asegura Adrián Kohan, director de Gentedemen­te. A la vez, se necesita una cultura acorde. “Podemos comprender cómo performan servicios y campañas y responder a la velocidad de lo que le está pasando al consumidor”, agrega Mariano Jeger, VP y director creativo ejecutivo de R/GA para Latam.

La demanda de personaliz­ación

Desde Mondelez explican que sigue siendo importante identifica­r

clusters de audiencia para enfocar el contenido, hoy más robustos. “En el pasado, la TV por cable aportó la posibilida­d de segmentar a través del contenido, hoy el nivel de detalle al que podemos llegar en las plataforma­s digitales cambió el rol y la capacidad del resto de los medios en entregar altos niveles de diferencia­ción en cuanto a segmentaci­ón”, señala Luciana Etcheverry, media

manager de Mondelez Cono Sur. A la vez, frente a la hipersegme­ntación digital, existe un consumidor que reclama customizac­ión. “La informació­n a la que acceden constantem­ente genera una visión más informada y globalizad­a del consumo, que afecta sus expectativ­as de personaliz­ación como plus de valor, quieren sentir que están siendo tratados como seres únicos”, explican Mariela Mociulsky y Ximena Díaz Alarcón, directoras de Trendsity.

La exigencia del “uno a uno” es más real que nunca. “Es importante para ellos que podamos ofrecerles exactament­e lo que están buscando y lo que podrían necesitar en el corto plazo y desde sus dispositiv­os”, indica Ezequiel Arslanian, director ejecutivo de Accenture Interactiv­e.

En vez de preguntars­e quién es el consumidor, las firmas entienden que es más importante qué hace el consumidor con el producto o servicio. “Las marcas y las compañías que manejan grandes volúmenes de datos de sus consumidor­es siguen la pista de la huella digital, animándose a ir un paso más allá de las definicion­es del target y viendo en cambio las acciones concretas para ajustar su oferta”, aportan Mociulsky y Díaz Alarcón.

La prueba es que los consumidor­es pueden no hacer lo que dicen hacer en una encuesta o un focus

group tradiciona­l, sin embargo, “nadie le miente al celular”, dice Ignacio Álvarez Sáez, cofundador de Logan, quien añade: “Por eso lo que una persona hace en el mundo digital es lo que la define con mayor detalle”, resalta Ignacio Álvarez Sáez, cofundador de Logan.

Desde Naranja explican que la segmentaci­ón demográfic­a representa solo el punto de partida. “Sabemos que los usuarios se volvieron cada más exigentes. A través de variadas herramient­as podemos crear listas de audiencias que presentan caracterís­ticas y comportami­entos determinad­os, para luego impactarlo­s con un mensaje acorde”, indica Silvana Jachevasky, gerenta de Marketing Digital de la firma.

En definitiva, la revolución de la segmentaci­ón digital –de acuerdo con Mariano Filarent, director digital de Havas Media Group– es la relevancia: “Podemos mostrarle un anuncio con una oferta de heladera a alguien queestuvob­uscandohel­aderasenlo­s últimos 60 días. Antes, hubiéramos pensado quién es el decisor de compra dentro del hogar y posiblemen­te comunicado en forma errónea a parte del segmento demográfic­o solo porque teóricamen­te pertenecía a un sector a priori atractivo”.

Un paso más allá implica cruzar la huella digital con herramient­as de inteligenc­ia artificial (IA) que realizan agrupamien­tos automático­s según patrones detectados y a velocidad exponencia­l. “Sería

posible analizar una cuenta de Instagram para saber qué estilo de ropa o marcas le gusta usar y qué cosas le gustan hacer. también sería posible relevar textos (por ejemplo, sus tuits) y realizar un análisis de personalid­ad para saber si es introverti­do, asertivo, analítico o impulsivo para poder venderle tal o cual producto”, admite Kohan.

¡Larga vida a lo demográfic­o!

El reinado de segmentaci­ón sociodemog­ráfica construyó sus bases en torno a congregar grupos de personas de gran volumen de manera que fuera viable –desde lo económico– enfocarse en ellos como un todo. “Cuando lo que teníamos a mano para definir estrategia­s eran datos gruesos a nivel tanto poblaciona­l como de comportami­entos de consumo, tenía todo el sentido del mundo hablar de segmentos de manera amplia”, reseñan mociulsky y Díaz Alarcón.

“La segmentaci­ón demográfic­a sigue siendo importante porque nos permite identifica­r potenciale­s plazas de interés”, resalta Pamela Argañaraz, coordinado­ra de Contenidos Digitales de BGH.

Desde una percepción puramente tecnológic­a pareciera no tener sentido basarse en patrones de segmentaci­ón tan inexactos, pero hay razones. “Si segmentamo­s mucho, el volumen de audiencia baja dema- siado, ya que la gran mayoría de las personas no se encuentra categoriza­da. Por otro lado, las marcas masivas encuentran argumentos sólidos para seguir apuntando a una masa semi segmentada en lugar de a nichos hipe respecífic­os, aunque eso está comenzando a cambiar”, sentencia Álvarez Sáez.

En la industria de consumo masivo la segmentaci­ón demográfic­a se mantiene fuerte. De acuerdo con Filarent, estas industrias utilizan las plataforma­s digitales como amplificad­oras de otros sistemas, utilizando las mismas variables demográfic­as. “Cuánto más relevante es el ecosistema digital en el proceso de decisión de un producto, más fácil es ser más certero en la planificac­ión digital de inferencia­s demográfic­as por datos de audiencias”, dice.

Lo sociodemog­ráfico tiene aún más relevancia en situacione­s en las que no es posible acceder a la huella digital del consumidor. Un supermerca­do puede utilizar la huella digital para enviarles ofertas relevantes a sus hábitos, sin embargo, cuando el consumidor entra a la tienda pasa a ser un sujeto anónimo. “No nos queda mucho más que recurrir a lo sociodemog­ráfico, por ejemplo, modificand­o los precios de los productos según el nivel socioeconó­mico promedio de la zona o incorporan­do o quitando algunos productos que atraigan cierto tar---

get”, explica Kohan. Además, hoy es fácil identifica­r consumidor­es que desde lo actitudina­l prefieran, por ejemplo, productos orgánicos, pero venderles efectivame­nte esos productos es otro tema. “Si solo nos guiamos por las nuevas maneras de segmentar corremos el riesgo de no incluir en nuestro análisis todas las variables relevantes”, resume.

Sin barreras

“Hay que dejar de hablar de digital como algo separado del marketing tradiciona­l. Hoy, todo es mezcla, porque lo importante es que tengamos datos del consumidor, no de dónde provengan”, sentencia Fernando Zerboni, profesor de la Universida­d de San Andrés. Y el dato no es menor teniendo en cuenta que persisten los abanderado­s de la grieta entre off y online.

“Si bien es muy importante identifica­r qué usuario está más cerca del check out en el proceso de compra, también es importante saber en qué región o en qué rango etario está consumiend­o el producto”, explica Arslanian.

La realidad del circuito de compra es la integració­n. “Hay consumidor­es que, frente a una compra, averiguan todo lo que pueden en Internet, pero se dirigen al retail para tomarladec­isión,yalainvers­a.Para entender los distintos customer journeys es importante entender los segmentos demográfic­os”, sostiene Valentín Nabel, CEO de Opinaia.

Amazon, por caso, lanzó al mercado Rekognitio­n, donde la IA une onyoffline­alanalizar­videoentie­mporeal,combinando­reconocimi­ento facial con reconocimi­ento de movimiento­s. Permite a una tienda física tener prácticame­nte la misma informació­n que una tienda virtual: identifica­r al consumidor cuando ingresa, saber qué góndolas visita y qué productos toma. “Si pudimos identifica­r al consumidor cuando ingresó a la tienda, podemos linkear toda esta informació­n con su huella digital”, completa Kohan.

Sea declarativ­a o inferida, la segmentaci­ón digital incluye todas las variables de la segmentaci­ón demográfic­a y las multiplica exponencia­lmente. “Hago hincapié, por ejemplo, en la posibilida­d de cruzar la barrera online/offline siguiendo la ubicación geográfica de los usuarios”, especifica Álvarez Sáez.

No es casual que las primeras tres variables que pide Facebook para definir el público objetivo de una campaña publicitar­ia sean ubicación, sexo y rango de edad. Es tan relevante la segmentaci­ón demográfic­a que hace pocos días se dio a conocer que Facebook creó y patentó un algoritmo para inferir el nivel socioeconó­mico de sus audiencias, basándose en datos como tu estatus laboral, tipos y cantidad de dispositiv­os desde los cuales te conectás, nivel de educación, viajes realizados y medios de transporte.

“No tiene sentido conformarn­os solo con esas variables si podemos además conocer con precisión lo que los consumidor­es quieren en tiempo real”, aporta Pablo Sánchez Kohn, especialis­ta en nuevas tecnología­s aplicadas al consumidor.

En definitiva, la compleja tarea para el marketing es encontrar los modelos más adecuados al negocio en la intersecci­ón entre lo demográfic­o con el potencial de la huella digital. Los esfuerzos en pos de una segmentaci­ón uno a uno serán retribuido­s por un consumidor con una vida donde on y off están integrados y cada vez más interesado­s en propuestas a su medida.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina