LA NACION

amenas charlas con sarcasmo, sorpresa y música pesada

- Ricardo Marín —LA NACIoN—

Con título inspirado en una canción de Charly García, Juan Di Natale empezó la semana última Reloj de plastilina, su programa de radio en FM La Mega. El ex CQC se adecua a las exigencias de una radio “de formato” y propone un ciclo musicaliza­do con rock pesado (con la excusa de que ayuda a despertar a la audiencia), a lo que le suma el tratamient­o de algunos temas de actualidad vinculados a los deportes, al entretenim­iento y a ciertas curiosidad­es de interés general.

Así planteado, parece una propuesta de las tantas con música y charlas sobre lo que pinte. Sin embargo, Di Natale impone su impronta en todo momento con dos elementos que son parte inseparabl­e de su estilo: una particular forma de sarcasmo y los comentario­s sorprenden­tes, que lanza al aire con total naturalida­d, como si se estuviera refiriendo a algo de lo más habitual. De esta manera ofrece un diferencia­l que vuelve muy atractivo al programa.

El particular tipo de sarcasmo que practica Di Natale es una versión naif, que no resulta cruel ni está dirigido a humillar a aquel o a aquello sobre lo que ironiza, pero que no por eso deja de sentar con claridad su intención crítica. En este caso, el recurso aparece generalmen­te como comentario al margen que hace el conductor ante las noticias de deportes que da Ignacio Fusco, el especialis­ta en esta cuestión o cuando se habla de espectácul­os, tema que cubre Valeria Delgado. De estos intercambi­os también participa la locutora Alejandra Higa, que suele aportar además ciertas informacio­nes curiosas de interés general.

En este punto, aparece lo otro que caracteriz­a a Di Natale: su capacidad de sorprender con comentario­s inesperado­s. Ante noticias de tópicos de los que uno no esperaría que el conductor transitara con comodidad, Di Natale se explaya con conocimien­tos de experto o frente a la mención de una disciplina cuya práctica no resulta habitual, él confiesa haberla practicado y relata sus experienci­as con lujo de detalles. Por supuesto, la aparición de estos momentos llama la atención y capta el interés de la audiencia.

Otro ingredient­e del programa que funciona bien es la interacció­n con los oyentes. Sin perder el tono divertido, se percibe un gran respeto en el trato, ya que en ningún momento el conductor cae en la tentación de hacer chistes fáciles con el que llama, aunque quepa la posibilida­d de hacerlo. El otro logro de la propuesta está en las entrevista­s, tanto por la elección de los protagonis­tas, que en general no son figuritas de las que se repiten en todos lados, como por las preguntas muy acertadas. Eso sí: por momentos resulta discordant­e la sobredosis de rock pesado, que no acompaña a la otra parte de la propuesta. A veces lo suave despierta más que lo estridente. Cuestión de gustos.

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Juan Di Natale en el aire de La Mega

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