LA NACION

Una agenda social novedosa y algunas omisiones

- Director de Ciencias Sociales de la Univ. de San Andrés Marcelo Leiras Para La naCion

El discurso del Presidente subrayó los logros visiblesde­lae strategiad­e reformas graduales, anunció que existen otros invisibles y presentó una agenda de protección social novedosa y con acento en varias formas de discrimina­ción que afectan especialme­nte a las mujeres. Los dos encuentros previos de la Cámara de Diputados terminaron con tensión en el recinto y violencia en la calle. El discurso presidenci­al no los mencionó. Tampoco se refirió a la reforma fiscal, ni a la previsiona­l ni a la laboral, las tres grandes iniciativa­s legislativ­as impulsadas luego de las elecciones de octubre, en cuya discusión ocurrieron esos incidentes.

Los años del deterioro de la economía argentina, los del último cuarto del siglo XX, fueron los de los paquetes económicos, las devaluacio­nes sorpresiva­s y las terapias de shock. Los breves auges de la primera mitad de los 90 y de la década siguiente también vinieron acompañado­s de decisiones drásticas que no llevaron a un crecimient­o sostenido. La memoria económica es la mejor socia del gradualism­o oficial, bastante mejor que la crisis inminente o el destino venezolano que el Presidente, en una referencia tan innecesari­a como infundada e inverosími­l, se imagina que evitó.

El fundamento de la reforma gradual es el diálogo. La exposición de intereses y opiniones permitiría, al decir del Presidente, ir encontrand­o soluciones. Los acuerdos en el sector lechero, la explotació­n del yacimiento de Vaca Muerta o el sector automotor son ejemplos persuasivo­s de la eficacia de este procedimie­nto. En otras ocasiones, el Presidente y sus funcionari­os propusiero­n también como ejemplos de diálogo la cooperació­n con los gobernador­es y legislador­es de la oposición. Estos últimos ejemplos no apareciero­n en el discurso. Es posible que los conflictos de fin de 2017 o la confrontac­ión electoral que espera en 2019 expliquen esta ausencia.

El Presidente celebró que se abra la discusión sobre la despenaliz­ación del aborto y manifestó su preocu- pación por la disparidad salarial que perjudica a las mujeres, la incidencia del embarazo adolescent­e y la regulación laboral que impide a los padres colaborar con el cuidado de los bebés. Es importante y auspicioso que el Presidente reclame la intervenci­ón del Congreso para el tratamient­o de estos problemas. Sin duda, esta agenda no hubiera avanzado sin la intervenci­ón del fortísimo movimiento feminista. Parece igualmente verosímil que el oficialism­o haya recogido alguna de estas banderas para dejar de aparecer como obstáculo de este movimiento. Es una decisión sensata y el resultado es justo, pero demanda una explicació­n que el oficialism­o todavía no dio y que en el discurso tampoco estuvo presente. El oficialism­o puede procesar su feminismo incipiente de dos formas: como una cuestión moral que cada uno de sus miembros debe resolver con su conciencia o como una cuestión política que reclama trabajo en equipo. Si elige el primer camino, nos acordaremo­s poco.

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