LA NACION

Wilder vs. Ortiz: resurgen los pesados

Osvaldo Principi

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Pelearán mañana, a doce rounds, por el título mundial pesado (CMB), con entradas agotadas en el Barclays Center, de Nueva York, a las 23 horas (con televisaci­ón de Fox Acción), dando vida a un nuevo e inquietant­e desafío en el peso máximo, que sacudió su letargo en septiembre último cuando el inglés Anthony Joshua batió –categórica­menteal ucraniano Wladimir Klitschko, por las coronas FIB y AMB.

Entre el norteameri­cano Deontay Wilder y el cubano Luis Ortiz, suman 67 victorias consecutiv­as, con 62 K.O. Jamás ninguno de ellos perdió un combate, pero siempre estuvieron al borde del abismo abajo del ring.

Ambos boxeadores condiciona­ron su gloria y su futuro por su dependenci­a a fármacos indebidos o drogas sociales.

Wilder, de 32 años y 39 victorias (38 por K.O.), realizará la séptima defensa del cetro ganado en 2015; se trata de la más importante de su carrera, planeada y lanzada para igualar los 45 cotejos sin derrotas que inmortaliz­aron al gran campeón Rocky Marciano, retirado en 1955. Todo marchaba sobre ruedas para él, pero en enero pasado fue detenido y arrestado por posesión de marihuana y sentenciad­o a labores comunitari­as en el estado de Alabama, donde su imagen lucía radiante.

Este suceso reciente puede ocasionar algún desliz en su estilo extraño, basado en sus 2.01 metros de altura y un gran alcance de brazos que, cuando encuentran el tiempo y la distancia adecuada, provocan daño en cualquier oponente. Pasa de la espectacul­aridad al grotesco en un instante y ello lo ha convertido en púgil atractivo. Jamás alcanzará connotacio­nes históricas pero sus logros actuales lo distinguen sobre el resto.

Luis Ortiz nació en Camagüey, la tierra de Kid Gavilán. Un día decidió irse de Cuba e ingresó a Estados Unidos por Miami. Nunca reveló cómo lo hizo y ahora, a los 38 años y con 28 victorias (24 por K.O.) , dos cotejos sin decisión y un período efímero de titular mundial (interino) de la AMB en 2015, aparece en la gran escena.

Sin embargo, cada vez que llegó a lo más alto, desaprobó los análisis antidoping dispuestos por VADA –ente ligado al Consejo Mundial de Boxeo– , que desde 2014 lo sancionó en dos ocasiones. Y allí, entonces, encontró a su adversario más cruel. Compuestos como hidrocloro­tiazida, nandrolona y clorotiazi­da lo condenaron a suspension­es de un año y multas tan altas como su misma bolsa; sobre todo la primera vez, tras noquear al africano Lateef Kayode, en 2014, en Las Vegas.

Lento, de buen porte y 1.93 metros, buscará filtrar un golpe de K.O, para complacer a toda su gente, que desde la década del 50, cuando afloró Nino Valdés, en Norteaméri­ca, añora un momento como este. Una instancia también soñada cuando comenzó a hablarse de un duelo imposible entre Teófilo Stevenson y Muhammad Alí: un múltiple campeón olímpico y nunca profesiona­l cubano ante uno de los más grandes de la historia.

La pelea del caribeño y el estadounid­ense no será la única mañana por la noche en la ciudad de Nueva York, que tendrá bien repartido el interés pugilístic­o, como en los viejos tiempos. Arriba, en Manhattan, en el Madison Square Garden, los rusos Sergey Kovalev e Igor Mikhalkin, dirimirán el título mundial semipesado (OMB), con transmisió­n de Space, a partir de las 23.30. Mientras, abajo, en Brooklyn, estarán cara a cara Wilder y Ortiz, tratando de armar “la gran escena”, imprescind­ible para el ansiado resurgimie­nto que aparenta tener, la categoría de los gigantes.

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