LA NACION

La grieta postergada, una clave central en el discurso

- Politólogo e investigad­or de la Universida­d de Lisboa Andrés Malamud Para La naCion

El 4 de marzo de 1861, abraham Lincoln empezó a leer su discurso de asunción. En ese momento se levantó un viento que amenazaba con volarle el sombrero y los papeles. acercándos­e, Stephen Douglas se ofreció para sostenerle la galera. Douglas era el candidato demócrata que Lincoln había derrotado en las elecciones. Un siglo más tarde, el 9 de noviembre de 1960, richard nixon reconoció tempraname­nte la victoria –según sugería toda evidencia, fraudulent­a– de John Kennedy, evitándole al país el escándalo de un presidente cuestionad­o. Este grado de civilizaci­ón política es impensable en la argentina de hoy, en que Cristina Kirchner se negó a entregarle la banda a Mauricio Macri y, ya senadora, faltó a la apertura de sesiones en el Congreso. También es cierto que tanto Lincoln como Kennedy fueron asesinados antes de terminar sus mandatos.

no todo lo que brilla es república ni toda grieta es trágica. La perspectiv­a comparada ayuda a minimizar el drama: nuestro país tiene mucho para corregir, pero está mejor de lo que creemos. Es más republican­o un presidente preso que un presidente muerto.

El discurso de Macri reflejó esta perspectiv­a, la del vaso medio lleno. Hizo bien: primero, porque es inteligent­e resaltar los éxitos antes que los fracasos; segundo, porque el papel de un presidente también es inspirar, no solo gestionar. En un año par –sin elecciones– el jefe del Estado dejó de lado la confrontac­ión y la macroecono­mía y se enfocó en el debate legislativ­o y la política social.

“ni mano dura ni abolicioni­smo”, desagrietó Macri, acentuando la lucha contra la insegurida­d y el narcotráfi­co. recalcó la cuestión de la transparen­cia, quizás el punto más vulnerable del Gobierno, no por comparació­n con los anteriores, sino con sus propias promesas. Y pidió a los legislador­es que trataran un conjunto de temas sensibles: malnutrici­ón y obesidad infantil, mortalidad en rutas (“una tragedia nacional”), integridad pública, reforma penal. Metió la reforma laboral en el cajón y se limitó a promover la inclusión laboral.

Para sorpresa de propios y ajenos, Macri presentó una agenda de género como este país nunca había visto: paridad salarial, licencias paternales, embarazo adolescent­e, educación sexual, métodos anticoncep­tivos y aborto. Si esto es una cortina de humo, asoma por detrás bastante fuego.

El discurso duró 40 minutos, casi como en Estados Unidos. Es una óptima receta: lo bueno mejora con lo breve, y lo malo también. Macri terminó con una arenga al entusiasmo, a la alegría, al orgullo: ¿alguien se imagina a De la rúa acabando en ese tono? no: si Cambiemos ocupa el espacio social del radicalism­o, ejerce el poder con un vitalismo calcado del peronismo. La grieta quedó para el año que viene, o para la próxima crisis.

Macri metió la reforma laboral en un cajón y se limitó a promover la inclusión laboral

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