CGT. Los gremios prefirieron faltar a la cita en el Congreso
Temieron que el Presidente volviera a denunciar a las “mafias” sindicales; debate en el interior de la central
Desde que Mauricio Macri llegó al poder, se terminó la rutina sindical de reunirse a primera hora en la confitería Casa Blanca antes de ocupar algún palco del Congreso. Surcada por una crisis interna que se mantiene al rojo vivo, la CGT le dio otra vez la espalda al Presidente en la inauguración del año legislativo. Como sucedió el año pasado, no hubo dirigentes aliados ni enemigos. Nadie.
La ausencia de la cúpula de la CGT no fue casual. Sin información previa sobre los ejes del discurso, los dirigentes más cercanos al oficialismo evitaron quedar ligados a una eventual mención sobre las mafias sindicales o a las protestas de Hugo Moyano.
Pero nada de eso ocurrió. Apenas hubo una referencia presidencial a la paritaria docente, en la antesala de un posible paro nacional de maestros y con la negociación salarial empantanada en casi todos los distritos del país.
“No queremos que hagan política con la educación”, apuntó Macri, esta vez sin dar nombres propios, como sí lo hizo el año pasado al dedicarle una chicana al kirchnerista Roberto Baradel.
Con tono conciliador y una premeditada omisión sobre los temas que generan rispideces con los gremios, como la apertura de las importaciones, el nuevo régimen jubilatorio y la baja en los costos laborales, Macri reimpulsó el proyecto de blanqueo laboral, que prefirió denominar de “inclusión”. Apuesta a reducir la informalidad, que alcanza hoy a uno de cada tres argentinos con empleo.
A favor y en contra
El blanqueo laboral cuenta ya con el respaldo de una amplia mayoría de la CGT.
Pero no de todos. “Sería una irresponsabilidad no resolver el tema. Ningún empresario va a registrar hasta que esto no se defina”, dijo a
un jerárquico de la central la nacion peronista que mantiene buen diálo- go con el gabinete macrista. Y justificó el faltazo gremial al Congreso: “El discurso es exponente de la nada misma por el contenido político. Tenemos diferencias económicas y no somos parte de este gobierno”.
Coincidió con el diagnóstico otro líder gremial, cercano al moyanismo. Y Facundo Moyano, que asistió en calidad de diputado, señaló: “El Presidente no tuvo autocrítica y presentó pocos datos económicos. Cuando mencionó el 11% de crecimiento en inversión, olvidó decir que el 85% es timba financiera. Empeoraron el déficit, la inflación, la deuda, el trabajo no registrado, el impuesto a las ganancias”.
Sobre el cierre de una presentación de 45 minutos en la que las alusiones al movimiento obrero fueron fugaces y casi mínimas, Macri retomó la huella conciliadora y resaltó la institucionalidad del diálogo social.
Pidió resolver los problemas juntos entre sindicalistas, empresarios y el Estado. Y advirtió que había que llevarlo adelante “sin patoterismo ni extorsión”.
La respuesta gremial fue inmediata, casi en tiempo real. A través de Twitter, Pablo Micheli, jefe de una de las dos CTA, lo calificó de mentiroso y recordó que su sector fue excluido de las denominadas “mesas de diálogo y producción” que activó el año pasado el Gobierno.
Sin menciones a Moyano ni a Baradel, los enemigos sindicales que identificó hoy la Casa Rosada, el Presidente sigue de cerca el rompecabezas de la interna de la CGT.
Las reuniones
El presente de la central sindical tuvo entre anteayer y ayer dos capítulos que serán decisivos para su reconstrucción.
Por un lado, hubo una suerte de catarsis de los gremios cercanos a Moyano y no sorprendería en el corto plazo que Juan Carlos Schmid, el representante del sector en el triunvirato de mando de la CGT, renuncie a su cargo en la cúpula cegetista. El paso al costado de Schmid expresaría el aislamiento total de los camioneros.
La otra cumbre que buscó explorar un sendero hacia la reunificación se concretó en el gremio de Sanidad, con casi todos los bastiones cegetistas presentes: “los Gordos” (grandes gremios), “independientes” (estatales de UPCN y AySA, y la Uocra) y los principales gremios del transporte, como la UTA y los ferroviarios de La Fraternidad.
El taxista Omar Viviani también impulsa estos encuentros. “Ir hoy a un confederal o llamar a una reunión de consejo directivo sería pegarnos un tiro en el pie”, graficó la tensión interna un dirigente de peso.
El Gobierno, en medio de esta pelea, se involucró de manera estratégica. Alienta la decisión de aislar a Moyano y reforzó la lógica amigo-enemigo con el viaje por Europa que encabeza por estos días el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, con una comitiva de 12 sindicalistas aliados de segunda línea.