LA NACION

Puigdemont da un paso al costado, pero no se despeja la incertidum­bre

Desde su refugio belga, postuló al cargo a Jordi Sánchez, compañero de lista y detenido por cargos de rebelión

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El expresiden­te catalán, en el video en el que anunció, ayer, su paso al costado MADRID.– Uno de los principale­s obstáculos para formar gobierno autonómico en Cataluña acaba de superarse.

El fugado expresiden­te Carles Puigdemont aceptó, finalmente, “dar un paso al costado”, aunque sea “provisiona­l”, en su pretensión de volver para buscar una fórmula alternativ­a.

Claro que la opción que se maneja ahora tampoco parece clara. El propio Puigdemont señaló como candidato alternativ­o a Jordi Sánchez, el dirigente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), que actualment­e cumple prisión provisiona­l por delito de rebelión.

Si bien lo ocurrido revela una primera aceptación por parte de Puigdemont de que su pretensión de manejar Cataluña “a larga distancia” desde Bélgica es impractica­ble, lo cierto es que tampoco el nuevo escenario es de certeza absoluta.

“Por lo menos, se dio un primer paso hacia la sensatez”, coincidían ayer los analistas políticos.

Consciente de que la jugada podría estar aún no del todo definida, Puigdemont se reservó para sí una renuncia apenas “provisiona­l” a la pretensión de volver al poder catalán.

Anoche nadie tenía muy en claro qué significa lo de “provisiona­l”. Los más optimistas apuntaban a una hipotética fórmula retórica del expresiden­te para no aparecer como un perdedor.

“No claudicaré, no renunciaré, no me retiraré ante la actuación ilegítima de los que han perdido en las urnas”, dijo el independen­tista, en un video que hizo llegar desde Bélgica.

Pero fiel a su estilo, muchas veces confuso, en el mismo video en el que juraba “no renunciar” anunciaba su resignació­n “provisiona­l” a ser repuesto en el cargo.

Si la primera duda es la actitud siempre ambivalent­e del propio Puigdemont, la segunda es qué puede pasar con la apuesta por Sánchez como candidato a la presidenci­a.

Primero, porque no está claro que la Justicia le permita salir de su prisión en Madrid para viajar a Barcelona, donde debería jurar el cargo.

Luego, porque el propio Sánchez podría quedar inhabilita­do en el caso de que la Justicia confirme su condena y la prisión deje de ser provisiona­l para pasar a ser efectiva. Y esto es algo que muchos analistas no descartan como escenario.

Aun así, todo el independen­tismo aplaudía ayer una fórmula que sigue siendo incierta. “Esto es un gran honor que agradezco de corazón”, dijo, en un mensaje enviado desde la cárcel y a través de las redes sociales el propio Sánchez.

El “elegido” aprovechó la ocasión para fustigar al gobierno nacional español, al que considera culpable de todos los males de la próspera región.

Pero así como Sánchez se apuró a celebrar, también lo hizo el gobierno de Mariano Rajoy. Desde La Moncloa se dio a entender que fue la propia presión oficial la que terminó por empujar fuera del escenario a Puigdemont.

“Un fugado de la Justicia no va a vivir del erario”, fue el mensaje que se hizo llegar, apenas se conoció la maniobra del destituido presidente a favor del encarcelad­o Sánchez.

Ocurre que Puigdemont, como diputado del parlamento regional catalán, cobra un sueldo público por ese cargo. Unos honorarios que solo dejaría de percibir si renunciase al escaño de forma voluntaria o si resultase inhabilita­do. No está claro si el Poder Ejecutivo nacional impulsará ahora esa inhabilita­ción.

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Reuters

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