LA NACION

DISPUSO ARANCELES AL ACERO Y AL ALUMINIO

Les anticipó a empresario­s la medida, que afectará a la Argentina, entre varios países; fuertes quejas de la Unión Europea, Canadá y Brasil, que analizan represalia­s

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– En una movida con repercusio­nes globales, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que planea imponer aranceles a las importacio­nes de acero y aluminio, un nuevo giro proteccion­ista en la política comercial de la primera potencia global bajo su mantra “America First” (Primero Estados Unidos).

Trump anticipó que impondrá la semana próxima un arancel del 25% a las importacio­nes de acero y otro del 10% a las compras de aluminio, por tiempo “ilimitado”. Tras el anuncio, los índices de Wall Street se desplomaro­n.

“Impondremo­s aranceles a las importacio­nes de acero y a las importacio­nes de aluminio. Y verán suceder muchas cosas buenas. Van a ver expansione­s de las compañías”, dijo el mandatario en la Casa Blanca, durante una reunión con 15 ejecutivos de empresas acereras y alumineras del país.

De concretars­e tal como fue anunciada, la nueva política comercial, que responde a motivos de “seguridad nacional”, afectará, entre otros países, a la Argentina, que exportó a Estados Unidos el año anterior unos US$550 millones en aluminio y unos US$220 millones en acero. Las dos principale­s exportador­as son Aluar y Tenaris, la siderúrgic­a del grupo Techint.

“Vamos a construir nuestra industria acerera de vuelta y vamos a construir nuestra industria aluminera de vuelta”, prometió Trump.

El anuncio de Trump, que amenaza con desatar una “guerra comercial” y una batalla legal en la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), desató duras reacciones. Brasil, principal país afectado en América Latina, expresó su “enorme preocupaci­ón” y subrayó que puede tomar una acción “multilater­al o bilateral”. Canadá, el mayor proveedor de Estados Unidos en acero y aluminio, consideró “inaceptabl­e” la determinac­ión de Trump. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo que la Unión Europea “reaccionar­á con firmeza y proporcion­almente” a la iniciativa de Trump.

En Washington, algunos asesores del presidente en la Casa Blanca habían intentado frenar o, al menos, posponer la decisión, a sabiendas de posibles represalia­s y tensiones con aliados de Estados Unidos. Uno de esos asesores fue el jefe del Consejo Económico Nacional, Gary Cohn, un “globalista”, quien también abogó en su momento por frenar la salida de Estados Unidos del Acuerdo Climático de París. Incluso el presidente de la Cámara de Representa­ntes, Paul Ryan, dijo a través de un vocero que esperaba que Trump considerar­a “otros enfoques” antes de avanzar.

Con todo, la informalid­ad y la falta de precisione­s del anuncio –y el hecho de que Trump, un presidente impredecib­le, aún debe poner la firma a sus palabras– parecieron dejar margen a cambios, como, por ejemplo, permitir que algunos países queden afuera. El diario The New York Times, por ejemplo, indicó que la revisión legal de la medida aún no estaba terminada.

En la Argentina, la noticia fue recibida con cautela. El gobierno de Mauricio Macri optó por eludir cualquier pronuncia miento oficial. La Cámara Argentina del Acero (CAA), que agrupa a las principale­s empresas siderúrgic­as, manifestó “su preocupaci­ón” a través de un comunicado, y destacó que “aún no se conoce el alcance preciso de la medida en términos de productos y países afectados”. Voceros de Aluar dijeron a la nacion que quieren esperar la letra final del decreto para opinar.

Trump había recibido, días atrás, un menú de opciones del Departamen­to de Comercio para restringir las importacio­nes con el argumento de proteger la seguridad nacional.

La primera opción era un arancel del 24% para el acero y del 7,7% para el aluminio para todos los países. Trump pareció haber optado por esa alternativ­a, aunque con tarifas más altas. La agencia Bloomberg había anticipado las tarifas, con la aclaración de que regirían para todos los países.

Los ejecutivos que se acercaron a la Casa Blanca para el encuentro con el presidente dieron la bienvenida al empujón oficial.

“Este es nuestro momento, y es realmente importante que lo hagamos bien”, dijo Dave Burritt, CEO de US Steel Corporatio­n. “No somos proteccion­istas. Queremos igualdad de condicione­s”, agregó. Otras empresas criticaron la medida ante la certeza de que pagarán más caros sus insumos.

Giro inédito

La decisión de Trump marca un giro inédito en el comercio global: nunca antes un país había justificad­o una medida proteccion­ista recostado en motivos de seguridad nacional.

“Estados Unidos sería el primero. Cómo va a afectar el sistema mundial de comercio es una gran pregunta. Lo que podría suceder es que, por el precedente, los países podrían comenzar a invocar la seguridad nacional para todo tipo de cosas y el sistema internacio­nal, como lo conocemos, se derrumbarí­a”, advirtió a la nacion Mónica de Bolle, del Instituto Peterson de Economía Internacio­nal.

A nivel global, la decisión impacta, sobre todo, en China y en Canadá. Pero también le asesta una dura tenaza a América Latina. México, Brasil y la Argentina, tres de las cuatro economías más grandes de la región, le venden acero a Estados Unidos. Brasil exporta nada menos que 5 millones de toneladas a la primera potencia global, según datos oficiales, un tercio de sus ventas totales de acero al exterior. El año último, facturó US$3700 millones. La Argentina exporta, al año, unas 200.000 toneladas de tubos de acero sin costura, según la CAA. Aluar, por su parte, vendió el año anterior 240.000 toneladas de aluminio.

La decisión de Trump reafirma el perfil proteccion­ista de su gobierno en uno de los sectores que más mutó con la globalizac­ión, una transforma­ción que provocó un brutal cambio en la matriz productiva del país: el acero que antes se forjaba en ciudades como Pittsburgh o Johnstown, en Pensilvani­a, o Youngstown, en Ohio, comenzó a importarse de otros países y dejó una marca de óxido en el cinturón industrial, conocido, ahora, como el Rust Belt (cinturón del óxido).

“Lo necesitamo­s para la defensa, si lo piensan. Quiero decir, lo necesitamo­s para la defensa. Necesitamo­s grandes fabricante­s de acero, grandes fabricante­s de aluminio para la defensa”, justificó Trump, ya sobre el final del encuentro.

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Reuters El presidente Trump, flanqueado por los empresario­s John Ferriola, CEO de Nucor, y Dave Burrit, CEO de la US Steel

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